El movimiento antiabortista Por la vida, liderado por las Iglesias, plantea que la célula humana está viva desde la misma fecundación del óvulo por el espermatozoide y que, por ello, el aborto es un asesinato. Institucionalmente Chile tiene un Estado laico, por lo tanto el debate sobre el aborto debe basarse en verificaciones científicas ya consolidadas. Así pues, la evidencia científica nos demuestra que toda célula con el genoma humano completo puede seguir viva fuera del organismo, como sucede, por ejemplo, con un órgano que será trasplantado o con la fertilización in vitro. Y más aún, la extirpación de un órgano canceroso, que posee miles de millones de células vivas con el genoma humano completo, sería asesinar a millones de miles de seres humanos; el trasplante de un órgano sería injertar miles de millones de seres humanos vivos a otro cuerpo con miles de millones de seres humanos vivos.
[texto_destacado]El cigoto o embrión desde el primer momento es una célula viva con el genoma humano completo, pero científicamente no es un ser humano. Lo es cuando el sistema nervioso y la corteza cerebral están desarrollados, y es capaz -y está consciente- de percibir estímulos sensoriales. Antes es un organismo multicelular que está vivo, pero no es aún un ser humano.
Basándome en los formidables avances científicos de los últimos cuarenta años en el análisis del desarrollo del embrión, en especial el aporte de la neurobiología y la lectura completa del genoma humano, a continuación resumo, muy escuetamente por razones de espacio, las características en el desarrollo del embrión humano durante los primeros seis meses del embarazo para comprobar lo arriba expuesto.
Semanas 1ª-7ª: Con tres a cinco células comienza a crearse la placenta y el líquido amniótico. Éstas llegan al útero donde recibirá la sangre de la mujer. Aquí es cuando comienza el proceso de división celular que contendrá la información genética de las partes en que está compuesto el organismo del homo sapiens. (Mide 0,1 a 2 mm y pesa entre 0,1-0,9 gr.)
En las semanas 8ª-10ª: comienzan los primeros receptores cutáneos y se producen reflejos espinales. No obstante, no puede haber respuesta alguna a estímulos inducidos porque no hay corteza cerebral ni sistema nervioso. (Mide de 2,5 a 5,5 cm y pesa de 1 a 5 gr.).
En las semanas 11ª-19ª: se aprecian reacciones a estímulos sensoriales, pero no hay percepción consciente de éstos ya que las vías nerviosas y las conexiones entre neuronas, la médula espinal y las neuronas del interior del cerebro no existen, porque aún no hay corteza cerebral. (Mide de 6,5 a 21 cm y pesa de 8 a 200 gr.).
En las semanas 22ª-27ª: comienza y termina el desarrollo de la corteza cerebral. Hay respuesta sensorial a estímulos, pero no conciencia de ellos porque la corteza cerebral está aún en formación. (Mide de 26 a 34,05 cm y pesa de 455 a 1000 gr.).
En las semanas 28ª-30ª: hay respuestas sensoriales y se registra (s.30ª) la primera actividad eléctrica por el electroencefalograma. (Mide desde 35 a 37 cm y pesa desde 1,000 a 1,300 gr).
El cigoto o embrión desde el primer momento es una célula viva con el genoma humano completo, pero científicamente no es un ser humano.
Sin embargo, estas mismas respuestas se han registrado en fetos anencefálicos (sin corteza cerebral), lo que deja abierta la duda.
Como conclusión, se puede afirmar científicamente que, a) el feto humano no presenta reacciones a estímulos sistemáticos inducidos antes de la semana 22ª-24ª del embarazo. No obstante, estas reacciones no son consientes ya que carece de percepción y sensibilidad para sentir dolor y gozo, porque no ha desarrollado las estructuras, conexiones y funciones del sistema nervioso y, lo determinante, carece de corteza cerebral completa hasta la semana 27-30, órgano indispensable para ser considerado un ser humano; antes de eso se puede afirmar que es un órgano multicelular con vida, pero no un ser humano, y b) la ciencia considera, por lo tanto, que el status de ser humano se alcanza cuando el sistema nervioso y la corteza cerebral están en condiciones de adquirir autonomía sensorial y consciencia de los estímulos, y que esto se logra cuando el feto alcanza la autonomía fisiológica al nacer, abandonando la dependencia del aporte nutricional y hormonal de la mujer.
A partir de lo expuesto aquí, ¿el debate sobre el aborto se puede establecer entre los que plantean defender la vida y los que, según éstos, la asesinan? ¿Hay alguien que quiera asesinar en algún momento del embarazo al (supuesto) embrión-ser humano? Esta acusación brutal -una construcción social y argumental creada por las Iglesias que no tiene más de 200 años- hace impracticable un debate eficaz que solucione este gravísimo problema sanitario, mucho más que teológico: se practican arriba de 280,000 abortos ilegales en Chile, al año. Esta masiva y maciza ilegalidad refleja, además, una desigualdad social endémica: las ricas abortan en clínicas privadas o en el extranjero sin exponer su salud, mientras las pobres la arriesgan, muchas veces con sus vidas, por abortar en condiciones sanitarias paupérrimas.
El aborto legal, en todas sus formas, en los países (desarrollados) donde se practica, no es para nadie una imposición ni menos una obligación, sino un recurso sanitario que lo usa el que lo crea necesario. Los religiosos pueden abstenerse si piensan que el aborto atenta contra su fe. Es sintomático que la ortodoxia religiosa se ha opuesto al divorcio, a la pastilla del día después, a la relación de pareja de hecho y/o al matrimonio entre parejas del mismo sexo y, por supuesto, al aborto; en rigor, a todos los derechos ciudadanos. Es lo que historia de los países desarrollados, que ya superaron estos debates, nos puede enseñar. Lamentablemente, Chile no es ni será la excepción.
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