Estamos entrando a los 30 días finales de la campaña presidencial, parlamentaria, y en esta ocasión la de Consejeros Regionales (Cores). No sé si me estaré poniendo viejo, pero no recuerdo haber sido testigo de una campaña con tantos recursos, y tan pocas ideas, tan llena de frases hechas que no significan nada: me muevo por ti, síganme los buenos, sobran razones, entre otros.
¿Tan estúpidos somos como para que nos decidamos por mensajes sin contenidos, sin respaldos, sin evidencias? Y más encima, la mayoría esconde su domicilio político, en circunstancias que la elección es política. Todo esto en momentos que el país pide a gritos lo contrario: más transparencia, menos abusos; más generosidad, menos egoísmo; más competencia, menos monopolios; más regulación, menos trampas.
Las próximas elecciones se dan en un país donde la conmemoración de los 40 años del golpe y los 25 años del triunfo del No en el plebiscito han dado lugar a recuerdos y reflexiones como nunca antes. Reflexiones que han remecido a todos, pero muy particularmente a la derecha y que la ha sumergido en una crisis existencial que hace prever un desastre electoral.
Por primera vez en todas estas décadas, la derecha ha tenido que mirarse a sí misma por la conducta adoptada antes, durante y después del golpe. El propio presidente, lo dijo con una crudeza brutal. Hizo mención a los cómplices pasivos, forzando a sus colaboradores a mirarse a sí mismos o mirar al techo; hizo mención a que quienes votaron por el Sí estaban equivocados; y para rematarla, ordena cerrar el penal Cordillera donde se encontraban los más conspicuos violadores de derechos humanos y el propio director de la policía secreta chilena.
No pocos lo han secundado, pero siguen siendo muchos los que se resisten a renegar de una dictadura cuyo propósito de exterminio opositor ya nadie osa desmentir.
Las próximas elecciones se dan en un país donde la conmemoración de los 40 años del golpe y los 25 años del triunfo del No en el plebiscito han dado lugar a recuerdos y reflexiones como nunca antes. Reflexiones que han remecido a todos, pero muy particularmente a la derecha y que la ha sumergido en una crisis existencial que hace prever un desastre electoral.
Las nuevas generaciones y la apertura del país al mundo, están haciendo lo suyo. Hoy somos un país más abierto, más tolerante, pero aún nos falta mucho por conquistar. Persisten déficits en muchas áreas que el próximo gobierno no podrá escabullir: educación, salud, previsión, relaciones laborales, entre otras, son áreas donde se requerirán cambios significativos si queremos vivir en un país mejor. De nosotros depende levantar propuestas viables y creíbles para tener el país que queremos. Y eso pasa por votar, dejando de lado cantos de sirena.
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María Eugenia Mejía Manzano
Es un agrado leer al Sr.Schmal.La falta de información hacia los electores no es sólo de los políticos,hay otro elemento que influye negativamente,elección tras elección,para un «buen votar»,y es el comportamiento asqueroso de gran parte de los medios informativos;esto es tan antiguo, -no olvidemos las campañas del terror- y hoy debemos soportar analistas callampas.La novedad de esta elección,lo último,la Farandulización de la Politica y los políticos que corren a participar …vergonzoso !.