La centro-izquierda chilena está buscando candidatos. Sin embargo, aún no existe un acuerdo acerca de los errores y aciertos del periodo en que fueron gobierno. No existe acuerdo acerca de las estrategias políticas para realizar transformaciones necesarias para sacar el tapón institucional que no deja que el agua democrática corra con mayor fluidez.
Estamos frente a un periodo de incertidumbre. No hay respuestas y menos claridad acerca de cuáles son las preguntas más pertinentes para resolver las interrogantes de este cambio de ciclo político.
Para algunos, la pregunta más relevante es “¿quién?”. La respuesta automática para las personas que simpatizan con la izquierda y centro izquierda es: Michelle Bachelet. Pero ¿será ésta la pregunta más adecuada para resolver la incertidumbre de este largo camino por el desierto? Creo que no. Otra de las preguntas típicas es ¿con quién? Ahí las respuestas son variadas: con los jóvenes, con una coalición amplia, con los comunistas, los progresistas, los regionalistas, sin los mismos de siempre, con los dinosaurios, sin ellos, en fin. Nuevamente respuestas a una pregunta que no logra explicar el por qué (diagnostico) y el cómo (propuesta) afrontar el período actual.
La centro-izquierda chilena está buscando candidatos. Sin embargo, aún no existe un acuerdo acerca de los errores y aciertos del periodo en que fueron gobierno. No existe acuerdo acerca de las estrategias políticas para realizar transformaciones para sacar el tapón institucional que no deja que el agua democrática corra con mayor fluidez. Mucho menos existirá acuerdo acerca de si el método es mediante Asamblea Constituyente o mediante reformas en el Congreso. No hay acuerdo porque no hay debate. Porque durante años no fue necesario. Porque durante el largo periodo en el gobierno la discusión en base a ideas paso a segundo plano. ¿Donde están los intelectuales de la centro-izquierda? ¿Dónde están los libros socialdemócratas, socialcristianos, radicales, socialistas, comunistas? La racionalidad técnico-electoral hegemonizó el debate. Los técnicos de las elecciones y las políticas públicas, las publicaciones.
Desde sus inicios, la Concertación trabajó sobre la marcha. Se ofrecían programas de corto aliento, sin un gran proyecto transformador que pudiera guiar la formación de políticas públicas. Tal como dicen hoy en las marchas: eran parches. Lograban subsanar en cierta medida un problema, pero con el tiempo el agujero se hacía más grande y el parche no servía. Ejemplo: El Crédito con Aval del Estado.
Algunos dicen que no había tiempo, que asumieron el gobierno y tuvieron que hacerse cargo sobre la marcha de reformas sociales, políticas, con los militares al lado, sin claridad acerca de qué Chile se quería, con contradicciones internas, etcétera. Excusas que quizás son admisibles por las circunstancias. ¿Y hoy? ¿Cuál es la excusa?
Sin debate serio acerca cómo se equilibran las relaciones entre Estado, mercado y sociedad civil, se seguirá con proyectos personales de corto plazo. Algunos con la Asamblea Constituyente, otros con la marihuana, con la desigualdad, la participación.
¿Cuánto costará tener un debate serio, programático, que una a la oposición y parar con tanto proyecto particular? O ¿seguirá la estrategia de marketing político para vender candidatos sin ideas, de verdad?
Tiempo hay, gente hay, hay candidata. Faltan ideas. No vender, sino construir. Estamos a la espera.
* Guillermo MarínVargas, cientista político, Universidad Alberto Hurtado. Coordinador de contenidos, Politika.cl
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Foto: Macromary
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