El laicismo se erige como aquella herramienta social que nos permite convivir a todos los seres humanos en un ambiente de tolerancia y respeto por las creencias que cada uno profese, sean estas de índole religiosa, espiritual, filosófica e inclusive política, dentro de un marco de obediencia por parte de las autoridades de los derechos humanos que emanan de la naturaleza del ser humano y que se encuentran consagrados en nuestro ordenamiento jurídico y en los tratados internacionales que se encuentren vigentes en Chile.
El día de ayer pudimos leer en varios diarios de circulación nacional una noticia que a las personas de espíritu libre nos preocupó de sobremanera.
El diputado Jorge Sabag (DC), apoyando la reforma constitucional impulsada por diputados de la UDI, que busca elevar el matrimonio entre un hombre y una mujer a nivel constitucional, decía: “me parece sano para una sociedad mantener el principio establecido en el Génesis que dice ‘varón y mujer los creó’”. Finalizó diciendo: “Yo me quedo con la biblia y no con lo que dicen estas importantes autoridades que no pueden pretender saber más que Dios”.
Si de verdad el diputado se quedara con lo que dice la biblia, debería dar explicaciones, porque el año pasado fue formalizado y acusado por el ministerio público de fraude al fisco.
Pero dejemos a un lado los problemas judiciales del diputado Sabag y centrémonos en lo importante.
Para un Estado que se dice laico y que pretende que cada persona que lo compone, busque y encuentre su propia felicidad de acuerdo a sus particulares visiones de la vida, es altamente peligroso este tipo de expresiones, sobre todo viniendo de un diputado de la Republica.
El laicismo no está en contra de la religión per se. Sí es un límite a la intromisión de ésta, cualquiera sea, en los lugares donde se generan políticas públicas, generales y obligatorias para todos los habitantes de un país.
El laicismo se erige como aquella herramienta social que nos permite convivir a todos los seres humanos en un ambiente de tolerancia y respeto por las creencias que cada uno profese, sean estas de índole religiosa, espiritual, filosófica e inclusive política, dentro de un marco de obediencia por parte de las autoridades de los derechos humanos que emanan de la naturaleza del ser humano y que se encuentran consagrados en nuestro ordenamiento jurídico y en los tratados internacionales que se encuentren vigentes en Chile.
Dicho esto, es evidente el descriterio y la irresponsabilidad con que el diputado Sabag emite sus comentarios, pasando a llevar todo principio de respeto y tolerancia frente a aquellos ciudadanos y ciudadanas que tienen una orientación homosexual y que legítimamente reclaman al Estado se les permita y garantice la posibilidad de contraer matrimonio. Por lo demás, dicho proyecto adolece de un germen de inconstitucionalidad al contradecir el principio de igualdad ante la ley estipulado en el artículo 19 n°2 de la Constitución Política del Estado.
Hemos venido observando cómo el dogmatismo, la ignorancia y el fanatismo se apoderan de espacios en donde debe reinar la libertad de pensamiento, el raciocinio y la búsqueda del bien común. Concejos municipales, el congreso, ministerios y servicios públicos hoy son presa del fanatismo religioso.
Los que nos decimos laicos tenemos una labor importantísima en la construcción de un país equitativo, solidario y fraterno. Debemos organizarnos frente a la arremetida del dogma. La acción individual es importante pero no suficiente si queremos ser una verdadera fuerza de defensa de nuestros caros principios. Si se quiere ser eficaz en contra del fanatismo, debemos lograr un status de ciudadano preocupado por las cosas públicas. Ahí es donde también las redes de las organizaciones laicas, en todas sus manifestaciones, tendrían que centrar su atención. Menos en lo que cada una individualmente pueda hacer y centrarse más en lo que –como ciudadanos organizados— pueden exigir políticamente en relación con el respeto por la dignidad de la persona, la libertad de pensamiento y de expresión que permitan la construcción de un país más justo, fraterno y laico.
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Foto: Carlotta Tofani
Comentarios
10 de diciembre
«Los que nos decimos laicos» me gustó mucha esa frase, el ser «laico» para algunos se ha vuelto moda, y lo peor, es que dicen ser laicos cuando le preguntan por religión!!! pero sin duda hay que leer bien lo que sigue a continuación y decidir tu postura, cariños Joaquín y felicitaciones
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12 de diciembre
Saludos.
¿Crees que los poderes fácticos no funcionan?
HUEVONES ( lento , tardo, perezoso, negligente)….Sistemas…
Un saludo
PD. Yasmin… va más allá de lo laico…
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