A raíz de la difícil situación actual se ha estado invocando la necesidad de que impere un espíritu republicano en el quehacer chileno, particularmente en las altas instancias políticas. Esta invocación tiende a estar asociada a coyunturas complejas que demandan solidaridad y unidad para enfrentarlas como es el caso de cataclismos naturales –terremotos, inundaciones, aluviones- y guerras militares o sanitarias, como es en la que nos encontramos actualmente, contra Covid-19, que afecta no solo a nuestro país, sino que a todo el mundo.
Mi sentido común me dice que república es la antítesis de lo que se comprende por monarquía o dictadura, donde el poder no está concentrado en una persona, ni siquiera en una élite, y donde las controversias son resueltas civilizadamente, sin imposiciones ni menoscabos a terceros.
Cuando se incorpora el vocablo espíritu, el tema adquiere otra dimensión vinculada a un entorno, a una manera de ser, donde un espíritu republicano implica un ambiente de escucha, de atención, de trato, de respeto al otro, de reconocimiento a los demás. No implica ausencia de conflictos, sino que muy por el contrario, implica reconocerlos y un espíritu capaz de procesar pacíficamente los conflictos, voluntad para buscar y concretar acuerdos sin menoscabo para nadie.
El espíritu republicano no se limita al momento en que se elige a un parlamento, o cuando hay un cambio de gobierno, o cuando se rinde tributo a los héroes de la patria. Supone mucho más que eso: una conducta, una forma de vida, de vivir y tratar a los demás, particularmente de parte de quienes ostentan posiciones de poder.
Las invocaciones a la unidad y solidaridad para abordar la crisis sanitaria, económica y social caen a saco roto, y minan la credibilidad de quienes las emiten, cuando en medio de la pandemia y confinamientos, desde la casa de gobierno se cotizan productos gourmet –caviar, mousse de pato, paté de jabalí y mozzarella de búfala- para los menús de La Moneda. Da lo mismo si finalmente se concretó, o no, la compra. Lo concreto es que el solo hecho que se haya cotizado, revela una ausencia total de espíritu republicano.
El espíritu republicano no se limita al momento en que se elige a un parlamento, o cuando hay un cambio de gobierno, o cuando se rinde tributo a los héroes de la patria. Supone mucho más que eso: una conducta, una forma de vida, de vivir y tratar a los demás
Asocio a espíritu republicano el concepto de que las autoridades deben ser las primeras en respetar las obligaciones que se nos imponen a los mortales de a pie. Si por estrictas disposiciones sanitarias miles de familiares no han podido despedir como hubiesen deseado a quienes en estos días han fallecido, con mayor razón deben cumplir tales disposiciones quienes son nuestras máximas autoridades. Su incumplimiento por parte de la máxima autoridad del país atenta contra el espíritu republicano al que tanto gusta aludir: la real igualdad ante la ley.
La modestia y la austeridad también son expresiones muy estrechamente vinculadas a lo que entiendo por espíritu republicano. En este plano la derecha tiene un modelo en el olvido: Jorge Alessandri Rodríguez, quien viviendo con sencillez, en su calidad de presidente del país, entre los años 1958 y 1964, se iba caminando desde su departamento a la casa de gobierno, sin escoltas ni choferes. Esa es la esencia del espíritu republicano que le permitió levantar a Chile luego del destructor terremoto de 1960, hace ya 60 años atrás. Bien haría la derecha en recordarlo y emularlo en estos tiempos de coronavirus.
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[…] Invocando el espíritu republicano […]
J.A.
Concuerdo con su visión, y aunque es nítida la carencia de se espíritu en quienes nos gobiernan, constato que es un tema transversal. Pienso que se funda en la pérdida de valores, de empatía y en el dominio del EGO. No sé si ese espíritu se podrá alcanzar o recuperar si fuera el caso, pero lo más probable es que terminemos bajo la bota de algún totalitarismo global, esto es como un péndulo, y vamos con fuerza para el otro lado, tengo la impresión que lo republicano y local, se ve cada día más frágil.