En una maniobra de última hora, la UDI, acosado por su pasado en materia de abusos, bajó a su candidato, Golborne, sin arrugarse siquiera y en una decisión ultrarápida, lo cambió por Longueira.
La razones del cambio se entrecruzan. Por un lado está la resolución de la Corte Suprema que condena una acción llevada a cabo en las empresas de Cencosud que perjudicaron a un buen número de consumidores en lo que cae en la categoría de los abusos por prácticas unilaterales. Acción ejecutada cuando Golborne era gerente general de la empresa puesta en jaque. Lo que se agravó porque su contendor, Allamand, no perdió la ocasión para mantener el tema en el candelero, afirmando que debía asumir su pasado; mientras la oposición tomaba palco para no ser acusada de interferencia en los asuntos internos de la coalición de gobierno. Pero el tiro de gracia fue la información, de que Golborne tendría depósitos no declarados en bancos del exterior, en países llamados paraísos fiscales, los que suelen usarse para eludir impuestos. A estas alturas, no obstante que la UDI aparentaba seguir respaldándolo, ya era un hombre muerto caminando. Su sonrisa mefistofélica, por arte del birbiriloque, se había transformado en una mueca fúnebre. La sentencia para su caída, ya estaba escrita. Era cuestión de días, horas, minutos del derrumbe de la estantería tan trabajosamente levantada.
Recordemos que Golborne, políticamente nace en el 2010, porsu protagonismo en el rescate de los 33 mineros. Desde entonces, su popularidad subió como la espuma. Para aprovecharlo, lo cambiaron a un ministerio de mayor visibilidad, como ministro de obras públicas. Desde entonces, la UDI puso sus ojos en él, aún cuando no era militante, aprovechando los guiños que Golborne le hacía. Los consejos generales de la UDI que son un canto al pragmatismo político, tomaban nota de la alta tasa de rechazo que generaban sus principales líderes.
Visualizaban que los tiempos aún no estaban para bollos, como para llevar un candidato de sus filas, por otro lado, no estaban disponibles para un nuevo gobierno encabezado por un militante de RN. En estas circunstancias, Golborne les venía como anillo al dedo. Y a contrapelo de una minoría al interior de la UDI, los puros, los legítimos, la plana mayor resolvió jugarse el todo por el todo por él, en la convicción de que las primarias las ganaban, ya sea por el mayor peso electoral respecto de RN, como por su mayor inserción en las capas populares. De allí la disposición a enfrentar las primarias, de modo de abordar las elecciones presidenciales con un candidato único de la derecha, dando por sentado que este sería Golborne.
Todo esto, en un dos por tres, de un día para otro, se vino abajo. La UDI, cuyo olfato político es indesmentible, al momento que Golborne, frente al asedio periodístico respondió que como gerente obedecía órdenes del directorio, se percató que con este candidato no llegaría a ninguna parte. Esa respuesta lo condenó porque hizo recordar la política de la “obediencia debida” a la que recurrían los militares acusados de torturas, asesinatos y desapariciones. Fue una respuesta para sacarse un pillo inmoral.
Todo esto, en un dos por tres, de un día para otro, se vino abajo. La UDI, cuyo olfato político es indesmentible, al momento que Golborne, frente al asedio periodístico respondió que como gerente obedecía órdenes del directorio, se percató que con este candidato no llegaría a ninguna parte. Esa respuesta lo condenó porque hizo recordar la política de la “obediencia debida” a la que recurrían los militares acusados de torturas, asesinatos y desapariciones. Fue una respuesta para sacarse un pillo inmoral.
A la UDI no le quedó otra más que enfrentar la crisis para salir del paso, y para ello, solo quedó a mano la carta original, la auténtica, la legítima, la de presentarse con quien mejor los representa: Longueira a quien en su momento habían desahuciado. Una decisión siempre postergada, por pragmatismo, pero a la que se podía apelar en momentos críticos, de urgencia, porque siempre ha estado dispuesto a “sacrificarse” por el país.
Este fue el momento, la oportunidad para que la UDI se presente con su verdadera cara, sin maquillajes.
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