Es muy difícil ser una mujer maltratada en Chile. Denunciar la violencia de tu pareja es una expresión de valentía y de desesperación absoluta. Más aún, pasar por todo un proceso de divorcio es agotador. Uno se convierte en un alma en pena de la justicia. Tienes que rogar, suplicar y mendigar para que te escuchen; para que te crean y para que te entreguen la información que necesitas con suma urgencia.
Todo es una batalla contra el sistema. Existen jueces y consejeros técnicos que son inhumanos, los cuales actúan llenos de arrogancia, creyéndose deidades supremas, y lo más grave, es que están absolutamente convencidos que tienen la verdad absoluta y que son intocables. Nos tratan como simples números dentro de sus falsas paredes de justicia chilena.
En los Tribunales de Familia todo es papeleo y burocracia. Te dan poca información, la atención al público es espantosa y totalmente inhumana. Incluso es muy inseguro el estar dentro del recinto de tribunales, ya que sólo hay uno o dos guardias que raramente están presentes para brindar protección en todo momento a las víctimas de violencia intrafamiliar en los pasillos y salas del tribunal, quedando uno a estar expuesta a una agresión en cualquier minuto, y sabiendo que posiblemente nadie te defenderá. Yo fui víctima de la inseguridad de los recintos de los Tribunales de Familia; mi ex marido me agredió violentamente en los pasillos del 3° Tribunal de Familia y no tuve ni la más mínima protección ni ayuda de nadie. Pienso que si él lo hubiera deseado, me podría haber matado delante de todas las personas y a nadie le habría importado absolutamente nada.
Como víctimas, las personas y, en especial nosotras, las mujeres, nos encontramos totalmente indefensas en este recinto. Debiese haber salas separadas para realizar los trámites de aquellos que han sido víctimas, que contasen con seguridad y se encontrasen lejos de sus victimarios, ya que tras una denuncia, o durante un proceso de divorcio, regularmente debemos concurrir a los Tribunales de Familia con nuestros pequeños hijos, ir al Banco Estado, a la municipalidad, a terapias, a consejeras, a abogados, al Sernam, etc., para realizar millones de trámites burocráticos, que para mayor desgracias, nos impiden mantener un trabajo estable y tratar de llevar una vida normal.
Debiese haber salas separadas para realizar los trámites de aquellos que han sido víctimas, que contasen con seguridad y se encontrasen lejos de sus victimarios
El proceso judicial de un divorcio por culpa es una situación muy difícil de probar, cuyos antecedentes son dados cuando tu marido no cumple con sus deberes y obligaciones, ya sea a través de la violencia física, psicológica o financiera, la infidelidad, el abandono, etc.
Para mí, esto significó asistir con la mediadora, luego con la consejera técnica, presentarme a las audiencias de Tribunales de Familia, juntar una cantidad infinita de documentos que significaban más gastos, para luego, en medio del proceso, ser derivada con una psicóloga pericial, impuesta, con nombre y apellido, incuestionablemente por la señora magistrado. Esta perito era quien demostraría si había en mí daño psicológico por maltrato de parte de mi ex marido. El cumplir con esta pericia dictada por tribunales, significó desembolsar una fuerte cantidad de dinero al contado, por concepto de honorarios, sin mencionar, además, el tener que contratar un abogado particular, y lo que eso significa económicamente.
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