#Género

Violencia sexual, una reflexión para el diálogo y el diagnóstico.

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«En materia penal, como resultado de la reforma a la ley de delitos sexuales implementada en los años noventa, se ampliaron los actos constitutivos de violación, se derogó la extinción de responsabilidad que liberaba al violador si se casaba con la víctima, se eliminó el lenguaje alusivo a la “honestidad sexual” y tipos penales relativos a esta condición, y se tipificó la violación en el matrimonio.»  (Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, 2008. Pág. 85)

Hay una temática que, al menos por unos días de la semana, pareció hacer más ruido que las disputas por los cupos parlamentarios y las presidenciales en el país.  El embarazo de Belén, la niña sureña de 11 años embarazada de la actual pareja de su madre, el cual repetidas veces dispuso abusivamente de su vulnerabilidad emocional y física; hizo que los medios de comunicación volvieran a poner en el debate público una realidad que no es aislada, sino más bien, en tanto la sexualidad femenina y masculina continúe supeditada a la relación dominado-dominador, es cotidiana y convenientemente silenciada.

Tal aseveración, puede ser revisada en los datos entregados por algunos estudios dedicados a dar cuenta del cómo por generaciones, este tipo de acciones promovidas por -y en- un sistema desigual de relaciones humanas basadas en el binomio sexual, han sido invisibilizadas dentro de muchas de nuestras familias.  Situaciones que en casos sólo son develadas mediante la presencia de un embarazo.  Situaciones que trascienden al acontecer nacional cuando la preñez de una menor de edad, ya no puede ser disimulada.  Situaciones que hacen que ese útero y maternidad en potencia, parecieran mostrar de forma más evidente, que en el fondo, son de propiedad pública.

En este sentido, no faltaron las opiniones individuales y masivas con o sin argumentos legales, con o sin el llamado sentido común.  Así se llenaban muchos muros de Facebook, programas radiales, notas en los diarios y en los noticiarios televisivos con las posturas de aquellas personas que abogaban por un aborto o por la continuidad del embarazo de Belén.  A mi juicio, un escenario demasiado violento.  Violento porque en su mayoría, los argumentos se concentraron en función de intereses y creencias particulares y egoístas, olvidando que estamos hablando de un tipo específico de pedofilia, de un problema social de género de gran envergadura.  Estamos hablando de que Belén hay muchas, y que no pocas pudieron convertirse en ella.

«No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino.»  (El segundo sexo.  Simone de Beauvoir.  Pág 109.)

Si nos preguntamos con altura de miras frente a qué estamos, es imperativo pensar que nos encontramos ante una problemática compleja, es decir, que existen diversas dimensiones conformando un fenómeno social en términos generales y específicos.  Para identificar tales dimensiones, considero necesario hacernos otras preguntas que nos ayuden a reflexionar algunas cuestiones, que en función de este caso, considero ausentes.

Primeramente, el cuestionarnos por su presencia histórica nos permitirá denotar que el abuso sexual ejecutado a mujeres de todas las edades, por algún varón perteneciente a su red de protección principal y más cercana -tal como lo es la familia-, no es un hecho que sólo esté pasando ahora o más que antes.  El hecho no es distinto, sino las condiciones que lo rodean.  En otras palabras, este tipo de abuso sexual cuenta con larga data, sin embargo, actualmente existen sanciones sociales e individuales que han facilitado su denuncia.

Así pues, el incluir una educación sexual con enfoque feminista en los procesos de socialización primaria y secundaria es fundamental, no sólo para denunciar, sino para avanzar sustantivamente en la erradicación de los abusos sexuales de toda índole.  Es menester desarraigar de nuestro cuerpo ideológico la norma que dicta que los cuerpos y mentes feminizados, pueden estar a plena disposición sexual y/o reproductora de algún varón o del Estado.

Un segundo elemento a considerar son las condiciones que hacen que las relaciones de contenido sexual entre infantes y familiares adultos con fines reproductivos; continúen ocurriendo a pesar de que, en el Chile actual, son un acto altamente sancionado en el ámbito moral, cultural y jurídico.  Así por ejemplo, encontraríamos que:

«Se estima que el subregistro de la violencia sexual contra niños y niñas es particularmente grave, y que es aún mayor cuando el agresor es miembro de la familia: en un estudio sobre maltrato infantil y abuso sexual en Chile se calcula que en agresiones sexuales cometidas por desconocidos, por cada caso conocido existen otros tres o cinco que no son reportados; cuando el agresor es un miembro de la familia, la relación entre reportados y estimados pasa de uno a diez.» (Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, 2008. Pág. 87).  -Ver también citas a pie de página.-

Según cifras de la Oficina de Fiscalización del Delito, el 80% del abuso sexual infantil en menores de 13 años es perpetrado contra niñas. En una investigación sobre el comportamiento sexual de chilenos y chilenas realizado en el año 2000, 7 de cada 100 mujeres declaró haber sufrido una violación y, para la mitad de ellas, ésta constituyó su primera experiencia sexual."

Preocupante es la proporción de agresiones sexuales silenciadas e invisibilizadas.  El silencio de Belén duró algo más de dos años, el cual sólo puedo ser interrumpido por un embarazo que actualmente comienza su segundo trimestre.  Las declaraciones emitidas por la menor, indican que tendrá al bebé y que lo querrá «mucho, aunque sea de ese hombre que me hizo daño».  «Va a ser como una muñeca que voy a tener en mis brazos.».

Una niña jugando con muñecas.  Eso piensa ella que será su próxima etapa.  Y pareciera ser que la sociedad en su conjunto, a pesar de mostrar una reacción bastante alarmada frente a su caso, también cree fuertemente en lo mismo.  Porque… ¿de qué otra forma podemos explicar que las niñas a partir de los 2 o 3 años, ya tengan una muñeca como hija, un cochecito para pasearla por la casa, una cuna de juguete y un juego de cocina?

Al parecer el mandato social nos dice que coincidamos con la declaración emitida por el diputado Kort, en la cual indica que las niñas, tal como en la Edad Media, a esa edad ya están preparadas para ser madres.  Sólo hay que esperar la menarquia.

En el fondo ese es el mensaje que se nos hace dar a nuestras niñas cuando las socializamos mediante juegos estereotipados: las moldeamos para que la maternidad sea una idea internalizada sin resistencias, he ahí la importancia de la más tierna infancia.  El discurso es sutil, pero bastante efectivo.  Tan efectivo, que un presidente de una república cualquiera, puede pensar que llevar aquel juego a la realidad, es muy profundo y maduro.

«Sabido es que las vocaciones y aspiraciones ocupacionales femeninas y masculinas se gestan desde los primeros años de escolaridad, y son influidas por modelos transmitidos tanto en la familia como en la escuela, que contribuyen a definir desiguales destinos laborales y políticos para ambos sexos.» (Delpiano Puelma, 2002, pág. 36).

Vale aclarar que aquí no está en juego el modelo de familia y de sociedad que el catálogo religioso-capitalista ofrece como virtuoso ideal.  En el fondo, tampoco lo está, la despenalización del aborto para este u otro tipo de casos.  Como debemos ya saber, defendida es la postura de que ninguna mujer planifica su sexualidad pensando en el aborto, menos aún las niñas.  Ninguna mujer y niña planifica tener relaciones sexuales contra su voluntad más íntima, ni que una vida humana sea la consecuencia de aquel acto.  En consecuencia, lo que realmente está en disputa, es que así como Belén, muchas niñas, adolescentes y adultas; fueron, son y serán víctimas de esta violencia específica, cotidiana y estructural.

La planificación sexual y familiar se funda en la información y en la autonomía, no en la opresión.

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2 Comentarios

Oscar Acevedo Perez

Excelente articulo…

karolinna

basta de esto por favor