Ahora que conocemos los resultados de las postulaciones, el argumento empirista del CRUCH se desmorona, puesto que el ranking en la práctica, en los hechos, y no en modelos o simulaciones, afecta a la educación pública y disminuyó el número de estudiantes vulnerables que ingresa a la educación superior, y en quienes se escudan los autores de este nefasto mecanismo.
«Se cumplió el objetivo al incorporar a los mejores», comenta Francisco Javier Gil, académico de la Universidad de Santiago y la Pontificia Universidad Católica en una entrevista al diario La Tercera.
“Se cumplió el objetivo de incorporar a los mejores”, disculpen que repita la frase, pero es totalmente increíble como intentan venderle algo que ni siquiera se ha comprobado a los chilenos. Tal vez cualquier persona que no conozca el tema a cabalidad, al leer la frase que destaqué, diga, “el ranking es una medida fabulosa, mira, si aquí dice que incluyeron a los mejores estudiantes a la universidad”, pero se le oculta a la gente los grandes peros que tiene el ranking de notas y que creo, es mi deber como institutano y Secretario de Asuntos Académicos del Centro de Alumnos del Instituto Nacional sacarlos a luz. Porque para el Señor Gil y su gran equipo de respetables académicos que lo respaldan, es bastante simple decir que el ranking de notas incluyó a las almas más estudiosas de los colegios de Chile, olvidándose completamente que 840 de sus «mejores alumnos» quedaron fuera de las casas de estudio terciarias porque no son capaces de contestar 10 preguntas buenas de una prueba de contenidos básicos con 75 preguntas -eso no significa que esté a favor de ella-, adjudicándole a la totalidad de ellos casi “eventualidades desafortunadas” que no les permitieron contestar la evaluación a cabalidad.
Como Secretaría Académica podemos aceptar que el ranking genera una bonificación a aproximadamente un 48% de los alumnos que rindieron la PSU el año 2013 y que los compañeros que hemos defendido durante todo este tiempo son a lo más un 1% del 52% restante, pero me gustaría saber qué parte de ese 48% tiene una bonificación útil. ¿A qué me refiero con bonificación útil? Cuando hace un par de semanas hicimos la plataforma para simular el perjuicio que generó el ranking en la Generación Bicentenario del Instituto Nacional y en la de otros colegios (sistema en el que se simula el puntaje ponderado de un alumno dependiendo de la carrera a la que postuló, siendo este comparado con el hipotético de una postulación con ranking al 10%, escenario correspondiente al proceso de admisión 2013), fuimos lo suficientemente sinceros como para decir, «de un total de aproximadamente 350 alumnos que consultaron la plataforma, 281 se ven afectados con la inclusión del ranking, pero no los afecta de tal forma que los deja fuera de la carrera a la que postularon, pero sí tengo entre 70 a 100 estudiantes que dejó fuera de la universidad y que con el ranking al 10% habrían ingresado (cifras reales)».
Supimos, afortunadamente, filtrar los datos y dar cuentas claras de la situación que vivimos como alumnos perjudicados, pero lamentablemente esta actitud no es la que se ve desde la vereda contraria -la de Zolezzi y compañía- desde donde no son capaces de transparentar sus cifras y comunicarle a la ciudadanía cuántos alumnos entraron a la universidad gracias al ranking de notas y que sin el alza de ponderación del año 2013, habrían quedado fuera de ella. Aquellos alumnos son los reales beneficiados por esta política pública. El resto, que ingresaba con ranking al 10% o al 40%, sirvió solamente para maquillar cifras y segregar aún más el ingreso a la educación superior, aumentando en un promedio de 40 puntos los cortes de las carreras en comparación al proceso anterior.
Tal vez muchos se preguntarán por qué es que decimos tanta barbaridad del ranking de notas. Lo hacemos porque presenta una serie de falencias en el estudio y simulación del beneficio que realmente puede lograr:
1. Las simulaciones no son basadas en las carreras que realmente quieren los alumnos, a diferencia de la plataforma que creamos en la que se simula con las verdaderas preferencias de los alumnos, arrojando resultados totalmente fidedignos.
2. No existe ningún respaldo del verdadero éxito que pueda tener el alumno con ranking destacado (entiéndase 3 décimas sobre la media de su colegio) durante su estadía en la universidad.
3. Su real fracaso se vio demostrado al notar el descenso del porcentaje de alumnos de colegios municipales en universidades estatales y el aumento de estos en universidades privadas.
4. Tanto el ranking como el NEM (así como la misma PSU), pueden ser afectados por hechos fortuitos (tales como enfermedades físicas, psicológicas, e incluso viajes de estudio), haciéndolo un valor que no indica las reales habilidades de un estudiante.
5. Las notas no son un instrumento acertado para calificar la calidad de un estudiante, debido a que no existe un sistema de evaluación único.
Dentro de un mismo establecimiento se da la paradoja de que un docente puede ser mucho más estricto que otro, y un estudiante, invirtiendo el mismo tiempo y preparación en un curso, puede obtener un 7 y en otro un 5. Pero este factor que resta toda credibilidad a las notas como medición estandarizada y fidedigna de la realidad, no es considerada por los creadores del ranking.
Hemos sido acusados innumerables veces de levantar argumentos infundados en contra del ranking de notas -lo cual no es cierto-, mientras ellos venden un producto con frases y cifras bonitas, apelando muchas veces a la misericordia, basando todo en estadísticas que sólo consideran al segmento de alumnos que queda en las universidades tradicionales -a quienes les va bien en la PSU, sino, no hubiesen quedado. ¿No serán ellos los que tratan de defender lo indefendible a través de argumentos infundados?
Es por todo esto que no nos podemos cansar de hablar del ranking, porque el ranking intimida, hasta tal punto que 130 compañeros de tercero medio solicitaron repetir de curso por miedo al castigo que pueden recibir gracias a la alta ponderación que posee esta política pública.
Espero que el nuevo Centro de Alumnos del Instituto Nacional continúe esta lucha con la finalidad de lograr un sistema de selección universitaria mucho más sincero, que no use la equidad con fines meramente políticos, así como también espero que el CRUCH comience a pensar mejor sus decisiones, porque hoy ya es tarde: un tercio de la Generación Bicentenario del Instituto Nacional ya está fuera de la carrera que habría enorgullecido a sus familias. Lo que vemos hoy es tan solo efecto de la soberbia de las cabecillas de esta política pública -entiéndase, Zolezzi, Gil y compañía. Reiteradamente le demostramos al CRUCH que las notas de enseñanza media no constituyen un método válido, puesto que las notas dependen de innumerables factores, y no solo del esfuerzo o capacidad de un estudiante. En vez de responder a dicha falencia -a nuestro juicio insalvable-, han respondido señalando que «de acuerdo a nuestras proyecciones y estudios, el ranking ayuda a los estudiantes de sectores municipales y en riesgo social». Ahora que conocemos los resultados de las postulaciones, el argumento empirista del CRUCH se desmorona, puesto que el ranking en la práctica, en los hechos, y no en modelos o simulaciones, afecta a la educación pública y disminuyó el número de estudiantes vulnerables que ingresa a la educación superior, y en quienes se escudan los autores de este nefasto mecanismo.
* Entrada escrita por Ricardo Parra Uribe, Secretario de Asuntos Académicos, Centro de Alumnos Instituto Nacional.
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Foto: Benjamín Mejías Valencia / Licencia CC
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