La educación escolar chilena está pasando por una crisis. Las cifras del ciberbullying muestran que hay un problema interno en la forma de relacionarse de los niños y jóvenes entre sus pares, pero ¿Ese es es el único problema? Lamentablemente no. Según las últimas cifras entregadas por la Superintendencia de Educación, hubo un aumento entre el año 2016 y 2017 de casi 53% en las denuncias realizada por profesores, respecto al maltrato que reciben tanto por parte de apoderados como de los estudiantes y en el primer semestre del presente ya se registraron 23 acusaciones. Ahora la respuesta a tal situación es simple: perdimos el norte nosotros como padres, donde el problema radica en la familia. Ellos son los primeros educadores, ya sea papá, mamá o abuelos, es ahí donde está la génesis de la educación cultural chilena.
Desde el minuto uno, y no desde el punto de vista machista, sino que desde que la mamá tiene que trabajar y tiene que dejar en una guardería a su hijo o en una sala de clases para que se lo cuiden, se perdieron lógicas que se enseñan en la primera infancia. Ese niño siente que tiene puros derechos, pero ningún deber, donde nadie le ha dicho cómo tiene que relacionarse y en un mundo, donde prima lo virtual y las redes sociales, no se tiene claro cuál es la realidad, por ende lo que se da y lo que se dice se refleja en cómo se agreden de diversas maneras.Para tener que educar hay que poner más normas. Para que esto no vuelva a ocurrir se deben respetar los reglamentos, todo establecimiento tiene uno, el cual es consensuado por la comunidad escolar desde el momento que la familia decidió integrar a su hijo a la institución.
¿Entonces qué está pasando en las salas de clases? Los profesores son agredidos verbalmente y a veces hasta físicamente porque no hay educación, porque no hay conciencia de respeto con el otro, porque no se ve al educando como alguien mayor que se encarga de uno como alumno. Ahora, ellos tampoco denuncian porque tienen miedo a quedar deshabilitados de perder la garantía como profesional, entonces es más fácil callar y dejar que las cosas pasen. Para tener que educar hay que poner más normas. Para que esto no vuelva a ocurrir se deben respetar los reglamentos, todo establecimiento tiene uno, el cual es consensuado por la comunidad escolar desde el momento que la familia decidió integrar a su hijo a la institución. A veces los roles se mezclan, pero el papá es papá y el profesor es profesor y eso significa educar y también restringir, es decir, tienen que hacerse cargo de lo que hacen sus hijos, ellos son la manifestación de lo que sienten dentro del nido familiar. Hoy es más fácil llevarlo al psicólogo, culpar al colegio, derivarlo a cualquier lado en vez de resolver el problema, entonces los padres se deben preguntar: ¿en qué estoy fallando yo como papá o mamá?.
Tenemos que entender que somos el país número uno en consumo de alcohol, en drogas, donde todo se normaliza. Con el maltrato es lo mismo. Probablemente el trato que tienen con sus padres es el mismo que realizan a sus profesores, nadie conoce la realidad interna de las familias, pero los índices arrojados en nuestro país reflejan que en lo sano y positivo nos estamos quedando cortos y en los índices negativos llevamos la batuta en todo: sida, droga alcohol y lo que es más abismante enfermedades serias en niños menores de 6 años. Si en todo esto le sumamos la falta de respeto a la autoridad, no hay educación que resista ni profesor que se la pueda bancar ¿Usaremos las herramientas que nos quedan para corregir todo esto o simplemente lo dejaremos hasta celebrar una nueva Torre de Babel? Los semáforos están todos en rojo, pongamos atención y eso depende de nosotros.
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