La búsqueda de la calidad tiene aspectos múltiples. Las medidas para acrecentar la calidad de la educación superior deben estar destinadas a alcanzar objetivos institucionales correlacionados con el medio y alcanzar el mejoramiento del propio sistema.
La calidad se ha convertido en una necesidad en el ámbito de la educación superior, ello porque la satisfacción es necesidad y requerimiento de una sociedad que genera expectativas en relación a una educación de calidad y que depende de varios factores internos: personal docente, un modelo educativo asociado a programas pertinentes en relación a los requerimientos de un país y de cada una de las realidades regionales, de los estudiantes y el compromiso con su educación y el medio universitario.
La búsqueda de la calidad tiene aspectos múltiples. Las medidas para acrecentar la calidad de la educación superior deben estar destinadas a alcanzar objetivos institucionales correlacionados con el medio y alcanzar el mejoramiento del propio sistema. La evaluación y el incremento de la calidad deberán iniciarse con el docente tanto en la entrega de conocimientos y en su gestión académica, logrando además una participación activa en las actividades de las instituciones de educación superior.
Las políticas de desarrollo de los recursos humanos, en especial las relativas a la contratación del personal de apoyo, deberán basarse en principios claros y objetivos bien definidos, haciendo hincapié en la capacitación inicial, en el empleo de personal competente y en la instauración de mecanismos más rigurosos de selección y capacitación del personal encargado de funciones administrativas y de gestión en la educación superior.
La calidad de los estudiantes plantea un problema inmenso, teniendo en cuenta la poca orientación de lo que quieren los alumnos, la diversificación de los programas de estudio y los actuales niveles de financiación de la enseñanza superior. En estas condiciones los gobiernos y las instituciones de educación superior adoptan diversas soluciones. Se acepta, en general, que la calidad de los estudiantes de la educación superior depende en gran medida de las aptitudes y la motivación de los alumnos que egresan de la enseñanza secundaria, por lo que es necesario volver a examinar la articulación de la enseñanza secundaria y la educación superior, el asesoramiento y la orientación de los estudiantes y la conveniencia de hacer comprender a los estudiantes su responsabilidad respecto de la sociedad en la que viven.
La calidad de la infraestructura y la calidad académica de la educación superior importa para la enseñanza, la investigación y las funciones de servicio, así como para la cultura institucional, imprescindible para dar coherencia a las instituciones de educación superior, sumamente diversificadas y a menudo geográficamente dispersas. Las inversiones de capital en infraestructura (vías de acceso, laboratorios y bibliotecas) deben ser consideradas como obras que forman parte del esfuerzo general destinado a un todo integral.
La evaluación de la calidad es fundamental para buscar soluciones que aumenten la calidad de la educación superior. Esa evaluación no debe efectuarse teniendo en cuenta sólo aspectos financieros, ni se debe relacionar exclusivamente con el funcionamiento global de las instituciones de educación superior, cuyos indicadores se prestan mejor a una medición cuantitativa que a una evaluación cuantitativa. Se debe prestar la debida atención a los principios de libertad académica y autonomía institucional. Pero estos principios no se deben enarbolar para oponerse a los cambios necesarios, ni para proteger estrechas actitudes «corporativistas» o privilegios que a la larga podrían tener efectos negativo sobre el funcionamiento de la educación superior.
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