Cuando los expertos hablan de reforma tributaria, lanzan definiciones técnicas sobre gasto social y coberturas, como es en tal país vecino o lejano, o que ocurre en la OCDE. Pese a ello, hay dos cosas que me llaman la atención: la primera es una enorme confusión entre el gasto público y el privado que depende de cómo se concibe un modelo de desarrollo; y, lo segundo, que al final poco se habla de cuánto realmente pagamos los ciudadanos en este país por la estructura tributaria o por recibir seguridad social.
Desde hace algún tiempo me propuse hacer algunas cuentas sencillas que como ciudadano de a pie me permitieran juzgar si el sistema con el que contribuyo es realmente justo.
La mayoría de los chilenos declara ganar menos de $250.000 al mes según los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Calidad de Vida de los Trabajadores (ENETS), y buenamente, podría suponer que una fracción importante no cotiza ni en Fonasa ni en AFP, por decisión u omisión, asociado más que nada a empleo informal. Por tanto, el único tributo que pagan resulta ser el IVA de 19%, más alto que en varios otros países. Claro, tampoco descuento las compras informales que pueden hacerse y reducir un poco esto.
Sigamos. Sin gran sorpresa, la gente que tiene un trabajo formal se encuentra con descuentos previsionales de pensión y salud (gasto privado para seguridad social), mientras que a medida que aumenta el sueldo, la progresividad lleva a que aparezca el descuento por impuesto a la renta. Entonces, sume al 19% de IVA, el 7% de salud a Fonasa o Isapre y el 10% de AFP, más su respectiva comisión promedio de 1,5%. En suma, si usted tiene suerte ya podrá estar pagando 6% efectivo de su sueldo, que con todo lo demás resulta en 43,5% para todo lo antes mencionado. Claro, también puede evadir algo comprando en la calle, usar algunas franquicias tributarias como su crédito hipotecario, pero este aumento queda dentro de la progresiva solidaridad en que los que más tienen aportan más en cantidad y proporción.
Y terminemos con alguien que tiene la suerte de disponer de los recursos para formar una o varias empresas. Seguro que en ellas tendrá un sueldo y cotizará su previsión acorde al tope previsional vigente de poco más de un millón y medio de pesos, como debe ser. Sólo hay que supone que usted no es una empresa minera que pagaría en promedio un 7% más, ni una empresa extranjera que debería pagar el 35% (o la suma de ambos si es una minera extranjera). Ahora en general, lea bien, la empresa paga 20% de sus utilidades en 2011. Y si en el caso de una PyMe el aporte tributario del sueldo de sus dueños pudiera ser relevante, en el caso de empresas más grandes esa tasa tiende a 20% o menos, derivado de franquicias tributarias.
En resumen y si me permite la simplificación, en Chile un pobre paga 20% de contribuciones por vía pública o privada, alguien de clase media 40% y un rico 20%.
Preocupado, busco datos que me permitan desmentir este simple razonamiento y al contrario y encuentro informaciones como este post de Kenzo Asahi que confirma que los pobres en Chile pagan 15%, mientras los ricos un 12% (aunque igual separa la contribución privada del análisis y perjudica a la clase media, como decía al inicio).
Si el principio de justicia social es que como mínimo todos contribuyamos en la misma proporción a los sistemas estatales y seguridad social, la progresividad inversa y que sobrecarga a la clase media me parece sin duda aberrante.
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Foto: Carolina Macaya / Licencia CC
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fsabando
Como bien dices, creo que hay harto de eficiencia en la administración, no así en la estrategia u objetivo final de la tributación.
prementeria
El sistema tributario chileno es eficiente desde el punto de vista administrativo. Sin embargo, muestra serias deficiencias en el destino que se utilizan los impuestos y aun peor, la desigual carga tributaria de las clases sociales. «El maldito 3%» que suelen llamar los empresarios PYMES, es un ejemplo de la desigualdad tributaria no sólo para la sociedad, sino ademas para el mundo empresarial ya que están obligados impositivamente a la misma carga que las grandes empresas. Esperemos que el gobierno de turno pueda re-diseñar el sistema impostivo chileno, disminuyendo la desigualdad social y económica.