Los movimientos sociales mueven la línea del sentido común de las sociedades. Hacen que lo que hoy se considera natural, pase a ser cuestionable y, finalmente, transformable colectivamente. El movimiento estudiantil lo viene haciendo desde el año 2006 –con especial fuerza el 2011- y ha logrado instalar definiciones que casi habían desaparecido de la conversación social: que la educación es primero un derecho social, antes que un bien sujeto a transacción mercantil, por ejemplo.
En el último tiempo otros movimientos también han surgido a lo largo del país. En la Araucanía, la lucha sostenida del pueblo mapuche por la recuperación y control de su territorio; en Freirina el clamor ciudadano contra el abuso de las empresas y el abandono del Estado; en Aysén, la demanda de los pescadores que escaló hasta un conflicto multidimensional que dejaba ver el aislamiento, el alto costo de vida, la ausencia de una universidad regional y el despojo de los recursos naturales del territorio; en Magallanes, la razonable indignación ante el alza del precio del gas; en Arica, de nuevo “el abandono del Estado”, sentida declaración de los dirigentes sociales; y en Calama, epicentro de la extracción de la principal riqueza del país, las demandas por soluciones a sus carencias y el reclamo tajante por “descentralización ahora”.
Las desigualdades territoriales, el centralismo rampante y el muchas veces hermético sistema político, se conjugan para generar realidades insostenibles en las regiones. Los movimientos ciudadanos han rechazado la desigualdad social y su expresión territorial, que la hace más ruda aún, por situar asimétricamente a las regiones y sus comunas respecto de Santiago. La concentración económica y política en la capital, y la disparidad existente en materia de indicadores sociales entre dos o tres regiones y el resto, describen un país desequilibrado, que requiere de cambios orientados hacia la reducción de las brechas territoriales. Dichos cambios, posibles desde la política, exigen que el poder político también radique en las regiones, que éstas no sean sólo receptoras, sino que creadoras de política, que el poder ciudadano regional se pueda expresar en la institucionalidad regional y que el centro negocie, no imponga.
Poco a poco se ha ido abriendo el sentido común a la incorporación de una nueva dimensión de las desigualdades: la territorial. Aún falta mucho por avanzar y comprender que el desarrollo no es posible si no existe cohesión territorial, de modo que todas las personas tengan iguales oportunidades de desarrollo y acceso a niveles semejantes de bienestar y de ejercicio de sus derechos, independientemente del lugar donde nacen, crecen o viven. La ciudadanía lo está expresando y el sentido común está penetrando en la agenda, pero ello no ocurrirá solo, sino que de la mano de territorios activos, con ciudadanía y actores políticos concertados, demandantes y propositivos. Los movimientos sociales están haciendo su parte, ¿y las autoridades?
Las desigualdades territoriales, el centralismo rampante y el muchas veces hermético sistema político, se conjugan para generar realidades insostenibles en las regiones. Los movimientos ciudadanos han rechazado la desigualdad social y su expresión territorial, que la hace más ruda aún, por situar asimétricamente a las regiones y sus comunas respecto de Santiago.
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Foto: Carolina Velis / Licencia CC
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Juan Fernandez
Estimado, agradezco tu comentario.
Ciertamente falta mucho por avanzar y desde esa perspectiva creo que todos los esfuerzos son necesarios y válidos, porque van sumando. El desarrollo territorial y la descentralización requieren de cambios a nivel país, tanto en el centro como en las regiones y efectivamente transformaciones significativas en la institucionalidad pública y el sistema político. Que éste tenga legitimidad e incorpore de modo significativo la participación ciudadana, por ejemplo, para que la política sea espacio de debate y de construcción en base a los distintos intereses de los grupos sociales, tanto en regiones como a nivel país.
Los objetivos, tal como señalas, son ambiciosos, no porque voluntaristamente crea que se logrará en el corto plazo, sino que precisamente por la magnitud del cambio, debe plantearse en un horizonte de largo plazo, con pasos concretos que permitan ir en esa dirección. A dicho esfuerzo deberán sumarse distintos actores, desde diferentes ámbitos, obviamente que unos pocos no lograremos los grandes cambios y pretender hacerlo sería contradictorio con nuestro objetivo, esto no se puede hacer sólo desde un lugar y de un área, sino que requiere la participación de la más amplia gama de personas y entidades.
Pretendemos contribuir a instalar el tema en el debate público, con investigaciones serias y dándole difusión a las realidades territoriales, de modo de sumar evidencia y reflexión que permita contribuir, junto con otros, en que las decisiones que se tomen vayan en la línea de lograr menores desigualdades en el país.
Que lo estemos discutiendo ahora, ya es un avance.
peon
Estimado Juan:
Las propuestas de orden regionalista que se han conocido en el país tienen una larga data argumentable, cosa que seguramente tú haz de saber mejor que yo. Sin embargo, también es conocido el hecho de cuánto no hacen las autoridades para desarrollar lo que expones, privilegiando un desarrollo del Área metropolitana que ya tiene rivetes de descabellado.
Como salvedad a la lógica de lo que expones, quisiera comentarte que respecto a tu penúltimo párrafo, cuando dices que:
«Dichos cambios exigen que el poder político también radique en regiones para que sean creadoras de política y que el poder ciudadano regional se pueda expresar en la institucionalidad regional…»
este cambio primero debe darse a nivel nacional, creándose posiblemente una institucionalidad particular para que el Gobierno, el Parlamento y los partidos políticos, o en resumen toda la mafia política, digamos, pueda dialogar con la ciudadanía. Esto podría ser una Cámara Ciudadana Digital, por ejemplo, en la que se debatan toda clase de posiciones respecto a qué hacer, cómo, cuándo, por qué y con qué recursos…
De esta forma, creo que el traspaso de poder a regiones tendría una cuota más de accesabilidad o factibilidad, ya que, tal como lo planteas, el traspaso de poder a regiones no parece algo tan sencillo, por varias razones argumentadas por algunos políticos, incluso… De hecho, si razonamos en ello un poco, la propuesta de poder regional en la que las autoridades dialoguen con los ciudadanos de la Región, igualmente requiere de una institucionalidad como la Cámara Ciudadana, para que se visibilicen las inquietudes ciudadanas y no ocurra lo mismo que sucede cuando le escribes a la Presidencia, por ejemplo, que actúa como un agujero negro de la información, porque se la traga toda, sin que nadie más la pueda ver…
Es decir, cualquier proceso transformador de importancia que se quiera implantar en regiones necesita en primer lugar herramientas de diálogo, porque, lo que pudieran ser para ti las propuestas más razonables que existan, para otra persona puede que no lo sean, si tal vez él tiene alguna más concretas, específicas y transformadoras, particularmente si acaso son más simples y no se contraponen a lo que existe, particularmente si de cesión de poder hablamos, cosa que por cierto, para mí no es precisamente necesario o imprescindible…
Digo esto porque, a similitud del trabajo de la CEPAL, actúa el Rimisp, según entiendo, pero, si algo sabemos de la CEPAL, es que ésta, a pesar de todos sus esfuerzos, no ha logrado el gran objetivo de terminar con la pobreza, por ejemplo, o la segregación territorial, hecho que denota que sus políticas han sido insatisfactorias, tal como me parece que son insuficientes y poco específicas las que están expuestas en el sitio web del Rimisp, y tal como se lo he manifestado a otras personas de la misma Institución que acá participan de vez en cuando exponiendo sus artículos, aunque, obviamente no están dispuestos a dialogar en torno a ello, según mi experiencia…
Así, la solución que creo que resulta más factible a toda la problemática expuesta en el artículo, pasa no sólo por desarrollar o crear las instancias que ustedes exponen, ya que una cosa es pasar de cero, lo que tenemos, a cien, que es lo que esperas que suceda en el país cuando dices:
» todas las personas tengan iguales oportunidades de desarrollo y acceso a niveles semejantes de bienestar y de ejercicio de sus derechos, independientemente del lugar donde nacen, crecen o viven»
pero, saltándose cada uno de los pasos componentes de lo que ha de ser la operación de un sistema que logre semejantes objetivos.
Esto tiene particular relevancia ante el hecho primero y base del artículo que da cuenta de una realidad en la que existe una inmensa concentración del poder de urbanización del Área Metropolitana, cosa que acapara una gran cuantía de recursos del Estado que, «si se quiere regionalizar de la forma acá expuesta», deben ser derivados en gran proporción a las regiones, pero, como sabemos, la mafia del sector construcción de Santiago tiene un poder que no cualquier ciudadano común entiende, más aún si no conoce cómo se ha diversificado e integrado vertical y horizontalmente la oferta de sus productos y servicios o sus inversiones…
Por lo tanto, plantear los objetivos del artículo de la forma en que han sido planteados, deja de lado y fuera de lugar elementos que deben ser identificados y relacionados a otros, de forma que la derivación de recursos destinados a la regionalización pueda plantearse como un «programa de operaciones» detallado, una vez dialogado y consensuado…
Seguramente tu comprensión del tema, dado lo que digo, alcanza altos niveles de detalle, motivo por el que no creo que sea necesario extenderme en el razonamiento…
En resumen, creo que al Rimis le falta bastante trabajo teórico que realizar y por lo que he podido apreciar, le falta algo más que eso también… Así y todo es de esperarse que los objetivos que se han planteado los puedan llevar a cabo en el corto plazo, en beneficio del desarrollo nacional y particularmente si acaso ello logra producir experiencias que puedar ser reproducidas en otros lugares del mundo… Pero, sin pretender contraponerme a vuestro trabajo, me parece que aún no tienen en sus manos todo lo que tal operación requiere…