Ha cerrado una biblioteca en Vicuña, dicen que ni los perros se enteraron y que uno que otro diario ha recalcado la noticia como algo alarmante, pero las noticias son hechos circunstanciales que trabajan con lo espontáneo y pasajero de la mente de los espectadores, así que una información más ha sido olvidada.
Una gran biblioteca se ha abierto en Santiago de Chile, dicen que en su inauguración hasta fuegos artificiales anunciaron su nombre “Gabriela Mistral”, el famoso GAM. Los pasillos son elegantes y los ascensores blancos, pulcros y tan limpios que hacen juego con esa solemnidad tan propia de los edificios públicos construidos por las también “solemnes y pulcras” instituciones estatales de nuestro querido Chile. Todo calza, incluso el dantesco presupuesto que se gastó en edificarla.
En Vicuña no hubo fuegos de artificio, ni centenares de personas, ni folclore chileno ni grupos musicales cuando la biblioteca pública de Montegrande cerró sus puertas para siempre por falta de financiamiento y cuando 800 usuarios al mes se quedaron sin la única biblioteca que les ofrecía internet gratis y préstamos de libros, Paihuano evidentemente no esta de fiesta.
La tierra de Gabriela, lugar dónde estudió y se crío se esta quedando sin libros, ¡Pero en Santiago se han desembolsado casi 60 millones de pesos en construir una biblioteca en su nombre! ¡¿Para qué?!
Luego se preguntan ¿por qué? Por qué en Chile la gente no lee, por qué las bibliotecas siempre están vacías, por qué cuando los estudiantes llegan a la Universidad tienen que enseñarles ortografía desde primer ciclo, por que dentro de su bibliografía mental sólo tienen un registro de cuatro o cinco libros, en el mejor de los casos, claro.
Chile es un país extraño dónde los consagrados e ilustrados escritores nacionales se abalanzan unos a otros en la esquizofrénica carrera por conseguir el premio Nacional de Literatura y donde todos sabemos que la estatuilla siempre rondara entre las mismas manos, jamás será por un proceso democrático y transparente, donde sea la población chilena quien elija a sus escritores y no los índices de ventas literarias que aparecen a anual y mensualmente en los registros de mercado literario que aglutinan cuantiosas cifras cobrando un 19 % de impuesto al libro, negocio rentable para las grandes editoriales.
Mientras tanto los pequeños escritores, los independientes, los que que tienen que concursar cada año en los fondos de fomento al libro, se desangran en sus bolsillos tratando de encontrar un miserable financiamiento que los ayude a competir con esas elocuentes y magnas publicidades pegadas en las partes traseras de las micros anunciando el nuevo de libro de Roberto Ampuero o de Pilar Sordo, mientras en Argentina se triplica la venta de libros de Bolaño y en Chile es casi nula.
Y luego nos hablan de Premios Nacionales, cuando la propia Gabriela Mistral tuvo que ganarse el Nobel para ser reconocida en su tierra, y aún se la menciona con descaro en los discursos presidenciales con total ignorancia, y aún no se les cae el rostro cada vez que la nombran en las carteras del Ministerio de Educación, diciendo que es la madre de la Literatura Chilena y al mismo tiempo excluyendo a un monumental volumen de mujeres escritoras del Premio Nacional de Literatura
Ni hablar de las bibliotecas, las librerías y los teatros comunales que deben pelearse a muerte con los municipios para que les presten un espacio. Ni hablar de los fondos de cultura como FONDART, que tan democrático se han convertido en estos últimos años que se han encargado de eliminar sistemáticamente a todos los jóvenes de los barrios bajos, ¡por que es imposible postular a un proyecto competitivo, no por las trabas burocráticos, imposibles por lo demás, si no por lo caro que es construir un proyecto para FONDART!
Y luego nos hablan de Premios Nacionales, cuando la propia Gabriela Mistral tuvo que ganarse el Nobel para ser reconocida en su tierra, y aún se la menciona con descaro en los discursos presidenciales con total ignorancia, y aún no se les cae el rostro cada vez que la nombran en las carteras del Ministerio de Educación, diciendo que es la madre de la Literatura Chilena y al mismo tiempo excluyendo a un monumental volumen de mujeres escritoras del Premio Nacional de Literatura, si hubiesen leído atentamente a Gabriela Mistral seguramente no la nombrarían con tanto desparpajo y claramente tendríamos una educación tan hermosa y elevada como las altas cumbres que nos protegen, seguramente los profesores básicos aprenderían un poco más de educación primaria y no existirían GAM si no miles y millones de librerías difundiendo cultura y no consumo de cultura o incultura, o cómo quieran llamarlo las mafias literarias que han hecho de las artes nacionales una tragedia cultural. Tendríamos más Elicuras Chihuailaf, más Eltit, nuestras propias Maria Elena Walsh.
Tendríamos a un pueblo más humanizado, no seríamos una sociedad carnívora donde el que más tiene es el que más vale, tendríamos más premios nacionales, más escritores emergentes apoyados por el Estado, tendríamos en definitiva libreros de vocación como Héctor Yanover en Argentina diciéndonos:
“Librerías, librerías solamente de libros, eclécticas, donde el librero se preocupa de encontrar lo que el cliente quiere o necesita, donde te pueden asesorar, donde saben que los libros tienen el valor de otros padres y que sus palabras pueden engendrar hazañas y buenos deseos como en el caso de nuestro señor Don Quijote. De ésas, de ésas también hay»
—
Imagen
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad
Gonzalo Oyarzún
Estimada Daisy
Parece que debe haber alguna confusión: hoy ninguna biblioteca, en toda la Región de Coquimbo, ha cerrado sus puertas. Y la Biblioteca Pública de Vicuña, que dirige la señora Carmen, nunca ha cerrado sus puertas. Más aún, en Vicuña hay dos bibliotecas públicas: la municipal y la del Museo, especialmente dirigida a niños. ¿Entonces?
Debe haber otra confusión entonces, porque Vicuña, Monte Grande y Paihuano no son la misma cosa. En Monte Grande (comuna de Paihuano) hay una Biblioteca Pública, la dirige Alejandra y no tiene vinculación con la Municipalidad. Esa biblioteca si estuvo cerrada, pero tan solo por un breve período. Hoy está abierta; hace muchos meses que está abierta, sin problemas y realizando un trabajo que ha sido destacado a nivel nacional.
¿Entonces qué biblioteca es la que se ha cerrado? ¿Has hablado con Carmen o con Alejandra o con alguno de los habitantes de esas localidades? ¿Cuáles son tus fuentes periodísticas? ¿Cuándo chequeaste que una vieja información estuviese aún vigente?
Me parece perfectamente válido discutir sobre dónde y cómo se deben construir bibliotecas públicas y cuáles deben ser las prioridades que nos demos como país para ello. Pero esgrimir algo que no se ajusta a la realidad como argumento para intentar desprestigiar la construcción de otra biblioteca pública no me parece que sea el mejor de los caminos. Ello especialmente porque existen muchas personas que conocemos las bibliotecas públicas en profundidad y sabemos que tus argumentos, además de errores de geografía, tienen faltas a la verdad.
Ojalá estas declaraciones pudiesen dar espacio a un desmentido, especialmente por las personas que trabajan todos los días en Vicuña y Monte Grande, a quienes no se les ha consultado nada antes de escribir esta columna; porque ellas creen en el rol de la biblioteca pública y se la juegan todos los días por ello.
Te saluda
Gonzalo Oyarzún
Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas
DIBAM
Pol
Tanto libro y tan poco lector.
El libro es algo tan íntimo como la audición de un disco. Yo, en lugar de dirigirme a un espacio prestamista de títulos, que no sabe de tiempos ni de estilos de lectura -que no son anacrónicos y sí polifaséticos-, prefiero pagar por el derecho a su conservacíon. Esta cuestión es fundamental, pues, el libro no sólo se enfrenta a través de la lectura lineal como un viaje sin retorno. Se lee y relee, se deja, se retoma, se avanza y retrocede, se marca, se re-escribe. Así cómo el estado está preocupado por el valor de los combustibles, ponga algo de interés en el valor de estos -claramente en nuestro país- artículos de lujo, cuyo acceso es sólo para unos pocos.