Ya es madrugada y nos enfrentamos a un nuevo Día Mundial de Lucha contra el SIDA, pero Chile no tiene mucho que conmemorar o mostrar, al contrario, el desborde de la epidemia de VIH/SIDA muestra otra vez la cara del país subdesarrollado, incapaz de enfrentar situaciones de salud. Vamos a las cifras.
En primer lugar tenemos un alza en el crecimiento de la epidemia, en Chile la epidemia nunca ha parado de crecer, siempre hemos tenido un aumento de casos sostenido, lo cual se fortalece en el último quinquenio (2010-2015). De 2010 al 2011 se presenta un crecimiento del 57% llegando 9,6 por 100 mil hab, Desde el 2011 la tasa ha experimentado una relativa estabilización, presentado el 2015 una tasa de 8,7 por cien mil habs. En resumen la cifra anual es de 2.500 personas al año notificadas de VIH/SIDAEntre 1990 y 2013 se produjeron en Chile 8.821 defunciones por Sida, de las cuales el 87% (7.648) corresponden a hombres.
Un segundo elemento es la creciente epidemia entre los jóvenes, al parecer la generación millenial nunca entendió que si bien el VIH se puede controlar no es un juego de niños. Las mayores tasas están concentradas en el grupo 20-29, lo cual les asegura muchos años de pastillas, de efectos secundarios, de enfermedades que se combinaran con sus medicamentados estómagos, hígados y páncreas. Cabe hacer la aclaración que “se observa que en el grupo de hombres de 15 a los 39 años entre el 77% y el 89% de las vía declarada es la práctica de relaciones sexuales entre hombres.” En pocas palabras los homosexuales jóvenes hoy se exponen al virus sin mayor conciencia de las consecuencias asumiendo el tramposo discurso medico sobre el control del VIH y su manejo clínico, lo cual no se condice con la alta mortalidad existente y otros problemas de salud asociados.
Vamos al punto tres, uno que he tocado en notas anteriores y que parece ser de los pocos que algo de eco hace en la población, hace un par años escribí que cerca de 400 personas en Chile fallecían por causa del VIH, comentaba que esa cifra no baja y que el gran logro de nuestras autoridades de salud era haber “estabilizado la mortalidad”, como si cuatrocientas muertes al año no fueran suficientes. Entre 1990 y 2013 se produjeron en Chile 8.821 defunciones por Sida, de las cuales el 87% (7.648) corresponden a hombres. Lo peor estaba por venir, ahora hablamos de 450 muertes al 2015 como cifra aun preliminar, es decir todo puede ser peor y nos contrasta con ese Chile solidario, esforzado ante sus problemas.
Como cuarto punto aparece el fin de la epidemia feminizada, durante años se intentó feminizar el VIH como una forma de sensibilizar, de quitarle el estigma homosexual a la epidemia, sin embargo nada ello se concreto, las porfiadas cifras indican no solo que la epidemia no se volvió femenina (a pesar de los múltiples factores que hacen a las mujeres vulnerables) al contrario la brecha entre hombres y mujeres va en aumento, es decir cada vez tenemos una epidemia más joven, más masculina y más homosexual. Queda en manos de las autoridades respectivas dar una respuesta a esa epidemia, a la existente, en la cual las mariquitas gays, homo, bisexuales, o como les de la gana en llamarse tengan un lugar central, para ellos se hace necesaria derrotar la homofobia y transfobia oculta e institucionalizada.
Los datos ya mencionados se pueden volver más complejos si los cruzamos con otras variables, si bien el VIH es transversal a los distintos grupos sociales no es necesario escarbar mucho para notar que los grupos más pobres son los que presentan mayor mortalidad, dígase los tramos vulnerables de FONASA. Sin mencionar el impacto económico general, por una parte existe un importante gasto en los servicios salud en atenciones medicas, hospitalizaciones, tratamientos, monitoreo y otras acciones para atender a los miles chilenos afectados por el VIH.
No se puede cerrar esta nota sin mencionar la existencia una fuerte discriminación a las personas que viven con VIH, a pesar de ser miles y de las notables batallas que muchas personas que viven con VIH han dado, la discriminación aun se mantiene, el estigma negativo a quienes por alguna adquirieron el virus sigue pesando en su vida cotidiana.
Una nota como esta no puede dar cuenta de lo complicado de la situación que hoy existe, eso da para muchas líneas, por ahora nos conformaremos por delinear algunos elementos del fracaso en la respuesta a la epidemia del VIH/SIDA, hay muchas públicas y privas, eso será el texto de nota siguiente.
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