No es sorpresa escuchar o leer en entrevistas, la postura renovadora de nuestras heroicas figuras de la “nueva política”. Esa frase tan llamativa y popular que denota un supuesto cambio rotundo en la forma de ejercer el servicio público: venimos a reemplazar a los mismos de siempre.
Para cualquiera resulta esperanzador ese mensaje; la sola idea de elegir autoridades de recambio y renovación que podrían liderar nuestro país en el congreso y hasta en el palacio de gobierno, es una motivación que levanta a cualquier progresista a sufragar en el próximo mes. El problema de este discurso, no solo radica en su escasa efectividad, sino que, este mensaje se presenta en nuestra historia sociopolítica como una importante renegación de esos mismos de siempre que merecen el respeto de todos los chilenos que gozamos de nuestros derechos en democracia.
Estoy convencida que la convicción de dignificar la labor pública y social que significa representar al pueblo en escaños democráticamente asignados, no solo le pertenece a las nuevas organizaciones.
Hace más de tres años, que adhiero a las filas del socialismo chileno. Un partido político que últimamente ha sido enormemente cuestionado por casos gravísimos de corrupción. Ante estas situaciones de vergüenza y desagrado, lo único que crece más que la obvia desilusión, es la convicción de pertenecer a un partido de luchas históricas y justas que han hecho de este país, un lugar más digno para quienes lo habitan. Es así como, luchando contra la tan vil relación entre la política y el dinero, hemos seguido forjando y construyendo una Juventud Socialista que sueña y anhela lo mejor para toda la gente de Chile. Un espacio de hombres mujeres jóvenes, quienes decidieron formar parte de la añosa tradición política nacional. Llegar a la gente en el nombre del PS, no ha sido una tarea fácil: finalmente todos los militantes, puros y sinceros o no, hemos tenido que afrontar el rechazo de la gente con la cabeza gacha y la postura de reivindicación que el nombre del socialismo merece. El repudio que expresan estas figuras de salvación política, no es algo ajeno a las declaraciones y sanciones concretas que organismos gubernamentales y partidarios han instaurado en su gestión. Estoy convencida que la convicción de dignificar la labor pública y social que significa representar al pueblo en escaños democráticamente asignados, no solo le pertenece a las nuevas organizaciones. Se puede representar la generación de recambio político desde un partido tradicional, y no es necesario votar por Beatriz Sánchez para abolir la corrupción en la política de este país.
Más allá de lo que ocurra en noviembre, me parece fundamental erradicar del discurso público esa tan irresponsable forma de llegar a la gente. Esa postura que entierra junto a los que merecen la pena de la justicia, a los tantos compañeros y compañeras que dieron su vida por la libertad plena de todos los que hoy, tenemos la opción de caminar sin miedo a expresar nuestra voluntad en las urnas.
Los que han estado décadas trabajando en nuestras poblaciones, los que estuvieron con Salvador Allende el 11 de septiembre, todos los que hicieron posible el aborto en tres causales, aquellos que gritaron en nuestras calles denunciando lo más crudo del fascismo nacional, los que están luchando por el matrimonio igualitario, una educación gratuita y todos los que fueron asesinados, torturados, exiliados y exonerados, también son los mismos de siempre.
Comentarios
13 de octubre
Harto viejito su convencimiento. Hoy y hace algunos años el PS no es más que una sombra de lo que pudo haber sido. Una mafia política más, tal como otras.
Quizá no se trate de los mismos de siempre, sino que de lo mismo que siempre, ya que asi como otros, el PS se coloca a la fila de las elecciones con un número igual a cero de propuestaz.
Pero, ahí está, tal como siempre, esperando a ver qué alcanza y qué le toca…
En cuánto a dignidad o algo semejante por haber hecho algo por la gente, vea el sistema y piense todas aquellas situaciones que sufre la gente y en donde el Partido Singularizado no es más que lo mismo que los demás.
Su singularidad la describo yo así: solo son otra mafia política más. Otros queriendo que el Estado los alimente…
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