Gobernar a espaldas de la gente se hace cada vez más difícil, por lo que lo más recomendable es hacerlo a cara descubierta, con las manos limpias, con la verdad, sin letras chicas. El país demanda un gobierno con valores. Quizá ese sea su principal desafío.
El cambio de mando estará marcado por ciertos hechos de corto y largo alcance. El gobierno que se va poco menos que está tirando la casa por la ventana como si después viniera el diluvio. Entiendo que Piñera celebrará la misma noche con sus colaboradores más cercanos en su casa. No tengo claro qué celebrará, porque hasta donde yo sé, la candidata de sus adherentes, fue derrotada estrepitosamente, y el resultado de las elecciones parlamentarias ha provocado que la UDI disminuyera significativamente su representación en el congreso nacional, y en el otro, RN, el choclo se ha ido desgranando.
No recuerdo que Michelle, al término de su anterior gobierno, haya celebrado con bombos y platillos como Sebastián, que no ha podido entregar la presidencia del país a un candidato de su coalición. Quizá lo que esté celebrando Sebastián sea que no le haya tocado un 27F, aunque en estos últimos días la tierra no ha dejado de sacudirse y recordarnos que en cualquier momento puede saltar la liebre.
El cambio de mando, en todo país democrático, se asume que es un momento significativo en la historia política de un país. No cabe duda que habrá hitos de especial simbolismo, destacándose la entrega de la banda presidencial a Michelle por parte de una de las hijas de Salvador Allende.
Otro hito estará constituido porque el primer gobierno de derecha después de la dictadura, haya sido capaz de gobernar bajo las reglas de la democracia y no de las bayonetas, respetando todas las formalidades inherentes a toda democracia. No les debe haber sido fácil, aunque está claro que no están los tiempos para andar pateando el tablero por más ganas que hayan tenido algunos de sus partidarios.
Otro hito que marcará a este cambio de mando ha sido la dificultad para constituir e instalar los nuevos equipos gubernamentales. La nominación de nuevos ministros, subsecretarios e intendentes no ha estado exenta de errores. De hecho, más de una nominación se ha caído, y eso que falta que se caigan otras que políticamente se harán insostenibles en el tiempo, como es el caso de Carolina Echeverría, quien al resistirse a dar un paso al costado le hace un flaco favor al nuevo gobierno.
Si hay algo positivo que podamos rescatar de estas últimas semanas, es que ya no están los tiempos para pasar gatos por liebres, que se ha avanzado en materia de transparencia, que se hace cada vez más difícil ocultar hechos y/o decisiones que nos pesen. Esto, a pesar del control que grupos empresariales ejercen sobre los medios de comunicación tradicionales que a la fecha no han logrado bloquear la información que circula por las redes sociales.
Gobernar a espaldas de la gente se hace cada vez más difícil, por lo que lo más recomendable es hacerlo a cara descubierta, con las manos limpias, con la verdad, sin letras chicas. El país demanda un gobierno con valores. Quizá ese sea su principal desafío.
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Foto: www.fotopresidencia.cl
Comentarios
08 de marzo
Es que los políticos no lo son por vocación social, si no por intereses económicos y personales. Ya se bajó Echeverría y sin «luna de miel», Bachellet va a tener que apurarse en ordenar medidas concretas, que demuestre que pretende ir en la dirección correcta. Es la última oportunidad de la coalición para concretar sus múltiples promesas. Ojalá lo logre, porque a los chilenos, se nos acaba la paciencia.
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08 de marzo
Noo.. no es cambio de mando.
Piñera va a inaugurar a Michelle Bachelet.
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10 de marzo
Muy acertivo su comentario, sin duda llego el tiempo, en esta seudo democracia, de transparentar la administración del estado, el, somos todos y no unos pocos elegidos por sus supuestas capacidades, la meritocracia tambien debe tener cabida en ello.
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