#Política

26 de abril

Compartir

En Chile tenemos muchos feriados.  Más que la media global, incluso. Un estudio de Employee Benefits Guidance, elaborado en 2016 por Mercer, estableció que para ese año nuestro país estaría dentro de las 10 naciones con más feriados colectivos en el mundo. En el subcontinente  también ocupamos los primeros lugares.

Nuestra predisposición a los días libres queda de manifiesto con la algarabía que nos embarga cuando se decretan días sandwich o cuando, por cualquier motivo, marcamos con rojo una nueva jornada del calendario.

Los feriados son toda una institución. Pero más allá del asueto al que están anclados, forman parte de los ritos necesarios que nos hacen recordar un pasado meritorio, sea tanto para celebrar como para no repetir errores de nuestra historia común.  O para hacernos presente aquello que es relevante.

Interesante es que seamos la única especie que carga con esta característica, ya que el resto del mundo viviente no sigue ciclos por mera simbología sino siempre los asocia a patrones biológicos y naturales.

Tenemos feriados globales, como el 1 de enero y su alusión a un nuevo ciclo planetario. El 24 de diciembre, como acto de festejo dedicado al cariño entre los seres humanos y el recuerdo (con mitos y tergiversaciones varias, por cierto) del nacimiento de Jesucristo.

Ya a nivel intercontinental está el 12 de octubre que, asumiendo y dependiendo del punto de vista y valores, puede ser pensado como descubrimiento, encuentro o inicio de un genocidio e invasión.

Están los nacionales y patrióticos, como el 18 y 19 de septiembre.  Por mucho tiempo estuvo también el 11, para algunos aciago y para otros, por suerte cada día menos, motivo de celebración.

Y claro, los hay también personales, que no necesariamente nos significan un día de excepción laboral. Cumpleaños, matrimonios y aniversarios de diverso tipo y pelaje, entre los más comunes.

Eso es lo relevante.  No dejar, una vez más, que la historia nos pase por encima.  Porque este proceso nos pertenece a todos y a todas.  A los de hoy, pero también a los de ayer. Los y las que marcharon por tanto tiempo, los y las que impulsaron leyes, los y las que escribieron artículos y libros, los y las que reflexionaron y nos pensaron distintos. Los y las que dieron la vida, incluso.

Y así llegamos al 26 de abril.  Que no es feriado aunque este año será domingo, jornada libre por excelencia (por lo menos en la cultura occidental).

De lo que ocurra ese día dependerá si en el futuro será una fecha para celebrar o no en Chile, siempre en base a la opción que se tenga.  Será la jornada del plebiscito constituyente, del apruebo o el rechazo.  De la convención constitucional mixta o una 100 % electa.

Parte importante de los feriados y días de conmemoración cíclica nos han sido heredados.  Pero en este caso, su destino dependerá de nosotros.  De nuestra propia responsabilidad.  De lo que hagamos ese día, pero fundamentalmente de lo que hagamos antes, ahora.  Y, también, de lo que hagamos después.

Eso es lo relevante.  No dejar, una vez más, que la historia nos pase por encima.  Porque este proceso nos pertenece a todos y a todas.  A los de hoy, pero también a los de ayer. Los y las que marcharon por tanto tiempo, los y las que impulsaron leyes, los y las que escribieron artículos y libros, los y las que reflexionaron y nos pensaron distintos. Los y las que dieron la vida, incluso.  A nadie, pero también a todos y a todas pertenece.

Y ese es el cambio profundo que también se debe producir.  Que debemos impulsar.  Las tareas que valen la pena no son un acto individual.   Son intergeneracionales.  Cuesta entenderlo, porque además de ser el sentido de lo particular algo natural, es fomentado ad infinitum por el modelo de sociedad donde el individuo es lo fundamental.  Porque, que se entienda, el concepto de individualidad como mantra es una creación cultural.

Quizás tengamos una nueva Constitución. Así lo esperamos.  Una que cambie la institucionalidad que nos ha sido legada.  Pero aún así, deberemos seguir dando pasos para transformar el sentido común.  Uno que ponga al colectivo en el lugar que le corresponde y que no es otro que el de recordarnos, tal como hacen los feriados, lo importante que no hay que olvidar.

0

Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad

Comenta este artículo

Datos obligatorios*