Pablo “Zetaceos”, el vocalista de la banda, se pasea de un lado a otro, antes de la presentación de su banda, quizás como un ritual que le permite hacer un chequeo de todos los puntos antes de subir al escenario en el “Caupolicán de Rengo”. El recinto se encuentra con su capacidad al máximo y para el público la banda es totalmente desconocida, lo cual representa un desafío mayor, ya que pueden continuar la “fiestoca” o dejar todo en un estado de letargo.
Las letras están cargadas de contenidos ligadas al resguardo de la naturaleza, la ironía, el amor y la crítica social.
Está todo listo y al primer acorde que nace de “Zetaceos” la energía fluye, comenzando una fiesta donde ritmos de cumbia, ska y reggae se unen, desarrollando un “sonido kiltro”, que hace que los asistentes comiencen lentamente a ser envueltos, en lo que he denominado, la fiesta “Jacques Cousteau”, el sonido empieza hacer sus efectos. Algunos comienzan a moverse, a bailar, y comienza a cantar los coros.
Las letras están cargadas de contenidos ligadas al resguardo de la naturaleza, la ironía, el amor y la crítica social.
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