En nuestra sociedad actual, la economía está regida por un fuerte mercado capitalista donde todos los parámetros están evaluados y preestablecidos. Sin embargo, el poder del capitalismo trasciende mucho más allá de la economía; indirectamente controla a las personas dejándolas sujetas a una sociedad completamente mercantilizada en la cual la mayoría de las relaciones tienen que ver con transacciones monetarias, donde hasta incluso el sentimiento más puro es capturado y exhibido en una vitrina en forma de alguna inutilidad que aun así es comercializable.
El éxito de una nación va completamente ligado con la cantidad de recursos que se dediquen a la enseñanza, pues así nos salvaremos de nuestra actual marcha a hacia la destrucción. Y, aunque muchas de las personas que intentan cambiar los paradigmas establecidos son tildados como locos, los locos de una época son los sabios de la siguiente.
Si hasta el amor, el sentimiento más puro, genera enormes ganancias monetarias logrando, que para muchos, sea medido en regalos y no en sentimientos, incluso la sexualidad fue vendida. No es casualidad que cada producto dirigido al género masculino esté relacionado de una u otra forma con alguna mujer con características que representan un estereotipo Occidental de belleza que, si bien produce una gran violencia contra la mujer y fomenta concepciones retrogradas, logra su objetivo y vende hasta los productos más insólitos.
Las concepciones más nobles han sido transformadas en inversiones de dinero donde un regalo o la ausencia de este puede determinar el futuro de una relación. Pareciera ser que nuestras vidas se rigen por la oferta y la demanda.
Pero esto no puede continuar, el ritmo devorador del capitalismo está destruyendo el mundo, ya que la noción de progreso está fuertemente relacionada con la explotación que, en la forma exacerbada en la que se lleva a cabo actualmente, provoca fuertes catástrofes ambientales como la contaminación de los mares, la deforestación de los bosques, la muerte de indefensos animales, etc.
Si queremos salvar el mundo y responder a nuestra responsabilidad histórica debemos cambiar drásticamente diversa nociones, en especial la del progreso y la concepción actual de felicidad, lo que solamente se logrará una educación fuerte y tenaz, que tenga la capacidad de destruir mundos completos y crear otros mejores. Pero no basta con la educación segregadora de unos pocos; el pueblo en su mayoría debe recibir una educación inclusiva donde la competencia sea remplazada por el aprendizaje.
El éxito de una nación va completamente ligado con la cantidad de recursos que se dediquen a la enseñanza ya sea primaria, secundaria o superior, pues así nos salvaremos de nuestra actual marcha a hacia la destrucción. La historia nos obliga a responder al llamado de la concientización y, aunque muchas de las personas que intentan cambiar los paradigmas establecidos son tildados como locos, déjenme decirles que los locos de una época son los sabios de la siguiente.
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