Desde las acciones más simples que comienzan a realizar los niños y niñas, como hacer botar una pelota, correr o andar en bicicleta, hasta los gestos técnicos más específicos que realizan los artistas y deportistas, todas son fruto de un proceso regulado conducente a la adquisición de habilidades.
Si bien los distintos niveles de dificultades y las distintas actividades que se realizan dan lugar a un amplio abanico de tareas, tanto cuantitativa como cualitativamente, todas son el fruto del aprendizaje que la persona realiza para tener el poder sobre la motricidad de su propio cuerpo. Este aprendizaje, de enorme valor evolutivo, es un interesante objeto de estudio para la psicología y tiene un enorme valor biológico, dado que versa sobre el modo en que las personas toman control de sus propios movimientos para desenvolverse adecuadamente en su entorno dinámico y cambiante.
A diferencia de lo que creíamos, el cuerpo no es simplemente un aparato de comunicación bidireccional para el cerebro, sino que desempeña un papel crucial en los procesos cognitivos (cognición corporizada). O si se quiere, los sistemas sensoriales y motores que gobiernan el cuerpo están enraizados en los procesos cognitivos que nos permiten aprender. En este contexto la actividad física, como parte de actividades lúdicas (juegos grupales), se hace no solo deseable sino también necesaria. Y sus implicancias educativas son enormes porque, además, el aprendizaje es un proceso social, que germina en un contexto de relaciones amistosas de identidad y de pertenencia donde la empatía es solo una consecuencia de una hacer y de un sentir.Este sistema educativo ha llevado a un profundo desapego del cuerpo y por lo tanto a una amnesia sensorio-motriz generalizada.
Cuando jugar es parte del desarrollo natural
Poco después del fin del destete, prácticamente todos los mamíferos entran en un período que se caracteriza por altos niveles de juego social con características específicas y con ciertas similitudes en los mismos rangos de edad. A pesar de ser arriesgado y energéticamente costoso el juego social, durante el período juvenil, es un comportamiento motivado y altamente gratificante. También hay algunas pruebas de que el juego puede estar bajo control homeostático con breves períodos de privación que resultan en rebotes compensatorios. Sin embargo, este efecto compensatorio solo se manifiesta durante una ventana específica de desarrollo juvenil. El hecho de que el juego está conservado, motivado y, posiblemente, bajo el control homeostático, indica que es probable que esté desempeñando alguna función útil, de valor evolutivo, para guiar la maduración del cerebro y el comportamiento. Es así como en los animales que son privados de oportunidades de jugar durante el período juvenil tienden a mostrar bajos niveles de comportamiento social en la edad adulta. Es más, las interacciones sociales en estos animales privados del juego tienden a ser torpes e inflexibles.
Aunque se ha demostrado que el juego induce una actividad coordinada entre varias regiones del cerebro en animales juveniles, la amígdala, el tálamo y la corteza prefrontal, el papel exacto que desempeña en el desarrollo de estos circuitos no está claro. Sin embargo, es interesante observar que hay pruebas relativamente recientes que sugieren que el juego, como actividad física, puede inducir modificaciones en el desarrollo de las dendritas dentro de la corteza prefrontal medial que las hacen más maleables a una variedad de experiencias (tanto sociales como no sociales) con las que nos encontraremos posteriormente en la vida adulta.
Juego y aprendizaje
Jugar no es un hecho aislado, es una actividad natural, libre y espontánea del niño o niña, ya que en el momento que se le presenta la oportunidad de hacerlo, él o ella sin dudar, se hacen participe, poniendo de manifiesto su conducta social, física y cognitiva con sus iguales.
Las investigaciones son consistentes al señalar que el ejercicio físico podría activar mecanismos epigenéticos de regulación para incrementar la disponibilidad del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) que es fundamental en la regulación del estado de ánimo y, en especial, para reducir el estrés, la ansiedad, la depresión. Esto permitiría estimular el aprendizaje y la memoria, producto de la plasticidad sináptica del hipocampo, estructura donde se expresa el BDNF en mayor proporción.
Además, el ejercicio físico activa genes antienvejecimiento y la función inmunitaria y, a nivel neuroquímico, incrementa la liberación de serotonina, noradrenalina y acetilcolina, entre otros neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo, los niveles de ansiedad, y en la calidad de los procesos de atención y memoria.
Cuando los cuerpos aprenden
Cuando alguien se especializa en alguna actividad física se activan más regiones sensoriales y motoras del cerebro cuando él o ella observa ejecuciones de movimientos que ellos mismos han practicado rutinariamente. Estos resultados se explicarían por la existencia de neuronas espejo, que nos permite vincular acciones ajenas con las propias y que podemos comprenderlas a través de una simulación motora.
Todo lo anterior tiene enormes implicaciones educativas. Por ejemplo, en una reciente investigación se comprobó que la comprensión de ciertas magnitudes físicas, se facilita con la activación de regiones sensoriales y motoras debido a la manipulación de objetos, y era menor cuando los estudiantes solo observaban la acción.
A pesar de que todos estos estudios sugieren que el aprendizaje es un proceso activo, el enfoque tradicional presenta a estudiantes que pasan la mayor parte de su tiempo recibiendo información visual y auditiva, en una situación pasiva. Esto no es la mejor forma para optimizar su aprendizaje, ni es lo que está en consonancia con lo que sabemos sobre el funcionamiento del cerebro.
Educación actual…
Uno de los argumentos que demanda un cambio en la forma de plantear y ejercer la enseñanza es que la educación tradicional se ha enfocado en materias cognitivo-lingüísticas como las matemáticas y los idiomas, y ha relegado el deporte y las artes, en especial la danza, a un segundo plano. Este sistema educativo ha llevado a un profundo desapego del cuerpo y por lo tanto a una amnesia sensorio-motriz generalizada.
Robert Levy, citado por Hanley, (Hanley, M. Dance and Embodied Intelligence. Journal of Emerging Dance Scolarship, 1-20, 2014) sostiene que la inteligencia amodal ha sido hipercognizada, es decir, excesivamente teorizada y elaborada y, cuando esto ocurre, otros procesos cognitivos son hipocognizados o poco elaborados y relegados al ámbito de lo privado. Las materias hipocognizadas son fáciles de distinguir pues el común de la sociedad no posee el argot necesario para hablar de estas disciplinas con precisión.
Estoy convencido que en el campo de la educación, cada vez más caracterizada por el exceso cognitivo, resulta necesario dirigir la mirada hacia las habilidades somáticas y las emocionales, que favorezcan la creatividad, la gestión emocional, la interacción social y la autoconciencia –integración cuerpo y mente–, que en definitiva incentivan el aprendizaje. Por esto, creo muy necesario que en las clases de educación física y de otras asignaturas se estimulen, entre sus actividades habituales, instancias donde se practique la actividad física y el juego como agentes coadyuvantes de las actividades académicas, lo que debería redundar en mejoras no solo académicas sino también en lo que respecta a la sociabilización, respeto y percepción de pertenencia.
Comentarios
19 de junio
Gracias, buen artículo sobre la importancia de la actividad física para la formación integral del ser humano y por eso, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que es un grueso error colocarla como ramo optativo en la malla curricular de 3ro y 4to medio y los mismo podemos decir del Arte.
Aprovecho de complementar con un artículo que explica que la actividad física debe ser un habito obligado en todos nosotros.
Saludos y gracias nuevamente
+1
19 de junio
Agrego un interesante articulo: Suboptimal Nutrition and Low Physical Activity Are Observed Together with Reduced Plasma Brain-Derived Neurotrophic Factor (BDNF) Concentration in Children with Severe Cerebral Palsy (CP). https://www.mdpi.com/2072-6643/11/3/620
19 de junio
https://www.mdpi.com/2072-6643/11/3/620
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