Aún tengo palpable en mi memoria cómo hace algunos años, el ex presidente del gobierno español, José María Aznar, criticaba los resultados de la reforma educativa impulsada por el gobierno socialista de Felipe González, señalando que, “los jóvenes españoles, hoy, no saben nada de nada”, dando una alerta clara, especialmente al constatar una pésima indisciplina y una escuálida rigurosidad académica adquirida en la educación formal de niños y jóvenes españoles. En Chile, con ribetes similares a la reforma española, se inició, a mediado de los 90, un lento proceso destinado a producir un cambio radical en la obsoleta y deplorable educación chilena; no obstante orgullo nacional y modelo de numerosos sistemas educativos en varios países latinoamericanos durante gran parte del siglo XX.
«La educación es reflejo de la realidad social, cultural, política y económica a la cual pertenecemos como nación: cuando somos parte de una sociedad esclava del Mercado y el consumo desenfrenado, que promueve el individualismo, y es profundamente discriminatoria y estratificada»
Sin embargo, luego de más de 20 años de instaurada, y con varias más actualmente en curso, los niveles de calidad alcanzados, en un país en bullado proceso de crecimiento tecnológico y supuesto desarrollo, son para la risa. A pesar de todo aquello, los grandes teóricos y “gurúes” de la educación actual, con seguridad sin haber conocido alguna escuela o liceo fiscal en sus vidas, con doctorados y nuevos estudios en mano, nos venden la pomada de que pronto perteneceremos al paradisíaco grupo de la élite mundial, esa que se burla de las pruebas PISA y toda esa batería de “tests” internacionales.
Pero los paraísos de la educación -aquellos países que actualmente tienen los mejores sistemas educacionales en el mundo- sí existen. Finlandia, “top one” en todas las exigencias académicas internacionales, posee un cuerpo selectivo de profesores altamente calificados, prestigiosos y respetados por una de las sociedades más prósperas e igualitarias del planeta, al alero de un poderoso sistema educativo estatal. Lo interesante del sistema finlandés es que todos los alumnos –independiente de sus estilos de aprendizaje- se encuentran en una única sala de clases, con mínimas tareas para la casa y sólo una evaluación obligatoria a los 16 años.
Resulta interesante el avance educativo de algunos países europeos, por sobre los asiáticos tradicionales como Japón y Corea del Sur, dentro de este selecto grupo de miembros, tal es el caso de Suiza y Bélgica. Suiza, país trilingüe, cuya enseñanza, dependiendo de la región, se imparte en alemán, francés e italiano, también es amparado por un fuerte sistema educativo estatal, y no más de un 5% de los estudiantes asistiendo a instituciones privadas. Bélgica, tiene una amplia oferta y variedad educativa secundaria: colegios técnicos, vocacionales y artísticos, por ejemplo, principalmente con instituciones públicas y privadas, gratis o con un mínimo pago. Por supuesto que esto sucede cuando la educación es prioridad nacional y existe un presupuesto adecuado para dirigir e implementar este sistema. El paraíso asimismo se encuentra también en otros países europeos como los Países Bajos y la República de Irlanda; en asiáticos, como Singapur y, últimamente, el gigante petrolero, Qatar; y Nueva Zelanda, en Oceanía. En el caso de Holanda, por algo será que los niños de aquel país se encuentran entre los más felices del mundo y por ende sin mucha presión y “stress”, lo cual evidentemente repercute en el éxito académico.
La educación es reflejo de la realidad social, cultural, política y económica a la cual pertenecemos como nación: cuando somos parte de una sociedad esclava del Mercado y el consumo desenfrenado, que promueve el individualismo, y es profundamente discriminatoria y estratificada, hazmerreír en distribución salarial a nivel mundial, dominada por una televisión vulgar y grosera donde la farándula se convierte en el opio del pueblo y se promueve una educación “light”, carente de disciplina y rigor intelectual, que pregona, desde la niñez, “puros derechos y nulas obligaciones”, que forma docentes como por arte de magia, en pedagógicos e instituciones de dudosa calidad, tachando al “profe” como el gran responsable de todo lo malo en el sistema escolar, sin duda se hace difícil pertenecer a ese selecto grupo que domina el orbe.
Sin embargo, a pesar de una incipiente confianza en un futuro más halagüeño y pese a los incuestionables éxitos alcanzados durante estos 27 años de democracia, probablemente la espera seguirá antes de dar ese gran salto cualitativo y de desarrollo que requiere nuestro país, en sus más diversos sectores: educativos, sociales y productivos. En suma: el bienestar y el progreso definitivo que la mayor parte de la ciudadanía exige, reclama y demanda a sus gobernantes, autoridades y políticos.
Referencias:
- World Economic Forum. The Global Competitiveness Report 2016- 20117, documento en pdf.
Comentarios
24 de mayo
Bastante contradictorio el articulo. Efectivamente la educación estatal chilena es deplorable, de hecho hasta los mas encarnizados defensores de la educación pública prefieren matricular a sus hijos en colegios privados, o sea “de mercado” y “de lucro”. Por lo tanto el problema de la mala educación viene de la educación estatal, no privada.
Saludos
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