Por algunas opiniones en mi anterior artículo, más algunos comentarios que vi en otros, nació la idea de escribir sobre la teoría desarrollada por Charles Darwin y Alfred Russell Wallace, la Evolución. Además, es un tema que toqué en mis 2 libros.
Los hechos dicen que la Evolución se defiende muy bien sola y que este tipo de debates se dan solo entre los no-expertos, como los que solemos opinar en esta página. En el campo científico, no se tienen dudas de su veracidad. Es una teoría que funciona, gracias a ella hay grandes avances en medicina y en la producción de alimentos. De paso, existen carreras universitarias que llevan su apellido, por ejemplo; Biología Evolutiva.
Otro hecho no menor, fue que a la luz y peso de la evidencia científica, el fallecido Papa Juan Pablo II, en nombre de la Iglesia Católica, la acepta como si fuera algo más que sólo una hipótesis el 24 de octubre de 1996. Afirmando que no entra en conflicto con la doctrina católica ya que: “La Evolución física del hombre y las otras especies es ya más que una sola hipótesis. Es ciertamente destacable que esta hipótesis se haya enraizado progresivamente en la mente de los investigadores, luego de una serie de descubrimientos en diferentes esferas del conocimiento. La convergencia no ha sido buscada ni provocada por los diferentes resultados de estudio llevados a cabo con independencia entre unos y otros, lo que constituye en sí mismo un importante argumento a favor de la teoría”Al igual que las demás especies zoológicas, nuestro pasado evolutivo es enmarañado. Con cada nuevo fósil que se descubre, corremos el riesgo de tener que reconstruir el cuadro evolutivo que nos lleva hasta nosotro
La Evolución puso término al antropocentrismo sobreviviente (el cosmológico murió con Galileo y Copérnico), el biológico. Esto hace flaquear y hiere profundamente el amor propio del ser humano, ya que nos baja del pedestal y nos sitúa en nuestra real dimensión y desde ahora hay que comenzar a ver con humildad nuestra verdadera posición en el concierto cósmico. Pienso, que este es el motivo principal por el cual muchas religiones cierran sus ojos y se resisten a aceptar los hechos e insisten en que los seres humanos somos el «ombligo» de la creación.
Hoy podemos explicar cosas tan simples como las “tetillas” que tenemos los hombres, si no amamantamos y otras algo más complicadas y menos evidentes como las causas que, al inicio del proceso embrionario, pasemos por una etapa donde tenemos agallas igual que peces y también tenemos cola. En esta etapa un embrión humano es indistinguible del de otras especies.
Con la Evolución comprendemos por qué las ballenas desarrollan dientes durante su etapa embrionaria, que luego son reabsorbidos antes del nacimiento o entender por qué ciertas serpientes poseen vestigios de lo que alguna vez fueron patas, bueno las ballenas también los tienen. Comprender por qué animales que viven en lugares donde jamás llega la luz y que son ciegos, poseen ojos atrofiados, etc.
También, podemos hablar de los errores de diseño (y seguimos con los dientes), por ejemplo; los peces tienen mejor dentadura que nosotros, el tiburón los cambia de manera frecuente, pero nosotros solo una. Los defectos en el diseño de nuestro ojo, ya que las células recolectoras de luz están orientadas hacia adentro, en lugar de hacia fuera, la luz tiene que traspasar varias capas de conexiones celulares antes de llegar a la retina, impidiendo una mejor calidad visual. Además, el lugar donde el nervio óptico se inserta en la retina, produce un punto ciego. Existen varias otras especies que tienen un mejor “diseño”.
Específicamente hablando sobre la Evolución humana, se calcula que entre 13 y 7 millones de años atrás, nuestro linaje se separó del ancestro que compartimos con chimpancés y bonobos. Durante mucho tiempo y dado los pocos fósiles homininos conocidos, hasta ese momento, se pensó que antes del homo sapiens, había un proceso lineal simple y en una sola dirección, donde cada nueva especie era más moderna que la anterior, bajo este concepto lineal nació la errónea idea del «eslabón perdido«.
Actualmente, disponemos de muchos más fósiles para bosquejar la genealogía de los homininos, junto con haber aprendido que la Evolución muy rara vez sigue caminos rectos.
Al igual que las demás especies zoológicas, nuestro pasado evolutivo es enmarañado. Con cada nuevo fósil que se descubre, corremos el riesgo de tener que reconstruir el cuadro evolutivo que nos lleva hasta nosotros. Este se parece mucho al plano de una ciudad, donde hay callejones, calles sin salida, rotondas, calles de doble sentido, caminos secundarios, que representan tanto a fósiles conocidos como a especies homininos que aún esperan ser descubiertas. Esto es igual a tener un rompecabezas, pero sin instrucciones. Existen muchas piezas sueltas y debemos analizar muy bien donde ponerlas y aquí los antropólogos puede que no se pongan de acuerdo, por interpretar la evidencia de distinta manera.
Nuestro linaje parte con los Sahelanthropus tchadensis, Orrorin tugenensis y Ardipithecus ramidus, luego vendrían los Australopithecus con los Anamensis, Afarensis, Africanus, Aethiopicus, Robustus, Sediba. Aquí surgen los primeros Homo, los Habilis, Erectus, Heidelbergensis, Floresiensis y el recientemente descubierto Naledi, que aún se desconoce en qué parte de rompecabezas ubicar. Todo termina con los Homo neanderthalensis y nosotros los Homo sapiens. La pregunta es: ¿Por qué somos los únicos sobrevivientes de nuestra familia?
Para terminar explico las razones para decir que la Evolución es una ley de la naturaleza. Se motiva por estar incluida en la definición de «vida«, pensemos que esta definición debe ser capaz de distinguir lo vivo de lo inerte, entregando una explicación clara y aplicable tanto a una bacteria a un elefante o a una rosa, es decir, considerar la diversidad del mundo viviente y que no incluya, en su definición, nada del mundo mineral ni tampoco las maquinas inventadas por el ser humano. Ya que las características clásicas como moverse, respirar, alimentarse y reproducirse no son suficientes para explicar un ser vivo. Teniendo estas consideraciones, vida se define como una cadena molecular con la capacidad de:
- Formar estructuras tridimensionales,
- Tener reacciones químicas, es decir metabolismo,
- Almacenar información para su reproducción,
- Utilizar esta información para hacer copias de sí mismo y
- Evolucionar a través de la selección natural y de mutaciones
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