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Todo está al revés con las pensiones

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Han pasado unas cuantas semanas desde que la Comisión Pensiones entregó su informe con el diagnóstico y conclusiones del actual “sistema de pensiones”, implementado hace ya más de tres décadas en nuestro país. Este tiempo ha sido suficiente para apelar a la reflexión y al análisis de las distintas propuestas entregadas por la Comisión y de paso darnos cuenta de que en materia de seguridad social todo está al revés.

Esto, no solo se explica por una visión bastante miope de los distintos gobiernos a la hora de evaluar la precariedad en los montos de las pensiones que hoy en día entrega el sistema que, dicho sea de paso, no superan los $185.000 (al 31 de agosto de 2015), sino que más bien, la afirmación se sustenta en el simple hecho de que la Comisión y sus comisionados (salvo una honrosa excepción) fueron incapaces de recoger en su informe las demandas y alternativas de cambio presentadas por la ciudadanía en las distintas instancias de diálogos a nivel regional, audiencias públicas y otros mecanismos de participación ciudadana. Ejemplo de esto es la encuesta de opinión y percepción del sistema, donde en una gran mayoría quedó en evidencia el alto nivel de rechazo que presenta el sistema de AFP y también la clara tendencia hacia una transformación de la estructura sobre la cual se fundamenta actualmente la seguridad social.

Siguiendo en la línea de la comisión, es pertinente decir que ésta nunca tuvo por objetivo presentar alternativas transformadoras, ya que sus integrantes siempre tuvieron una evidente inclinación hacia las AFPs y el modelo de capitalización individual, por lo demás estos fueron designados con el fin de dar cumplimento al programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, el cual en ningún momento contempló la posibilidad de poner fin a las AFPs, por el contrario, sus promesas de campaña están orientadas al fortalecimiento de los pilares y legitimidad del sistema.

Por lo tanto, una vez más el Gobierno de las Comisiones nos ha pasado un gol por secretaría, haciéndonos creer que la comisión concluiría en favor de los trabajadores y la ciudadanía, todo esto mientras las AFPs registraban utilidades del orden de $339 mil millones el año 2014 y del orden de $240 mil millones durante el primer semestre del año 2015. Además, y como si fuera poco, dos de ellas (Cuprum y Provida) se dieron el lujo de eludir/evadir el pago de impuestos por US$420 millones como resultado de la creación de AFPs ideológicamente falsas, autorizadas por la Superintendencia de Pensiones y ratificadas por la Superintendencia de Valores y Seguros y el Servicio de Impuestos Internos -como podemos ver la afirmación de que todo está al revés aún sigue en pie-.

Analizando en detalle el contenido del informe, principalmente la Propuesta Global A (la cual en términos generales propone mantener el actual modelo de AFPs, fortaleciendo el sistema de pensiones solidarias), en ésta se hace referencia a que Chile no contaba con un sistema de pensiones completo hasta el año 2008, año de la Reforma Previsional (Comisión Marcel, año 2006); es decir, pasaron 18 años desde el momento en que nos prometieron que la alegría llegaría para darnos cuenta del atraso del país en materia previsional.

Sin embargo, esto no fue suficiente para terminar con el negocio del siglo creado por Piñera en 1981, es más, la Comisión Marcel determinó la creación de un Pilar Solidario financiado vía impuestos generales que se hiciera cargo del problema, el cual la Comisión Bravo propone fortalecer según lo descrito en la Propuesta Global A del informe, dejando intactas a las AFPs. Por lo tanto, la pregunta cabe de cajón: ¿qué es lo que lo que se quiere legitimar? ¿El modelo de capitalización individual o el negocio de las AFPs? Si bien la respuesta es sencilla, lo cierto es que dado los actuales niveles de desconfianza en las AFPs, los comisionados partidarios de la Propuesta Global A podrían haber propuesto terminar con las AFPs en lo inmediato, dejando en manos del Estado a costo cero la administración de los fondos, si el objetivo es mantener la capitalización individual -alternativa que aunque de ninguna manera resolvería el problema de las bajas pensiones, sí podría ayudar en parte a recuperar las confianzas con la ciudadanía-.

Continuando con el análisis de la Propuesta Global A,  encontramos que existe una insistencia en mejorar los actuales niveles de competitividad que presenta el sistema de AFP, lo cual se pretende lograr con la creación de una AFP estatal y por medio del establecimiento de un mecanismo de licitaciones periódicas de las carteras históricas de afiliados, propuesta que no hace eco en las AFPs y sus representantes.

A mi juicio, la pregunta es lógica: ¿qué pasará con aquellos pensionados que optaron por el retiro programado y hoy reciben pensiones por medio de esta modalidad? ¿Se contempla algún mecanismo de compensación por haber optado por una modalidad que atenta contra la seguridad social, después de 34 años de implementado el sistema?

Sin embargo, lo cierto es que la industria de AFPs ha mostrado desde sus orígenes una acentuada tendencia a la concentración, situación que se ha repetido en los países que implementaron el modelo de capitalización individual como es el caso de El Salvador y Nicaragua, donde la causa fundamental del problema se genera en el control del sistema financiero el cual ha sido capturado por un número limitado de agentes económicos, quienes a su vez se benefician de los recursos previsionales aportados por los trabajadores. Por lo tanto, la alternativa de la AFP Estatal S.A. solo busca legitimar el patrón de ganancia imperante en el sistema, lo que junto a la propuesta de licitación de cartera solo crea una ilusión de mejora del ingreso disponible (debido a la supuesta disminución de las comisiones de administración cobradas por las AFPs); es decir, el monto de las pensiones seguirá igual.

Adicionalmente, en la Propuesta Global A vemos un claro favoritismo por las pensiones de rentas vitalicias, eliminándose con esto la modalidad de retiro programado como alternativa de pensión, siempre y cuando exista un ahorro suficiente en la cuenta de capitalización individual que permita la contratación de un seguro de renta vitalicia. El principal argumento que esgrimen los comisionados que apoyan esta propuesta, se sustenta en el hecho de que en la modalidad de retiro programado es el afiliado quién asume el riesgo de sobrevida, lo que se podría traducir en una pensión decreciente a través del tiempo, ya que su monto se va recalculando periódicamente y su valor también dependerá de la rentabilidad obtenida por las inversiones de los fondos de pensiones.

La eliminación de esta modalidad, abre sin lugar a dudas un nuevo nicho de negocios altamente rentable para el mercado asegurador, quienes esperan con los brazos abiertos a los miles de pensionados quienes obligatoriamente tendrán que contratar una renta vitalicia con alguna aseguradora y conformarse con la mejor alternativa en cuanto al importe de la pensión que el mercado le pueda ofrecer, ya que la rentabilidad es determinante para el monto de la pensión a recibir.

A mi juicio, la pregunta es lógica: ¿qué pasará con aquellos pensionados que optaron por el retiro programado y hoy reciben pensiones por medio de esta modalidad? ¿Se contempla algún mecanismo de compensación por haber optado por una modalidad que atenta contra la seguridad social, después de 34 años de implementado el sistema? Por otro lado, la eliminación del retiro programado no representa mayores problemas para las AFPs, por mucho que sus representantes digan lo contrario, puesto que en la actualidad las AFPs y las compañías de seguro son prácticamente uno solo; ya que de las 6 AFPs que operan en el sistema, 3 son de propiedad de las aseguradoras, las cuales casualmente comercializan seguros de rentas vitalicias (principal segmento de negocio). Como pueden ver aquí están los verdaderos beneficiados con la propuesta de la Comisión Pensiones…una vez más ¡Todo está al revés!

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Eugenio Poblete

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1 Comentario

Jorge Rojas Barnett

Hay un tema que no he visto en ningún análisis y con esto no digo que este feliz con las AFPs.
Mis dudas:
Que jubilación obtendría una persona proyectando la tasa anterior de cotización a la cuenta individual al momento de jubilar?
Cual era el monto promedio de jubilaciones del antiguo sistema metiendo en el mismo saco a los que solo cotizaron un mes de su vida junto a los que no tenían las famosas «lagunas»?

En todos los análisis comparativos de deja afuera el hecho que antes el trabajador pagaba el doble por concepto de pensión.

Si alguien tiene los datos favor difundalos.

Gracias por este espacio

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