Minimo
Todos los años el mismo cuento… Cuánto subimos el sueldo mínimo. Se provocan peleas, discusiones, carteles en el congreso, y eso es solo el comienzo. Aparecen nuestros pseudo caudillos de la CUT y del colegio de profesores poniéndose la camiseta de la justicia para los trabajadores. Pero lo la gota que rebalso el vaso fue ver a Carlos Larraín levantándose de manos cual potro salvaje al rescate de la justicia laboral.
Este circo ya es conocido por todo el mundo al punto que a la mayoría ni siquiera le interesa ver las noticias al respecto y, peor, ve en personajes como el Larraín a un salvador que se «enoja» con el presidente retirándose del desayuno en La Moneda porque no suben 7 lucas más al sueldo mínimo.
Vemos a una oposición apoyando peticiones de 250 mil, a la UDI cuadrándose con el Gobierno en los 193 y a otros que no cortan ni pinchan, como ya es costumbre en algunos «ilustres». Pero vamos al callo; La pyme representa alrededor de un 90% de la fuerza laboral en nuestro país (yo trabajo para una de ellas). En su mayoría, estos verdaderos motores cumplen con pagar sueldos, imposiciones, patentes y, por supuesto, con sus respectivos impuestos. Pero si grandes empresas están pagando 12 lucas e incluso valores mucho mas ridículos por concepto de patentes, o en valores realmente obscenos en impuestos perdonados por el organismo correspondiente a grandes tiendas del retail, nos podemos preguntar si estamos haciendo las cosas bien.
Es tragicómico ver el papel de caudillo interpretado por la gente que tiene que proponer soluciones y se dedica a andar poniendo cartelitos o insultándose. Me encantaría ver a uno de estos personajes proponiendo soluciones para alcanzar un sueldo mínimo decente sin perjudicar a la pequeña y mediana empresa, ya sea con beneficios tributarios o con subsidios directos a los trabajadores. Sin embargo este tema no se toma en cuenta en la propuesta a la reforma tributaria. Formulas hay, plata hay. Lo que falta es voluntad de hacer las cosas bien.
Y ya que estamos tan relajados como para querer regalar cuotas perpetuas de pesca a un pequeño grupo de empresarios, o perdonamos cientos de millones de dólares en impuestos, o permitimos que grandes empresas paguen patentes que no alcanzan a valer una cajetilla de cigarros, algo podremos hacer por pagar un sueldo decente a nuestros trabajadores.
En definitiva, no les creo ni a Carlos Larraín, ni a Osvaldo Andrade ni a ningún parlamentario o ministro que, aun teniendo soluciones en sus manos, optan por la discusión abierta a modo de espectáculo en el congreso para aumentar en dos chauchas un sueldo que ya le hace honor a su nombre: mínimo.
En la política chilena todo es como se decía en la antigua Roma: «panis et circenses» y los que se benefician de esto no son las Pymes- y por lógica no son los trabajadores-: son las grandes empresas y, detrás de ellas, los políticos que legislan a su favor.
* Carlos Riveros, estudiante y trabajador.
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