“Las necesidades de la vida del trabajador y su familia constituyen el límite mínimo del justo salario. Las posibilidades de la empresa constituyen el límite máximo» (Padre Alberto Hurtado)
“Las necesidades de la vida del trabajador y su familia constituyen el límite mínimo del justo salario. Las posibilidades de la empresa constituyen el límite máximo… Cuando la situación de la empresa es próspera, los salarios deben aumentar en proporción a las utilidades de la empresa. Si la situación (…) es desfavorable (…), el salario disminuirá hasta el límite del salario vital familiar, para evitar la ruina de la empresa».
Con esas palabras se refirió hace más de 50 años el Padre Hurtado a un debate que hoy resulta no solo necesario sino que determinante para el Chile que soñamos. En el año 1991, el salario mínimo se estableció en 26.000 pesos (equivalente a casi 95 mil pesos de la actualidad) dando un salto significativo sobre lo que se había hecho por décadas en torno al tema. Desde entonces los Gobiernos han centrado sus esfuerzos cada año en proponer un mínimo de acuerdo a lo que somos como país, considerando para tal efecto una serie de variables que permitan el aumento de las remuneraciones pero que aseguren un fortalecimiento de los procesos productivos. Es así como en la década del 90 el reajuste del salario mínimo sufrió variaciones que permitieron en una década romper la berrera de los 100.000 pesos (equivalentes a unos 143 mil pesos actuales). En este debate no basta con las buenas intenciones; es necesario además fijar la atención en aquellas variables que podrían producir problemas en la pequeña empresa. Por ejemplo: si en una amasandería laboran 3 trabajadores por el mínimo, el costo mensual de mano de obra asciende a $546.000 pesos, de acuerdo a lo que hoy propone la CUT; ese costo operacional solventaría el salario de solo 2 operarios; para mantener los 3 trabajadores, el dueño de la amasandería tendrá que traspasar los costos operacionales a sus clientes o prescindir de uno de sus operarios.
Todos estamos de acuerdo en que un sueldo ético no solo es importante, sino que además determinante para lo que queremos como sociedad, pero tal como lo señaló en su oportunidad el Padre Hurtado, deberímos orientar la discusión no en fijar los montos de un sueldo mínimo, sino en lo que debería ser un salario justo, donde todos se favorezcan y Chile salga fortalecido.
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Foto: Héctor Melo / Licencia CC
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