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La lucha de los trabajadores y trabajadoras subcontratistas en Chile

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¿Cuándo les tocará a los Trabajadores? ¿Cuándo será el día que seamos esa fuerza acerada, capaz de superar las conquista de la migaja? ¿Cuándo tendremos esa voz propia para avanzar en unidad, siendo el interés colectivo el que nos movilice?

Al observar la realidad, sin estar en el día a día del quehacer organizacional de los trabajadores y trabajadoras, me permito reflexionar sobre la lucha que golpea el centro neurálgico del modelo económico neoliberal en Chile: La subcontratación.

Ha pasado casi una década del surgimiento del movimiento de trabajadores contratistas que irrumpió con una fuerza nunca antes vista, sólo parecida a la existente antes del Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973. Era el nacimiento de un nuevo sujeto social que comenzaba a constituirse como respuesta al abuso y a la  discriminación que viven miles de hombres y mujeres de trabajo y que hoy es parte del imaginario colectivo de nuestro país.

Para comprender la emergencia es necesario revisar algunos datos claves en el proceso de subcontratación en Chile. Tal como lo indica el economista y académico Orlando Caputo, en el año 1981 los trabajadores de planta de Codelco eran 28.000, reduciéndose a 18.000 al año 2006. Mientras un proceso inverso se desarrolló con los trabajadores contratistas. En 1995 estos trabajadores eran 9.000 y al año 2006 alcanzaron los 24.000 subcontratados.

En el año 2003, enfrentando un proceso sostenido de externalización de Codelco, nuestros compañeros en Rancagua agrupados en el Sindicato SITECO emprenden los primeros pasos en la lucha reivindicativa del sector. De igual forma, se comienza a generar una incipiente organización en Los Andes, El Salvador  y Calama. En abril de 2004 avanzamos en una construcción más orgánica constituyendo en la Comuna de Caldera la Coordinadora Nacional de Trabajadores Contratistas (CNTC), organización superada con la constitución de la Confederación de Trabajadores  del Cobre (CTC) en la Comuna de Machalí, un 8 de junio del 2007.

Eran los años de la “democracia de los consensos” donde debíamos organizar a los trabajadores clandestinamente, en los socavones de la mina, en sus túneles, en los casinos, campamentos, en la misma calle o en la población.  Así, poco a poco comenzó a surgir este justo e invencible movimiento. Era un proceso casi similar, sin buscarlo, a quienes nos precedieron en el salitre y el carbón, a principios del Siglo XX, viviendo condiciones similares en lo laboral y social, guardando las proporciones a más de 100 años de política e histórica distancia.

La constitución de este nuevo sujeto social fue una construcción silenciosa, subterránea, mística. Una creación que lidió con la fragmentación del movimiento sindical, su despolitización y su adoctrinamiento a un modelo que buscó desmantelar los derechos de trabajadores y trabajadoras durante la dictadura cívico – militar y más tarde en la “democracia consensual”.

Nosotros éramos los hijos de esa dignidad extraviada,  hijos que no olvidaban las luchas heroicas de nuestros padres, madres y abuelos, abuelas. Nosotros éramos quienes resistíamos el implacable modelo depredador de la vida humana y de nuestros recursos naturales, éramos trabajadores autodidactas, donde los más ilustrados ocupan la tecnológica y la informática para difundir las ideas. Éramos  capaces de cruzar desiertos y llanos en tiempo fugaz, recorriendo las huellas que dejaron indelebles quienes construyeron los cimientos de la lucha obrera en Chile.

No era posible entender que en el Siglo XXI, en un Chile que se encaminaba al desarrollo,  permitiéramos que este modelo económico, que arrasaba con la dignidad y los derechos de millones, fuéramos incapaces de rebelarnos y movilizarnos. Así, este susurro comenzó a ingresar -haciendo sentido- en la conciencia de nuestra clase.  Éramos trabajadores contratistas de la minería, forestales, salmoneros, retail y de los servicios que vivíamos los impactos negativos del supuesto desarrollo, un supuesto que nunca llegó a los trabajadores y trabajadoras.

Hoy, a casi una década de esta gesta, los trabajadores y trabajadoras siguen esperando. Se dice que no se puede avanzar en Reformas Laborales y en una Nueva Institucional Laboral porque se viene una nueva crisis. Todo se justifican con la desaceleración y otros efectos que provoca o provocaría el modelo. En ese contexto nos preguntamos: ¿Cuándo les tocará a los Trabajadores? ¿Cuándo será el día que seamos esa fuerza acerada, capaz de superar las conquista de la migaja? ¿Cuándo tendremos esa voz propia para avanzar en unidad, siendo el interés colectivo el que nos movilice?

En este nuevo escenario resulta -ética y moralmente- reprochable que quienes en sus responsabilidades sindicales y políticas anuncien “atacar con fuerza el tema de la subcontratación en Codelco” porque sería “un fracaso internalizar un montón de aéreas para no ir perdiendo Know How”, según declara Raimundo Espinoza, Presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre.

Quién más que nosotros podemos estar de acuerdo con esta aseveración, realidad que conocemos, pues hemos denunciado, movilizado y visibilizado por años este abuso.  Nosotros, los trabajadores contratistas, hicimos nuestra la consigna: “A igual trabajo, igual salario”, reflejando la realidad que vivían  millones de trabajadores mas allá de la industria minera. Nosotros fuimos quienes exigimos el fin del subcontrato como forma de precarización de las relaciones laborales. Nosotros fuimos quienes rechazamos y denunciamos los contratos integrales en Codelco que es un gran negociado para las mega empresas, coludidos con ejecutivos de la estatal y privados, aplastando a la  pequeña y mediana empresa local y nacional, aumentando sus costos y no entregando los resultado que la empresa de todos los chilenos debiera obtener.

¿Quiénes han sido los principales aliados de la jibarización, la amplia externalización y precarización del trabajo en Codelco? Una situación que no tan sólo afecta a los trabajadores subcontratistas, sino que también golpea a los trabajadores de planta a través de los denominados contratos precarios. Trabajadores de planta sin los mismos derechos que sus compañeros, pareciera un mundo, un Chile al revés. Hoy, en Codelco son más de 30.000 los trabajadores contratistas y subcontratistas en contratos permanente, cerca de 20.000 de proyectos y de planta alrededor de 19.000 de los cuales, más de 4.000 son supervisores.

Los que ahora -supuestamente- atacan la subcontración son los mismos que obstruyeron la internalización de cientos de trabajadores contratistas y subcontratistas el año 2008, después del dictamen de la Dirección del Trabajo que orientaba a corregir esta situación no tan sólo en Codelco, sino también en la industria privada del cobre. Fueron ellos, a través del Consejo Minero y sus aliados políticos transversales, quienes se resistieron a acatar esta resolución.

La Ley de Subcontratación -vigente desde enero de 2007- implicó internalizar cerca de 5.000 trabajadores, de ellos a lo menos 700 eran de Escondida. La decisión de apelar judicialmente fue realizada por el directorio de Codelco con participación de los ministros de Estado de Hacienda y Minería. Solicitaban que la Corte Suprema declarara que “la Dirección del Trabajo se había excedido en sus atribuciones, en tanto no estaba facultada para decidir la legalidad de los contratos en una subcontratación laboral”. El argumento tocaba la forma y evidenciaba que, en el fondo, la internalización de los trabajadores, no debía ser tocado.[1]

¿Dónde estuvieron los que hoy llaman a terminar con el subcontrato? Estaban escribiendo nóminas para incluir a sus hijos, familiares y/o amigos pagando así los favores para evitar que el contingente más consciente del mundo de los trabajadores, es decir los contratistas, asumieran esas funciones que por años han desarrollado. Fueron estas acciones y abusos lo que provocaron las rebeliones de los años 2006, 2007 y 2008 en el primer gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.

Los trabajadores contratistas y sus organizaciones no pueden permitir que quienes han sido parte de estas decisiones nefastas, que no tan sólo han golpeado a los trabajadores contratistas, sino también a compañeros de planta, siendo parte del Directorio de la Estatal, hoy pretendan atribuirse acciones que nunca lideraron, que nunca les interesó, y que nunca han sido generosos en el trato con sus hermanos y hermanas de clase.

Por tanto, cualquier acuerdo de internalización en la Estatal Codelco Chile pasa necesariamente por los Trabajadores Contratistas liderados por la Confederación de Trabajadores del Cobre y por las diversas organizaciones que desarrollan trabajo efectivo y no por orgánicas útiles a la obstrucción de los avances de los trabajadores y trabajadoras.

Finalmente, importante es señalar que cualquier acción distinta obligaría a movilizarse unidos, desde múltiples frentes y escenarios, retomando la lucha que nos caracteriza, conquistando nuestros derechos y recuperando la dignidad que merecen los Trabajadores y Trabajadoras del Cobre en Chile.

[1] “En términos generales el fallo concluye en que los fiscalizadores incurrieron en actuaciones arbitrarias e ilegales que afectan la garantía constitucional contemplada en el Art. 19, Nº 3, inciso 4º de la Constitución Política de la República, por cuanto, se arrogaron facultades propias y excluyentes de los Tribunales del Trabajo”; “que además de constatar hechos han llegado a una conclusión jurídica consistente en establecer la existencia de contratos de trabajo simulados, para lo cual han procedido a interpretar contratos, facultad que es propia del ente jurisdiccional y no de un ente administrativo y que si bien este último puede interpretar la ley, no le es posible dar por establecidas relaciones laborales; que el órgano fiscalizador debe ejercer sus facultades cuando en sus funciones fiscalizadoras se encuentren frente a infracciones evidentes, claras, precisas y de terminadas a las normas laborales, debiendo limitarse a constatar situaciones fácticas, que indubitablemente configuren infracciones a las leyes laborales; etc”.

 

TAGS: Minería Trabajadores

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Comentarios

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Jose Luis Silva

06 de septiembre

No se donde encontró una cercanía del modelo con la gran estatal CODELCO que es la antítesis al sistema neoliberal. Las subcontrataciones en CODELCO pueden tener miles de razones y la última de ellas es el modelo.

En el mundo privado el modelo predice acertadamente que al imponer normas que encarecen artificialmente el valor del trabajo a las grandes empresas, éstas evitarán contratar directamente. Por ejemplo puede comprobar que las reformas laborales que se han hecho en los últimos años con el supuesto populista de mejorar las condiciones de trabajo lo único que han logrado es aumentar las subcontrataciones. ¿Hace cuanto que no ve un cajero de banco contratado por el mismo banco como era antes? Todas estas imposiciones laborales “a los ricos de grandes empresas” hacen que la mano de obra la manejen pequeñas empresas a quienes no se les impone las mismas exigencias que aparecen y desaparecen y siquiera respetan las pocas normas que se les impone como pymes. Eso logra con “proteger a los trabajadores”. No culpe al empedrado señor.

16 de septiembre

Sr. José Silva Larraín; debo reconocer que Ud. tiene toda la razón. Cada vez que se ha querido mejorar las condiciones de los trabajadores, intentando obligar a los grandes empresarios a pagar un mayor precio por el trabajo, los grandes empresarios han encontrado la forma de evadir estas medidas. Una de estas formas es la sub contratación, con la que consiguen pagar menos a los trabajadores, ya que no son «sus» trabajadores sino los de otra empresa, que si puede aplicar medidas de sobreexplotación.
Tiene razón, y lo que hay que eliminar es la posibilidad de subcontratar. Hay que eliminar la posibilidad de tener trabajadores de primera y segunda clase (los «míos») y trabajadores de tercera clase (los de la empresa contratista).
Por supuesto que ello implica que parte de la rentabilidad del capital invertido deberá pasar a convertirse en ingresos de los trabajadores, con lo que la «competitividad país» bajará. No obstante, subir esta competitividad a costa de bajar los sueldos, para aumentar las ganancias de los dueños de las grandes empresas, no es económicamente rentable para un país en que solo el 0,1% de la población son parte de esos millonarios, existiendo un 99.9 de personas que dependen del nivel de sueldos para mantener una vida mejor.

Jose Luis Silva

20 de septiembre

Si a las empresas le sube el costo de contratar diretamente yá eliminó la posibilidad de que contraten directamente. Si además les elimina la posibilidad de que contraten ni siquiera directametne, simplemente no van a contratar. Su solución de crear desempleo no me parece lo correcto.

Saludos

08 de septiembre

Los lamentables resultados económicos de Codelco no son casuales porque se relacionan con una política ya planificada para arruinar nuestra empresa emblemática para así crear las condiciones para su privatización. Siempre fue esa la estrategia, la forma en que la dictadura y los gobiernos que la sucedieron intentaron crear el «consenso» necesario para vender las empresas del sector público, esas que se habían creado con el esfuerzo de todos con la esperanza de vivir en un Chile más equilibrado, justo e industrial. Se trata de presentarlas como un lastre, como entes de ineficiencia y corrupción pura, de modo que lo más razonable para hacer del Estado una administración moderna era venderlas, no importando que fuera a precios ridículos ni que constituyeran empresas estratégicas para el control de la economía y la planificación general del país.

El objetivo de privatizar las empresas públicas es que éstas pasaran a depender de grupos económicos e inversores privados, sean éstos nacionales o extranjeros que a través de políticas complementarias como la liberalización de la economía, la flexibilización laboral o la subcontratación, etc., se transformaron en la práctica en las propietarias de nuestros recursos, del trabajo de los chilenos, de nuestras esperanzas y vidas. Como si no fuera suficiente con la fenomenal plusvalía que obtienen de las regalías del cobre hoy vienen por Codelco mientras Bachelet en una actitud totalmente pasiva, que traspasa los límites de la complicidad, tiene el descaro de anunciar medidas de inyección de capital para supuestamente reactivar la economía a través de un plan de reforzamiento de la inversión.

Catalina

08 de septiembre

En vez de trabajar para empresas subcontratista, debieran existir cooperativas de trabajo, en que cada trabajador aporta con sus horas de trabajo, agrupadas por profesión u oficio. Así, los trabajadores son dueños de su propio trabajo, y baypasean a la empresa subcontratista. Se constituyen con personalidad jurídica, dirigida por un directorio formada por trabajadores representantes elegidos por votación, y administrados por un gerente que contrata el directorio, por concurso público a través de una empresa externa. Como sindicato no funcionaría, ya que debe ser apolítico y entregar un trabajo de calidad que puedan ofertar a las empresas en condiciones convenientes, compitiendo con los subcontratistas. Y sería práctico además de la minería, para servicios de aseo, seguridad, secretarias, cajeros, cocineros, garzones, etc.

cesar Orellana

13 de septiembre

Lastima que los trabajadores contratistas no ganan lo mismo que los de planta ni tampoco ganan los bonos millonarios siendo que los que realmente asemos la pega somos los contratistas. si queremos igualdad paliemos por un chile justo tambien tenemos familia tambien tenemos que cuidarnos de la silicosis no sentado en una oficina esperando que muera una persona para aserle el sueldo señores de ctc siteco peliar por lo justo el trabajador siempre estara para apollar

Irene

18 de junio

Vivo en la república Argentina, aquí la precarización laboral, desde que asumió el Sr Macri, es terrible. Nuestros principales jefes sindicales, lo apoyaron a sabiendas de lo que significaba un gobierno neoliberal. Hemos sido traicionados, no yo personalmente porque sé lo que son, pero el trabajador común si sigue conservando su empleo, tiene miedo, sabe que el próximo puede ser él. Entiendo vuestra lucha, entiendo «los vendidos en Chile», porque con otros rostros son los mismos intereses de aquí. Pertenezco a la Universidad Nacional de Avellaneda, y estoy haciendo un trabajo sobre relaciones laborales en Chile de los últimos 3 años. Si tienen alguna sugerencia al respecto, desde ya agradecida. Hasta la Victoria Siempre, compañeros, seguimos juntos en la lucha, Irene

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