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Historia y descentralizacion

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Los recientes movimientos sociales que se han producido en diferentes puntos del país han cuestionado la imagen y viabilidad de una nación fuertemente centralizada, sugiriendo la importancia de re-examinar la relación histórica entre Santiago y el resto de Chile. Como historiadores también tenemos que hacernos cargo de este desafío, empezando por preguntarnos –críticamente- de qué forma los discursos e interpretaciones históricas han reforzado una imagen de país centralizado y homogéneo como así también marginado e ignorado aquellas experiencias que han sucedido en los márgenes de este mítico estado-nación unitario.

Esto no significa únicamente recopilar historias locales y regionales, sino más que nada reformular nuestros temas y preguntas desde otras perspectivas e ir incluyendo nuevas miradas y puntos de observación. Por ejemplo, la historiadora Florencia Mallon, en su estudio sobre las comunidades mapuches a lo largo del siglo XX, ha señalado sugerentemente que hacer historia desde la perspectiva indígena no solo significa empoderar al pueblo mapuche como sujeto histórico sino además cuestionar nuestras periodizaciones e interpretaciones tradicionales. Esfuerzos similares han sido realizados por académicos en la zona norte del país, desde donde se ha examinado críticamente, por ejemplo, los llamados procesos de chilenización. Siguiendo esta línea de análisis, ¿podemos seguir hablando de expansión de la frontera? ¿Modernización? ¿Reforma Agraria? O ¿mestizaje? ¿Qué significado tienen estos temas en distintas partes del país?

Fortalecer una historia regional crítica y dinámica cuestiona también la política de centralizar la documentación histórica en la ciudad de Santiago. Por ejemplo, ¿es legítimo que para escribir la historia de Aysén, me pueda sentar tranquilamente en el Archivo y la Biblioteca Nacional de Santiago, sin mucha necesidad de poner un pie en dicha región? La rica documentación de las intendencias, gobernaciones y notarios, así como los periódicos y revistas, se acumulan en el centro de la ciudad de Santiago, privando a su vez a las regiones de la posibilidad de mantener, recuperar y usar dicha información. No es coincidencia tampoco, que una de las demandas que han surgido desde diferentes puntos del país es la necesidad de reforzar las instituciones de educación superior regionales, lo cual implica no solo ofrecer una educación pública de calidad, sino también destinar recursos para la producción de conocimiento y debates que tengan como eje central la historia regional y local.

Hacer historia regional no es solo relatar las supuestas anomalías que sucedían en diferentes partes de Chile, sino incluir la diversidad de las experiencias locales que nos demuestren la riqueza de un país complejo y heterogéneo. Una historia centrada en Santiago solo refuerza las relaciones de dominación, dejando fuera de esa admirada historia nacional a una parte importante de la población. Tal como nos han enseñado los estudios subalternos (género, clase y etnicidad/raza), es imperante para construir una nación más democrática, de-centralizar la forma en que escribimos y enseñamos la historia de nuestro país.

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Foto: jluclaboral

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3 Comentarios

maurosorio

Si desde las regiones surgen preguntas y perspectivas nuevas, ir a Santiago por la información sin complejos de centralización permite avanzar. En Aysén por ejemplo todavía no es posible considerar un archivo regional pues no hay infraestructura. Los archivos oficiales de Aysén sucumbieron en un gran incendio en 1966, otros más han sucumbido para calentar escuelas y liceos, internados y servicios públicos. Una piromanía desquiciada por el propio desinterés en la memoria escrita. Sin Santiago y sus bóvedas tendríamos que seguir con los retazos de memoria oral o las cartas carcomidas por los ratones…

    angela-vergara

    angela-vergara

    Creo que eso mismo demuestra la necesidad de tener una politicas (y asignar) recursos para que las regiones puedan mantener su material y fuentes historicas, las historias (y a veces mitos) de que los archivos se quemaron, inundaron o se los comieron los ratones pasa en todas partes. Eso no quiere decir que no se vaya a Santiago, pero que existia un «flujo» y dialogo.

Enzo Abbagliati

enzo-abbagliati

La norma que rige a los archivos en Chile es el DFL 5.200 de 1929, el que crea la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Con la Ley de Transparencia (Ley 20.285), algunos ámbitos se actualizan (en especial en lo relativo a la conservación de material documental por parte de los organismos públicos). Claramente, el escenario requiere una revisión significativa de sus normas, que avance de manera sostenida en facilitar el acceso a las comunidades regionales a su patrimonio documental. Si eso es vía creación de los archivos regionales o vía digitalización y acceso en línea es una discusión que mezcla (y no sé si es posible evitar esa mezcla) argumentos técnicos con argumentos de carácter político. Sin embargo, mientras vemos un debate más o menos vivo en la opinión pública sobre si crear o no un ministerio de cultura, en ese debate el futuro de nuestro patrimonio documental y la relación de éste con las identidades regionales parece no estar presente.
Les dejo la opinión del actual Conservador del Archivo Nacional:
http://www.dibam.cl/archivo_nacional/noticias.asp?id=14929