Pasar de discutir un reajuste mínimo en base a una cifra “abstracta” reajustable en función del IPC, a discutir un reajuste cuya primera condición sea que el sueldo mínimo esté por sobre la línea de la pobreza y que por tanto el trabajo le permita al trabajador dejar de ser pobre es de un impacto enorme.
En 1933, Herbert Marcusse (destacado filósofo alemán de origen judío) se preguntaba “¿Con qué derecho asume la actividad económica el sentido primario del trabajo?” y llamaba la atención de la despreocupación en el debate acerca lo que él señala como “la significación del “hecho” del trabajo dentro de la existencia humana”.
No cuesta mucho argumentar a su favor, hoy es más menos evidente y de fácil entendimiento que el “hecho” de trabajar, es decir la acción misma del trabajo, en lo concreto desborda con creces la mirada que lo circunscribe tan solo a la actividad económica. El trabajo y el trabajador por tanto, no es solo el resultado “técnico” de un modelo que los requiere así como requiere de tantas otras materias primas para su funcionamiento, el trabajo y por tanto el trabajador es una existencia plena y desbordante de la mera condición técnico/económica de un modelo en particular, es una condición plena de la existencia humana.
¿A qué viene todo esto? Ayer nos enteramos de un acuerdo por el salario mínimo firmado entre la CUT y el gobierno de la Nueva Mayoría que no puede menos que llamarse histórico. Y lo es ya que por primera vez este acuerdo no solo se centró en discutir un guarismo para el reajuste, sino que acordó una agenda que -haciendo justicia a las preocupaciones de nuestro filósofo alemán- abarca la discusión sobre el trabajo desde una perspectiva más completa que la que nuestro agresivo capitalismo había permitido hasta ahora.
En 18 meses los trabajadores tendrán el reajuste más significativo de la historia, llegando el sueldo mínimo a los 250 mil pesos, este punto en sí es relevante, ya que se adelanta en seis meses el compromiso del gobierno de tener un sueldo mínimo de $250 mil (en Julio de 2016, ahora será en Enero). Son seis meses de sueldo reajustado que gana el trabajador, en oposición al mes de sueldo reajustado perdido en la administración de Piñera por el retraso en la negociación debido a la inflexibilidad del gobierno. Punto para la CUT.
Pero esta buena noticia venía acompañada de otra mejor.
El cambio de paradigma en la discusión laboral que ha impulsado la CUT no puede ser menos que beneficioso para los trabajadores: pasar de discutir un reajuste mínimo en base a una cifra “abstracta” reajustable en función del IPC, a discutir un reajuste cuya primera condición sea que el sueldo mínimo esté por sobre la línea de la pobreza y que por tanto el trabajo le permita al trabajador dejar de ser pobre es de un impacto enorme. Simplemente no tiene precedentes en nuestra joven democracia, lo cual es un acierto de la CUT pero también debemos decirlo, del gobierno de la Nueva Mayoría que se ha abierto a este debate, dando de paso una señal importante de que este será un gobierno de avances para los trabajadores.
En palabras simples, esta discusión le cambia la cara al país con respecto a lo que ha sido históricamente el trato hacia sus trabajadores.
Si a todo esto le sumamos que el acuerdo incluye la presentación en el mes de octubre de un plan de reformas laborales para “garantizar derechos de negociación colectiva y de fortalecimiento sindical que terminen con las prácticas abusivas” estamos hablando de que el trabajador verá acrecentado su poder y por tanto su fuerza en su espacio concreto de trabajo y con su respectivo empleador/patrón.
Esto significa empoderar a los trabajadores en la relación “básica” que mantienen con sus empleadores ¡Hablamos de más poder para todos los trabajadores, en la base de su relación laboral ante cualquiera de sus empleadores! ¡Más poder para todos los trabajadores frente a todos sus empleadores!
La sustancialidad de este acuerdo hace que nosotros y si pudiera, quizá hasta nuestro filósofo se pondría de pie.
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Foto: chilefotojp / Licencia CC
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