Hace 130 años los Mártires de Chicago dieron la vida para conseguir derechos que hoy en día podrían parecer básicos. Sin embargo y pese a todos los esfuerzos de las generaciones venideras, hubo conquistas de los trabajadores que se esfumaron con las dictaduras que estremecieron Latinoamérica y especialmente a Chile.
Los Mártires de Chicago no solo lucharon durante esos aciagos días – entre el 1 y el 4 de mayo de 1886 – por tener una jornada laboral de ocho horas, sino que sus reivindicaciones fueron más allá y llegaron hasta los últimos días del Gobierno de la Unidad Popular. Estos avances los perdimos debido a la dictadura cívico-militar y la irrupción de uno de los sistemas neoliberales más extremos del mundo.
En tiempos durante los cuales nuestro continente era un polvorín, no solo se disolvió el código del trabajo, junto con los derechos de los trabajadores, sino que también hubo una merma en las remuneraciones y un cambio brutal del sistema de pensiones por medio de las AFP. Pese a todo las y los trabajadores seguimos luchando por recuperar, mantener y mejorar nuestros derechos. Hoy nos encontramos en una etapa clave: recuperar los derechos laborales que nos fueron arrebatados por la dictadura cívico-militar.
En estos días, hemos sido golpeados por un fallo del Tribunal Constitucional que, a petición de los sectores de la derecha política y empresarial de Chile, vetó la decisión de una mayoría que representa la voluntad del pueblo.
Este tribunal, uno de los últimos enclaves autoritarios de la dictadura, vetó las legítimas demandas de las mayorías representadas por el pueblo y, actuando como una tercera cámara, violentó la decisión soberana del Congreso Nacional, cuyo poder resolutivo es otorgado exclusivamente por el pueblo.
La titularidad sindical es una herramienta para fortalecer los sindicatos e igualar las condiciones de negociación con los empleadores. Sin embargo, nuevamente los sectores más refractarios de la derecha, triunfaron con esta Constitución, cuyo espíritu es imponer su voluntad sobre las mayorías, representadas por el pueblo.
Es ingenuo pensar qué la derecha está trabajando por los derechos de la clase trabajadora. Francamente y a vista y paciencia de todo lo que hemos sido testigos, esta afirmación parece un mal chiste.
Este hecho es una potente señal que manifiesta que hay sectores que quieren imponer su voluntad en contra de los trabajadores y que necesitamos aquí y ahora un Proceso Constituyente que culmine con una Nueva Constitución, vía Asamblea Constituyente
Una vez más este 1º de mayo debemos continuar consagrando a los mártires de Chicago y hacer saber al mundo que estamos presentes en las calles de Chile, porque tenemos el deber de honrar su memoria, demandando nuestros derechos ciudadanos y de trabajadores.
Estos tiempos requieren que cada uno de nosotros entregue el mayor esfuerzo para cristalizar en la conciencia de todos lo que al pueblo le pertenece.
Una vez más este 1º de mayo debemos continuar consagrando a los mártires de Chicago y hacer saber al mundo que estamos presentes en las calles de Chile, porque tenemos el deber de honrar su memoria, demandando nuestros derechos ciudadanos y de trabajadores.
Vamos a exigir la derogación de la Constitución impuesta por la dictadura cívico-militar, para concluir al fin en una Carta Fundamental escrita por todas y todos los ciudadanos de esta tierra.
Vivan los trabajadores y trabajadoras que todos los días luchamos por nuestra familia, nuestros compañeros, nuestro país.
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Benjamín Araneda
He aquí, la nítida evidencia de una inconsecuencia en la conmemoración del martirologio de Chicago. ¿Podemos hablar de honrar a los mártires que luchaban por una jornada laboral de 8 horas? ¿Podemos hablar de «recuperar los derechos laborales que nos fueron arrebatados por la dictadura cívico-militar»? Pregunto esto, porque desembozadamente, en el contexto del día de los trabajadores, se defiende una Reforma lampedusiana, en la que no hay ninguna modificación a los ejes centrales del Plan Laboral de la dictadura, pergeñado por José Piñera . Más grave aún, es la miopía de no ver que esta reforma, en la intención de satisfacer al gran empresariado, del cual es sin duda cautiva la casta política gobernante, profundiza en algo que ni siquiera al padre del plan laboral del 79 se le ocurrió: los pactos de adaptabilidad. Este proyecto abre un espacio para la flexibilidad laboral y este contexto reformista, hace del recordatorio de la causa de la jornada laboral de 8 horas una cruel paradoja, en el marco de una reforma que hace que derechos que se consideran básicos, como la extensión de la jornada laboral, sean negociables, con la única condición de que un sindicato minoritario que represente al 30% de los trabajadores los apruebe.
No es solo la Constitución la que hay que cambiar. No fue solo la dictadura la responsable. Han sido también los gobiernos que han rotado en el poder hasta estos días y a ello han contribuido los dirigentes obsecuentes con el poder político.