La realidad del Chile 2015 nos hizo aterrizar directo en lo más oscuro de las etapas de un país que está decadente por falta de voluntad y compromiso para llevar las nuevas ideas a una implementación razonable y práctica sin muchos daños colaterales.
Se transformó en todo un evento el que cada semana se informaba por los medios algo más oscuro y falto de verdad, las mentiras quedaron expuestas y los mentirosos más expuestos aún, algunos sufrieron de su forma de “trabajar” en carne propia aunque la gran mayoría ha logrado salir sin pagar su delito, sea este #ideológico o no, y se ha llegado la casi nula pertenencia afectando esto a casi la totalidad de organizaciones en los más variados temas de la vida cotidiana.
La sociedad viene mostrando su aporte desde la necesidad de plantear un cambio y ha recibido de vuelta una sordera, ceguera y falta de empatía total de autoridades elegidas y designadas, nos gustaría decir que fuimos escuchados, leídos y finalmente vistos como pares a la hora de tomar decisiones o de ingerir en los procesos donde se debate, analiza y acuerdan las formas de como hacer caminar al país desde y hacia distintos temas como salud, educación, pensiones, deporte, ciencia y otros que son fundamentales para el desarrollo de las personas.
Estamos aburridos que las noticias sean 99% negativas, de escuchar que todos roban, que nadie paga sus delitos, que las autoridades hacen todo a la rápida, que los políticos no trabajan, que los estudiantes pasan en paro, que los funcionarios públicos se toman los servicios y que al gobierno le importa un cuesco que nosotros seamos los discriminados, estamos aburridos de la ignorancia y el adoctrinamiento en la reformas propuestas que en el fondo son necesarias pero la forma y su evaluación en la sociedad son pésimas.
Cómo hacemos entender a las autoridades que necesitamos más y mejores hospitales sobre todo en las comunas más populosas y las más distantes y remotas; cómo hacemos para que se detenga la delincuencia y el terrorismo en la Araucanía; cómo hacemos entender que necesitamos pensiones dignas para los que han dado su vida trabajando por Chile; cómo hacemos para que los lolos en las poblaciones se muevan a una vida más sana practicando deportes; cómo hacemos para que la cultura, el arte, la música, el cine y el teatro se acerquen a todos nosotros; cómo hacemos entender a quienes deciden que si subvencionan Transantiago le están regalando el dinero a empresarios y no lo están distribuyendo; cómo les hacemos entender que los portonazos, lanzazos, hurtos y otros delitos de poca monta nos hacen vivir en verdaderas cárceles mientras los delincuentes andan campantes por la ciudad; cómo les hacemos entender que ya no aguantamos más el que no suba el sueldo mínimo a una cifra digna y que los funcionarios públicos no se puedan sentar a conversar como será su nueva clase de relación laboral con su empleador el Estado.
Para eso proponemos un nuevo acuerdo social, donde los ciudadanos fijemos puntos de encuentro, donde podamos sentarnos en la más plena y amplia libertad de “estar de acuerdo en no estar de acuerdo”, esa libertad que lleva al desarrollo de las personas sin importar sexo, religión, educación o nivel socio-cultural, esa libertad que lleva al compromiso, esa libertad que permite ser escuchado, esa libertad que prefiere ser oído y hombro que una voz que ordene y una mano que se levante contra un trabajador, un niño o un anciano.
Eso es la base de este nuevo acuerdo social, que cuando veamos noticias nos acordemos que todos somos chilenos, que todos somos hijos de esta tierra por sangre, por sudor, por lagrimas y por la alegría que nos prometieron.
Este nuevo acuerdo social donde rescatemos la confianza perdida en la oscuridad de la mentira, donde rescatemos el debate para tener claro cuáles son las distintas visiones del país que queremos, donde podamos generar el camino y aunque nos sentemos en distintas veredas sigamos siempre juntos como hermanos, donde los niños de La Granja o La Pintana conozcan a los niños de Vitacura o Las Condes, donde conozcamos a nuestros compatriotas de regiones y cuales son sus necesidades en Valparaiso, Concepción, Alto Hospicio, Curacautín, Putre o Salamanca, donde junto a los científicos podamos avanzar en una vida cuidando lo que nos rodea porque es nuestro.
Eso es la base de este nuevo acuerdo social, que cuando veamos noticias nos acordemos que todos somos chilenos, que todos somos hijos de esta tierra por sangre, por sudor, por lagrimas y por la alegría que nos prometieron y que llegó sólo para unos pocos, repartamos felicidad, regalemos energía positiva, adoptemos a Chile como nuestra casa y cuidémosla porque se la estamos heredando a nuestros hijos y nietos.
El futuro de Chile hoy se ve como un punto de luz desde el fondo de un pozo, lejano, difícil de distinguir y con la sensación que es imposible llegar a él, hoy tenemos la oportunidad de reconstruir a Chile desde su lado más oscuro, hagámoslo entre todos, seamos el martillo, la sierra, los clavos y la regla que suenen todos los días mientras acordamos cómo queremos que sea nuestra casa, nuestro Chile, ese que nos recibió de nacer o de llegar y que cuando miremos la Cordillera majestuosa con sus cumbres blancas, nos moje el mar que nos baña tranquilo y sintamos las olas rompiendo en su ciclo eterno, cuando veamos los arboles en el campo y sus frutos preciados y sintiendo el olor de esta tierra y la pureza del aire que respiramos, cuando vemos las estrellas que nos señalan las imágenes que sirvieron para construir este país seamos capaces de decir soy chileno, soy hermano, soy presente y futuro, soy yo quien le va a entregar este país a nuestros hijos y soy yo el que mira al lado y ve alguien igual que yo, haciendo lo mismo que yo, construyendo, soñando, imaginando un nuevo chile.
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