Gracias Luis Keitel

El martes 16 de este mes por la noche me enteré del fallecimiento de Luis Keitel. Era uno de los «nuestros», me refiero a que convivía con la ELA, por lo que conozco, vivió desde adulto joven con la enfermedad. Tenía hijos pequeños y con amplias perspectivas laborales y afectivas. No lo conocí personalmente ni a él ni su familia. Si compartíamos ciertos profesionales de la salud. Así supe de las complejidades de su salud, luego de un procedimiento en un centro de salud. Le quise enviar un mensaje, pero no lo pude concretar por avatares personales y de mi condición.

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Luis Keitel testimonia con sus acciones que no somos «pobrecitos», es cierto que esta enfermedad genera en las personas una especie de solipsismo, ensimismamiento que, no obstante, es necesario para convivir con las pérdidas propias de la ELA

Y entonces, ¿por qué escribir sobre una persona tangencialmente conocida? Como dice el evangelista Mateo, «por sus obras lo conocerás». Mis familiares cercanos y yo mismo hemos recibido información, atención, orientación y ayudas técnicas de la Corporación ELA; institución promovida y creada por Luis Keitel,. Es la única organización ciudadana dedicada a cubrir las necesidades de las personas y sus entornos que conlleva la ELA. Incluso, antes de las ayudas en dispositivos de la ley Ricarte Soto. CorpEla, además, trabaja en varios programas, desde la organización de seminarios informativos a consulta con profesionales con una sabia mirada multidisciplinaria, pasando por la entrega de ayudas técnicas.

Empero, este tipo de organizaciones no funcionan, ni obtienen recursos del aire. Se necesita un alma y brazos ejecutivos para insuflar la suficiente energía. En este caso, hablamos de Carolina Bisquertt, infatigable y cercana a nosotros y nuestros entornos afectivos.

He leído y escuchado expresiones distintas sobre esta triste noticia. No dudo un ápice de las buenas intenciones, pero conllevan juicios implícitos que hay que revisar. Veamos algunos ejemplos: «Por fin dejo de sufrir «, como si el sufrimiento fuera monopolio de los enfermos, cuando es parte central de la condición humana. Sufrimos desde el parto y tal vez, hemos tenido dolores más intensos antes de enfermarnos de ELA. Otro lugar común, «al fin descansó «, no tengo dudas que Luis Keitel amaba la vida, tenía sus afectos y le sacaba el jugo a las oportunidades que se le presentaban. Tampoco estaba «atrapado», ¡fue capaz de inspirar la Corporación ELA!

Luis Keitel testimonia con sus acciones que no somos «pobrecitos», es cierto que esta enfermedad genera en las personas una especie de solipsismo, ensimismamiento que, no obstante, es necesario para convivir con las pérdidas propias de la ELA, pero esto no es suficiente para personas como Luis que fueron capaces de ir hacia otros, con un auténtico amor al prójimo.

Estoy convencido que la palabra más adecuada para Luis Keitel es: gracias. La gratitud es profunda e intrínsecamente humana, solo se da en nuestra especie, más aún en una sociedad en que todo se mercantiliza en que interactuamos, muchas veces, en la transacción de bienes y servicios. Aun en las condiciones de fragilidad extrema, nos podemos entregar a los otros y otras. Gracias Luis Keitel.