Black lives matter, las vidas negras importan. Pero, ¿cuales son todas esas absolutas vidas negras en el mundo? ¿todas y sin distinción importan?.
Vamos a los hechos desde el detonante en Estados Unidos y la violencia institucionalizada de la policía a la población negra del país, histórico que se arrastra desde la colonización, la esclavitud y se ha arraigado en el ADN de la población, antecedente que tenemos y podemos analizar, ya que, las vidas negras importan, tenemos la evidencia histórica para poder entender la situación actual.
Enfoquemos entonces la reflexión hacia el futuro de la “nación negra”, asumiendo que tenemos la pincelada de pasado necesaria para estructurar una idea, las vidas negras de Estados Unidos nos importan, a mí, a muchos, pero antes de importarme la vida de algún otro joven negro víctima de la violencia racial, conocí el racismo desde otra perspectiva, violencia racial policial hacia mis cercanos negros. Es difícil querer hablar de racismo desde la vista del espectador, pero es mucho más difícil tratar de explicar a quienes no lo han experimentado en ningún grado, ni siquiera como espectador.Estas preguntas son en realidad respuestas a la tarea que tenemos, de entender la negritud como un todo, así nos damos cuenta que tan nula es nuestra preocupación, conciencia y conocimiento y responsabilidad con “nación negra”.
Vimos muchas publicaciones de duelo y hashtags haciendo referencia a esta injusta y dolorosa muerte, la autocrítica entonces debería ser hacia todas las otras vidas negras que perdemos diariamente en todo el mundo y que por la poca importancia que los medios le dan al genocidio en países subdesarrollados es que continuamos ignorantes al respecto. Entonces les digo, no son todas las vidas negras que importan, “¿pero como puedes afirmar algo así?”, pues entonces vamos a hacer un mea culpa sobre nuestra indiferencia.
Atravesamos un momento muy complejo en la humanidad, la pandemia del Covid-19 probablemente un evento sin precedentes, pero cuando se hablaba de China, no nos preocupó, una amenaza distante lo suficiente para preocuparnos, hasta que llegó a Europa y donde siempre las vidas importan más; más que las vidas perdidas por Ébola y por el VIH en África, más que en los atentados terroristas del medio oriente, porque los atentados siempre son más tristes y letales cuando son vidas europeas, pero no lo suficiente cuando son pobres, negras, árabes y migrantes.
¿Qué responsabilidad tenemos en esas muertes? a decir verdad, ninguna, si pensamos que no ejecutamos el asesinato, sino que indirectamente es nuestra indiferencia la que nos limita a pensar que solo las vidas del primer mundo duelen. Sin ser hipócritas ni caer en el famoso “todas las vidas importan” o “ni uno menos”, primero que todo, ¿por qué debemos crear frases y banderas para mostrar apoyo y solidarizar con las víctimas?, sabiendo que no todas las vidas nos importan de hecho. El complejo del perro mestizo que fue adoptado por una religión, un idioma impuesto y una utopía de república independiente en latinoamérica, nos hace sentir “blancos” lo suficiente como para ignorar que en la región el genocidio negro es pan de cada día, ya lo decía Michael Jackson hace más de 2 décadas, “They don’t care about us” (“no les importamos”, en traducción libre), un video colorido, bastante folclórico, Brasil y “negritos” bailando en sus favelas, porque es ahí donde pertenecen, es normal y natural, así lo asimilamos, así nos muestra la televisión como debe ser, negros, pobres, favelados, traficantes, buenos para el fútbol, alegres en su miseria.
Nunca tuvo más sentido esa canción, ¿te das cuenta lo que ves, lo que escuchas y aún así no ser lo responsable lo suficiente para hilar la idea del racismo?, es exactamente en ese lugar, de ese video donde 6 adolescentes con armamento de guerra que nunca había visto, estaban frente a mi, y no pude pensar en otra cosa si no en esas vidas perdidas a plazo fijo, vidas jóvenes con mucha energía desperdiciada en unos tiros de algún bando rival o de la propia policía, porque, ¿qué más dá? son negros pobres, estadística, número, abandono, muerte. El pequeño de 12 años que trabaja de 10 am a 23:00 vendiendo películas pirata, ganando unos 9 dólares por jornada, ¿qué le ofrecemos a ese chico?, si en el tráfico se les ofrece dinero, mujeres, armas y un supuesto poder que los ciega y los hace sentir inmortales. Esa misma inmortalidad que los mata, niños que que son padres de otros niños, niñas que buscan el estatus de ser la novia de un “soldado” del tráfico, niñas que son madres solteras y que continúan con el círculo infinito de carencias, donde se crían mas y nuevos niños en busca de exactamente los mismos objetivos, por que son los únicos que pueden alcanzar, porque la sociedad lo dictamina, el gobierno ignora y la muerte acecha.
Miremos un poco más de cerca, con lupa, en los barrios de migrantes, en las aglomeraciones de podredumbre negra, sucia, indigna de una visa, un trabajo “limpio“, de una hora en el servicio de salud, indignos de una educación, indignos de compasión, adivinen por qué; así es, eso es racismo, disfrazado de xenofobia o de aporofobia, pero es liso y llano racismo. Entonces, volvamos a las vidas negras y la hipótesis de Wakanda en el mundo real, quienes serán los pre-seleccionados para ser merecedores de ese espacio, ese desarrollo, ese orgullo negro y esa economía, ¿se construirá como hizo Django para conseguir libertad, camuflándose entre la élite y sacrificando vidas hermanas para la libertad de unos pocos? ¿Zumbi de los palmares? ¿el sueño de Martin Luther King o la doctrina de justicia de Malcolm X? ¿Wakanda tendría credo religioso, sería el islam o el evangelio, santeria yoruba? ¿todos serían alfabetizados e instruidos y curados de cualquier mal y enfermedad? ¿sería socialismo, se adoptaría algún régimen dictatorial africano? ¿redistribución de riquezas y deuda histórica?.
Estas preguntas son en realidad respuestas a la tarea que tenemos, de entender la negritud como un todo, así nos damos cuenta que tan nula es nuestra preocupación, conciencia y conocimiento y responsabilidad con “nación negra”.
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