La invitación a participar del proyecto “Bibliotecas para tu Acción Ciudadana” se nos presentó desde el origen como un gran desafío, que requería de un proceso previo de inducción en torno al gran tema de la participación ciudadana. Lo primero fue entender entre nosotros qué era la participación, para qué servía y cómo podíamos materializarla en una actividad concreta para los vecinos, algo que además comprometía la experiencia y la voluntad. Como punto de partida definimos el espacio de la biblioteca municipal anexo sur, que se encuentra dentro del centro comunitario Carol Urzúa, ubicado en pleno barrio Franklin, centro que cuenta con varios servicios y actividades para vecinos.
Esta biblioteca, al igual que el centro, tiene la particularidad de ser frecuentado especialmente por adultos mayores, es por eso que al revisar los registros de usuarios de la biblioteca decidimos orientar nuestra actividad a ese grupo característico de la población del barrio.
El desafío se complejizaba en la medida que encontrábamos los caminos. Después de dar muchas vueltas llegamos a una idea. El barrio, ese era nuestro punto de unión –al menos en esa instancia–, el centro comunitario, la biblioteca, los vecinos y lo más importante, la memoria.
La historia del barrio era algo de lo que todos podíamos participar, cada uno a su manera, porque la historia del barrio es también la historia de la vida privada y a su vez, de una vida comunitaria que se construye en base a un entramado de historias y todos tenemos una historia que contar, la literatura simplemente nos mostraría un camino.
Clase a clase fuimos compartiendo las historias frente al grupo, las que fueron intensificándose, no solo al mejorar considerablemente los textos en cuestiones narrativas básicas, sino también en los temas abordados.
Al cabo de nueve sesiones, cada participante contaba con al menos tres textos diferentes, que hablaban del barrio, de sus personas y vidas. El tiempo se nos hacía corto, cada lectura provocaba una conversación que se construía en grupo y que se enriquecía precisamente por lo mismo.
Entendí que la literatura era una excusa para hablar de quiénes somos, de las relaciones que establecemos, de los lugares en que vivimos y de todo lo que nos ha tocado experimentar, pero faltaba algo más, porque esas historias planteaban problemas y dolores humanos, hablaban de cómo construimos nuestras ciudades y barrios, aquellas historias mostraban realidades que ni siquiera imaginamos.
Tras finalizar los encuentros comenzamos un proceso de selección y edición de los textos de los participantes, los que fueron recogidos en una publicación tipo fanzine.
El conjunto de textos es el resultado de un trabajo introspectivo y práctico de escritura creativa, que desarrollamos entre todos y en base a la memoria, de indagar en el recuerdo particular de las experiencias que construyeron el barrio, la ciudad.
El conjunto de textos es el resultado de un trabajo introspectivo y práctico de escritura creativa, que desarrollamos entre todos y en base a la memoria, de indagar en el recuerdo particular de las experiencias que construyeron el barrio, la ciudad.
El ejercicio de recordar nos conecta empáticamente, entendemos algo de nosotros y también de los otros, así construimos un espacio de participación que es inmaterial, pero que nos pertenece y nos enseña que la relación afectiva y profunda entre los humanos es la única forma de crear una sociedad más justa y libre.
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