Las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TICs) han revolucionado nuestras vidas en todos sus aspectos: trabajo, vida social, familia, política, negocios, etc.
Sin embargo, un área donde todavía no han tenido un gran impacto es en la implementación concreta de la democracia: las elecciones políticas, en la mayoría del mundo democrático, siguen utilizando tecnología del siglo XIX, y no han cambiado casi nada en los últimos 100 años.
Las TICs nos pueden ayudar mucho en hacer las elecciones más simples, más baratas y más frecuentes: desde permitir que los votantes puedan votar en cualquier mesa o lugar de votación oficial, hasta tener urnas electrónicas con pantallas táctiles, más amigables con los discapacitados y fáciles de usar. Y, por supuesto, soñando con algún día votar por Internet, desde nuestro dispositivo favorito.
Sin embargo, existen dificultades no triviales cuando tratamos de implementar algo tan simple como un voto en papel con un computador. El mundo digital tiene sus propias reglas, y no todas son compartidas con el mundo físico al que estamos acostumbrados. La investigación en ciencias de la computación ha resuelto la mayoría de los problemas asociados a autentificar al votante (asegurarse que sea quien dice ser) y a mantener el voto secreto (que nadie pueda saber por quién yo voté). Pero mezclar ambas tecnologías, garantizando que nadie pueda asociar el votante con la preferencia marcada es muy difícil.
Las últimas tecnologías desarrolladas, permiten esta magia, manteniendo el voto siempre encriptado.
¿Estamos en condiciones de usar esta tecnología para una elección presidencial nacional? Aunque suena tentador, hay dos razones que frenan este desarrollo: la coerción (forzar a un votante a votar por alguien) y la confianza de la sociedad en el resultado.
La coerción es muy difícil de combatir: si yo quiero mostrarle a alguien mi voto, y estoy usando mi teléfono en cualquier lugar, no tenemos cómo asegurarnos que no lo haga.
La confianza es cosa de tiempo, pero hay que tener cuidado. Es obviamente más dudoso para la gente un sistema computacional al que no tengo acceso directo y donde requiero expertos para que verifiquen los resultados. Por un tiempo, parece mucho mejor mantener copias de los votos en papel (impresos por las urnas electrónicas) y poder contarlos a mano en caso de dudas.
Llevado al extremo, podríamos ejercer una democracia directa, sin representantes, donde el ejecutivo necesita validar permanentemente sus iniciativas con la ciudadanía y contar con un mínimo de apoyo para aprobar sus leyes.
Pero la gran presión que nos empuja a usar estos nuevos sistemas por Internet es el combate contra la abstención. Una democracia que duda de los resultados de una elección es frágil. Pero una democracia donde nadie vota es aún más peligrosa, usualmente termina en manos de extremistas o populistas que pueden llevar el país a cualquier parte.
Hacerle la vida más fácil al votante, particularmente a los jóvenes, ayuda seriamente a combatir la abstención.
En este camino, podríamos ir pensando en cambios aún más radicales a la democracia, que las TICs hacen triviales de implementar. Un ejemplo es lo que los españoles han denominado la «democracia líquida». En Chile, podríamos usarlo para la elección de Diputados, y todo empieza igual que siempre, hay candidatos, una elección y yo voto por el que me gusta más. Pero una vez que la nueva cámara comienza a sesionar, yo empiezo a pensar que no me gusta lo que dice, cómo vota, etc. Y decido cambiar mi voto, y ahora voy a apoyar al que perdió. Simplemente apreto un botón en mi celular y ya está, cambié mi voto. Si al cabo de un tiempo, el diputado ganador perdió tantos votos que el segundo ahora gana, simplemente su escaño es reemplazado por el nuevo Diputado, quien ejercerá mientras tenga suficiente apoyo.
Llevado al extremo, podríamos ejercer una democracia directa, sin representantes, donde el ejecutivo necesita validar permanentemente sus iniciativas con la ciudadanía y contar con un mínimo de apoyo para aprobar sus leyes.
Las TICs permiten implementar nuestros sueños. La pregunta importante hoy es definir cuál es nuestro sueño.
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Jo Piquer
Buen comentario, peón de Jehová!
Tecnológicamente, una cámara de diputados digital es perfectamente factible, e incluso existe el ejemplo de el partido de Internet en Argentina, liderado por la gran Pia Mancini, que busca algo parecido en la práctica.
Políticamente, creo que se requieren ambos sistemas: uno digital directo controlado por los ciudadanos en línea y otro controlado por políticos representantes (podría ser el Senado). La ciudadanía es poco «responsable » con sus actos, nadie paga el costo, que se distribuye entre el anonimato de fuente ovejuna… El político tiene que enfrentar las consecuencias y eso lo fuerza a ser más responsable…
Enfin, iremos aprendiendo en el camino…
Milton
Podría comenzarse por la votación municipal.
peon
Todo de nuevo. La página se recarga sola y borra el comentario. Pucha que hay que tener paciencia para construir la democracia, oh !!!… Primero, porque se le habla a gente sorda o demasiado embarrada en la masa que amasan, para pensar en hacer otra cosa q no sea maquinar confabulaciones q limiten las capacidades de expresión y creación del pueblo chileno… ¿Hasta cuando hay que soportar tanta vejación al derecho de participar en la vida política del país?…
(Ese fue un comentario aparte, profesor)…
….. Decía que nuestro sueño es poder hacer realidad todos nuestros sueños. Para que esto suceda, debe existir una herramienta que los registre en una intranet, institucionalizando la participación ciudadana digital, y luego se analicen los datos y se tomen decisiones en conformidad a criterios de importancia y prioridades, para definir qué sueños se implementan en primer lugar, de forma que los que se decidan desarrollar, los cubra el Presupuesto Nacional.
Tal herramienta nos debiera permitir construir ideas. Entre ellas, un Programa de Gobierno, la pre elección de candidatos a algún cargo público, tener representación ciudadana directa en el Congreso Nacional y ante las autoridades. Además, nos debiera permitir procurar mejorar nuestros sistemas de desarrollo territorial, nuestros sistemas económicos, políticos, sociales, y un largo etcétera sólo limitado por nuestra capacidad, necesidades e imaginación…
Una Cámara Ciudadana Digital es esa Herramienta…