Cubrir tecnología en Chile es sinónimo de avances técnicos, videos virales de la portada de Youtube y los últimos giros de las mayores empresas del rubro. Tecnología hoy, en la tele, en prensa y en los blogs especializados, es jugar a la asepsia del mercado liberal: celebrar que Apple lanzó un nuevo producto o que Twitter salió a la bolsa con grandes resultados. Tecnología es el último video de Miley Cyrus y es la técnica que necesita el community manager para mejorar en su campaña online. Si sólo eso es tecnología, entonces en Chile los periodistas estamos haciendo muy mal la pega.
Está bien, en un mundo globalizado donde empresas transnacionales tienen presencia local, evidentemente nos afecta si Whatsapp cambia su política de privacidad, el punto es que a nivel internacional están pasando otras cosas importantes. Por ejemplo, el caso Snowden no es relevante sólo porque evidencia el casi obvio totalitarismo estadounidense, sino porque nos presenta una discusión clave respecto de qué sucede con nuestros datos en Internet y qué tan válido es que Google, Twitter, Facebook o cualquier otra plataforma que usamos día a día entregue nuestros datos a las autoridades sin nuestro consentimiento. El caso Snowden es la oportunidad para preguntarnos si en verdad sabemos cómo funciona Internet y qué rol nos compete allí como chilenos.
Otro hito internacional: estamos en pleno debate sobre el TPP, un tratado transpacífico que además de incluir a Chile y de excluir a China, tiene como gran líder geopolítico a Estados Unidos, que viene a arremeter para instaurar sus políticas de propiedad intelectual y negociar puntos que se quedaron fuera en el TLC que anteriormente firmó Chile. Para variar, nuestro país queda al alero de los vaivenes internacionales, decidiendo sus políticas de propiedad o de privacidad ante hitos de la agenda extranjera. Chile se pronuncia sólo cuando queda la grande. Y a veces, ni siquiera entonces.
Por si fuera poco, cuando acá pasan cosas, son ignoradas por la prensa tradicional. Los usos y apropiaciones de la tecnología digital a la realidad chilena debería ser la gran primicia de los periodistas. Inventos como Poderopedia son notables, con un clic esta herramienta cruza información pública con las conexiones interpersonales y nos dice quién es quién en los negocios y en la política en Chile. Por ejemplo, se pueden chequear todos los políticos chilenos que han estudiado economía en la Universidad de Chicago. O las innovaciones apoyadas por Socialab, que con sitios web, aplicaciones o teléfonos móviles se aporta a que artesanos difundan sus trabajos o padres se puedan comunicar más directamente con los profesores de sus hijos. Incluso El Quinto Poder es un caso notable de cómo la tecnología se puede adaptar a las necesidades locales y se transforma en un aporte.
Hace poco veía un mapa sobre la posición de cada país ante el uso de Bitcoin como moneda de pago. A favor, en contra o totalmente indiferente. Adivine: Chile tomó la típica posición de no saber qué hacer ante los cambios que se vienen. La conclusión del post sobre el mapa era muy clara. “El mapa distingue a aquellos países que más o menos se enteran de lo que sucede y participan activamente, de aquellos países que más bien están a verlas venir -y suelen llegar tarde a todo desde la revolución industrial”.
La crítica a la prensa nacional es que con su tipo de cobertura que no aborda las incipientes iniciativas chilenas y que cuando cubre internacional sólo considera videos de gatitos y cualquier cambio de las monstruosas compañías transnacionales.
La crítica a la prensa nacional es que con su tipo de cobertura que no aborda las incipientes iniciativas chilenas y que cuando cubre internacional sólo considera videos de gatitos y cualquier cambio de las monstruosas compañías transnacionales, sólo contribuye a esa pobre posición que es “estar a verlas venir”. Con ese tipo de noticias nos acostumbramos y normalizamos que todos los servicios sean gringos, a que si se muere Podcast nos tengamos que quedar con las ganas nomás y a que todo nos llegue desde afuera. La pobre noción de tecnología chilena es una acotada mezcla de economía y ocio extranjero, ¿qué pasa que los periodistas no cubren tecnología local desde la cultura, la política y la educación?
Al final, la prensa chilena se comporta como prensa colonialista y así ningún país del tercer mundo, por muy OCDE que sea, tiene muchos chances de promover su tecnología e identidad local. Así, estamos condenados a seguir siendo apéndices de la globalización.
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Gina Nav
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