¿Qué diría usted si le aseguraran que en el futuro las computadoras serán invisibles y estarán integradas a los objetos de la vida cotidiana? Significa por ejemplo que en su departamento se regulará automáticamente el uso de la energía, o el WC podría enviar directamente las muestras de su orina al médico, si detecta alguna situación preocupante.
Quien expresó esta visión por primera vez fue Mark Weiser en su artículo, «The Computer for the 21st Century», publicado en Scientific American en 1991. Weiser imaginó una tecnología que funcionara de acuerdo a las necesidades de las personas sin requerir una atención continua.¿Listo para usar una sola tarjeta para absolutamente todo? ¿Listo para que abonen a tu cuenta, toda vez que recicles la basura correctamente? ¿Listo para recibir información a través de una sola página web, dirigida a todos los grupos culturales que habitan en el lugar?
Habría que decir entonces que según este paradigma, los computadores personales y laptops, sólo son una etapa de transición, para alcanzar el verdadero potencial de la tecnología: convertirse en una parte invisible dentro de la vida de las personas, dejando de ser el centro de atención y asumiendo los entornos humanos naturales.
En el futuro, no veremos computadoras como las vemos hoy, formarán parte de nuestro entorno, significa que por fin no tendremos que preocuparnos de las compras, porque nuestro refrigerador inteligente cotizará precios y hará el pedido en el lugar más conveniente. Significa que ante la pregunta de punto fijo de todas las mañana: «¿Qué me pongo?», el espejo de nuestro closet inteligente nos mostrará las opciones que tenemos, según la ocasión.
¿Está listo para el futuro?
New Songdo City es una ciudad ubicua (o ciudad-U) a 60 kilómetros al oeste de Seúl. En una superficie de 680 hectáreas y con un presupuesto de 25 mil millones de dólares, Songdo integra todos sus sistemas de información a las viviendas, las calles, los edificios de oficinas y servicios en general. Se espera que la ciudad albergue a 65 mil personas, de las cuales unas 30 mil trabajarán ahí mismo.
¿Listo para usar una sola tarjeta para absolutamente todo? ¿Listo para que abonen a tu cuenta, toda vez que recicles la basura correctamente? ¿Listo para recibir información a través de una sola página web, dirigida a todos los grupos culturales que habitan en el lugar?
Sin duda una cultura diferente, pero tanta inteligencia ¿habrá resuelto los problemas humanos de la vida moderna? Es lo que se pregunta Adam Greenfield en su libro “Contra la ciudad inteligente”, advirtiendo que estos modelos han sido diseñados por empresas, no por urbanistas o entidades públicas. Un debate abierto que ha producido más de una conclusión acalorada, como por ejemplo, que las aplicaciones tecnológicas que nos asombran, siguen apareciendo para apalancar oportunidades de negocio o dispositivos de seguridad. Algo tan añejamente relacionado con la codicia de tener más y el temor de perderlo, idea la mayoría de las veces, tan distante a la inspiración de sus creadores.
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