Estamos en el siglo XXI y los sistemas informáticos nos hacen enmudecer con sus capacidades y posibilidades. Todo tipo de sistemas, desde reconocedores de rostro (FaceCode, CiberLink, DigitalPhygsionomy) hasta los reconocedores de huella dactilar, incorporados en sistemas muy conocidos (I-MED) y, en general, el uso de sistemas biométricos para la identificación de personas. Esto no sólo facilita y acelera la atención de los clientes o pacientes, sino que también -y de paso- impide el fraude. Junto a la soñada y aun ausente Ficha Única Electrónica, donde se registre la información del paciente. Todo esto, realizado con los correspondientes sistemas de seguridad para la salvaguarda de la información y, nuevamente, para impedir el fraude.
También hay sistemas eficientemente realizados, con pedidos y validación de datos en sus formularios (22 y 29, principalmente), utilización práctica de Clave Pública y Privada (certificado digital) para la firma de Libros de Compra/Venta en el sistema de factura electrónica con que cuenta el Servicio de Impuestos Internos, lo que los hace muy seguros en su almacenamiento o su envío.
En la actualidad existen sistemas informáticos y en línea para la declaración y pago de las imposiciones (PREVIRED), las que llegan a las correspondientes AFPs, IPS, Fonasa, Isapres y ya no es necesario realizar largas colas en los Bancos para pagarlas.
Existe también otros grupo de fabulosos sistemas que nunca llegaron a implementarse, como el que permitiría el control de los buses del Transantiago, por ejemplo, y sólo tuvimos que conformarnos con una mala copia del sistema para la utilización de la tarjeta BIP utilizado en México.
Hay otros que nunca llegarán a implementarse, como el de control de horarios médicos en los Hospitales basados en la identificación palmar.
Me tocó ver hace no mucho tiempo las distintas formas que se utilizaban en algunos Centros Médicos para poder aumentar los ingresos, agregando prestaciones que nunca solicitaron los pacientes, o que nunca existieron en ningún listado, realizadas con máquinas de dudosa capacidad y procedencia. O prestaciones agregadas a la atención de algún paciente y que nunca fueron realizadas. Todo esto utilizando las deficiencias del sistema I-Med. Se suma a lo anterior el desinterés de Fonasa por fiscalizar. Somos un país legalista, así que a lo mejor era necesario realizar personalmente una demanda.
Lo sorprendente de todo este avance en el manejo de la información, es que pareciera funcionar para un solo lado. Por ejemplo, yo estuve desempleado hace un par de años. Y ya llevo cotizando más de doce meses en el sistema previsional, utilizando la diversidad de sistemas en línea para su pago. Es decir, Fonasa recibe el dinero de mis imposiciones nuevamente ya hace más de un año. Sin embargo el Sistema I-MED y el Sistema de Fonasa, no me han activado nuevamente como beneficiario. ¿Por qué?
Ocurre que para que Fonasa se entere que volví a trabajar, tengo que llevar un Formulario Manual para la obtención de credencial de salud, copia de contrato de trabajo, y certificado de imposiciones extendido por Previred. Realizado ese trámite presencial puedo volver comprar bonos. Sin embargo, debo esperar 15 días a que me envíen la credencial de salud. Hoy no me pude atender en el médico, debo esperar a realizar este trámite.
¿Estamos en el siglo XXI? ¿A quién protegen o sirven estos deficientes sistemas? ¿Quién se beneficia con ellos?
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