Hay quienes buscan activamente el embrutecimiento de la raza humana, quienes promueven la reducción del hombre a los más bajos instintos, a las pasiones animales, deseando la total obturación del alma por medio del fomento de la bestialidad.
Hay inteligencias que sirven al lado siniestro, a la caída perpetua, agentes de la catabasis, promotores del materialismo, dedicados a la exaltación de lo sensible y la negación de lo inteligible. Son ellos los que gobiernan sobre el mundo, los amos de las finanzas, de la política y de los medios masivos de comunicación. Son ellos los que producen la música y el cine, los que controlan las redes sociales e inducen los nuevos estilos de vida, basados en el narcisismo, el hedonismo y el exhibicionismo.
Son esas mentes invertidas, atrincheradas en las fisuras de la materia en donde la luz no puede llegar, las que consagran su existencia a sacar provecho de muchedumbres zombificadas por dispositivos culturales que celebran la idiotez, la vileza y la indecencia; porque mientras más reducida a sus pulsiones básicas se encuentre la población, más fácilmente puede ser conducida hacia los hábitos y opiniones que convienen a los intereses del capital financiero y el aparato cultural.Son ellos los que gobiernan sobre el mundo, los amos de las finanzas, de la política y de los medios masivos de comunicación. Son ellos los que producen la música y el cine, los que controlan las redes sociales e inducen los nuevos estilos de vida, basados en el narcisismo, el hedonismo y el exhibicionismo.
La ingeniería social es su principal disciplina de estudio, la publicidad y la cultura de masas su mejor herramienta de trabajo. En unas pocas décadas han logrado alinear al rebaño acéfalo, para que opine en favor de todos sus negocios, exigiendo más «libertad», más placeres y más oportunidades de consumo, con una educación mecánica que no impulsa la virtud ni la formación de las personas, con unas costumbres cada vez más laxas y disolutas, con multitudes enajenadas por la televisión basura y próximamente, por la legalización y comercialización de la plantita de los tardos. Ya nos tienen a todos de rodillas suplicando por un aumento en la dosis de pan y circo. Lo más triste es que muchos aún no se enteran: vivimos en un gulag planetario, dirigido por una dictadura transnacional de la que no nos libraremos a menos que enderecemos nuestra forma de ser, pensar y actuar.
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