Bueno, ya (sobre) vivimos el primer año de este gobierno. De los proyectos de Tantauco, al parecer, no queda nada. Este es el gobierno de los eventos. Se gobierna de manera reactiva, con un ojo puesto en las encuestas y el otro, en la inspiración del líder. Se telefonea para detener la construcción de una central, luego se autorizan otras peores. No hay ninguna política que genere decisiones, es la tinca, la improvisación.
Lo de JVR corrió por cuenta de Hinzpeter. -Te toca, esta cuenta la pagas tú. La del posnatal, la pagaron Larraín y Larroulet. ¿Algo que ver con Tantauco? La reforma educacional es un producto híbrido cuyos componentes no son fatales en ninguno de los aspectos, pero que en su conjunto no son más que un engendro que no nos conduce a ninguna parte. El posnatal, un parto difícil de equilibrios precarios y transacas impresentables. El rubro de la energía, tal vez el más complejo de todos, depende de un malabarista que, por su intervención afortunada en un evento, es premiado con un rating desproporcionado con la calidad de sus decisiones. Magallanes es claro ejemplo de ello. Suma y sigue.
Pero en la oposición creo que se está desperdiciando la ocasión de ocupar el tiempo en diseñar lo que queremos ofrecer. Porque los gobiernos de la Concertación, siendo significativamente más eficientes y orgánicos, tenían el mismo problema: Carecían de un plan orgánico de desarrollo integral de nuestro país. Dicho de otra manera: ¿Qué tipo de sociedad queremos ser?
Tenemos que definir los diferentes elementos que luego habrá que sincronizar y priorizar. Diseñar una política de educación, de defensa, de agricultura, de cultura, de natalidad, de familia, de derecho, tributación y de energía. De trabajo, política, economía, derechos humanos…
Una vez que estos programas estén en el papel tras una discusión democrática con participación masiva de ciudadanos y de expertos de todas las tendencias, habrá llegado el momento de tejer con ellos una red de prioridades, de manera que cada plan ocupe el lugar que le corresponde en un gobierno futuro. Bien sabemos que los medios son escasos y los costos deben ser considerados debidamente.
La tarea es gigantesca, pero ineludible. Yo no quisiera vivir otro gobierno que, aunque diferente en casi todo del actual, se asemeje a él en lo de ser solamente reacción a los eventos, improvisación y prevalencia de las encuestas de popularidad.
Ha llegado el momento de sentarse a trabajar. Cada quien en lo suyo. Señores de la Concertación, camaradas, compañeros, correligionarios. ¿Cuándo comienza este trabajo que todo el país espera? ¿O vamos a llegar a las elecciones preocupados de las candidaturas, de los cupos, de las revanchas?
En ese caso, el gobierno actual será capaz de prolongarse en un nuevo período y veremos a un Larraín (cualquiera de ellos) o un Coloma, una Matthei o Van Rysselberghe. O si prefieren, un Allamand o un Hinzpeter o Golborne en la Moneda. Y así las cosas, ni siquiera me va a dar mucha pena.
Comentarios