Durante milenios la violencia ha sido parte de nuestra naturaleza. De aquí que Hobbes explicara la necesidad de tener una organización social como el Leviatán para contrarrestar el estado natural de caos de la humanidad.
Hoy en día, múltiples actores políticos a nivel nacional e internacional buscan de forma hipócrita «condenar la violencia venga de donde venga», la que es una máxima del racionalismo que pretende una humanidad o ciudadanía capaz de solucionar los problemas de forma pacífica, lenta y dialogante.
Lamentablemente la realidad se aleja de los textos polvorientos escritos por «eruditos» racionales encerrados en sus estudios y libros eternos. Eg: Carlos Peña o Agustín Squella.
La lectura del país realizada por los «intelectuales» intocables de las columnas dominicales es alejada de la realidad chilena y mundial. Más aún, es alejada de la misma naturaleza humana que ante presiones enormes y desesperación de los mecanismos racionales, opta por la violencia e incluso la autotutela.No se trata de justificar la violencia, sino de comprenderla como una válvula de escape existente en nuestra misma naturaleza humana.
No se trata de justificar la violencia, sino de comprenderla como una válvula de escape existente en nuestra misma naturaleza humana.
No somos robots racionales. Lloramos, nos frustramos, tropezamos con las mismas piedras, nos autosaboteamos, erramos. Y aquellos que afirmen que no es así, están ciegos.
La violencia, para bien o para mal, es un asunto de estudio que excede esta, columna. Sin embargo, pretender que debe ser derechamente desechada del convivir social es una idea reductivista que no logra comprender nuestra propia naturaleza.
La violencia está dentro de nuestro estado natural y negarla implica negar el motor del propio avance histórico que anhela el llamado racionalismo.
Cómo dijeron, no se consigue nada del opresor apelando sólo a su buena voluntad.
Los conflictos, violentos o no, son parte de nosotros y algunos, simplemente no son solucionables mediante el diálogo. Como no lo fue la guerra de independencia, ni la segunda guerra mundial.
«No se puede dialogar con un tigre si tu cabeza está en sus fauces.»
Comentarios
07 de abril
Genial, gran columna. No puedo esperar a golpear violentamente a su autor
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