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Vientos de cambio

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Hoy, nos ha tocado caminar a través de fuertes vientos  ¿Y para qué podrían ser útiles estas ventoleras? Podríamos observar este fenómeno, como una invitación a movernos, forzar los límites y dejar pasar el aire fresco a nuestra historia presente.

Estos movimientos nos podrían desplazar levemente de nuestro centro o lo que creemos que es, o bien, zarandearnos hasta la ruptura.

Cuando nos sentimos como un cansado Atlas, obligado a cargar el cielo sobre sus hombros o como una Eva castigada con el sufrimiento y su condición mortal. ¿No sería posible imaginar a un Atlas, en una decisión que cambiase el curso de las cosas, lanzando el mundo por la borda? O ¿Desear a una Eva autónoma, liberada de toda culpabilidad y obediencia a su autoridad custodia y exenta de exigencias corporales?

No sentir miedo, sería ir contra una condición humana, pero asumir que, con miedo y todo, podríamos mirar las cosas con otra perspectiva y descubrir que, a lo mejor, sostenemos un cierto pasado que, este estado presente, lo quiere mantener prisionero, inconsciente y sepultado.  Para eso son los vientos, para mover, derribar, despejar incluso para revolverlo todo si es necesario.  El asunto es, como encontramos o dejamos que asome el coraje para tal hazaña.

Encontrar un espacio acogedor donde podamos levantarnos y regenerarnos de aquellos movimientos cíclicos, no está allá “afuera” sino que, dentro de nosotros mismos.  Como asumimos los acontecimientos, marcaría la diferencia en que la tormenta nos eche abajo las paredes o solo nos suelte algunas tejas del techo.

Levantarse es romper una historia que creíamos oída y cerrada.  Levantarse y arrojar la carga, es romper con la previsibilidad de la historia, refutar la regla según era pensada.

¿Cómo también liberamos a nuestro cuerpo en relación a este movimiento? ¿Cómo dejamos que se exprese libremente?  Libre, en relación a su propia corporalidad, libre de una errónea interpretación normalizante sobre la materialidad de nuestros cuerpos.  Discursos como mecanismos disciplinadores, que de nada ayudan y solo nos apresan y castigan por posicionarse fuera de toda regla impuesta socialmente.  Agitemos nuestros pañuelos blancos para decir basta a la hegemonía corporal, necesitamos modos de vida que permitan vivencias desafiantes ante los cuerpos sin patrones.

Levantarse es romper una historia que creíamos oída y cerrada. Levantarse y arrojar la carga, es romper con la previsibilidad de la historia, refutar la regla según era pensada.

Michel Focoult, filósofo Francés, desarrolla muy claramente la idea de corporalidad y habla del poder biopolítico, el cual, en esta sociedad moderna, busca modelar los cuerpos en un sentido deseado que sabemos sería;   belleza, juventud, delgadez y por ende,  felicidad. Es muy interesante lo que plantea Foucault, porque sostiene que las sociedades modernas, en la cual vivimos y crecemos,  se organizan en el detalle, las estadísticas y de los máximos rendimientos que genera el efecto de naturalización de una norma estandarizada, en la cual solo podemos estar de uno u otro lado,  al lado de lo normal o al lado de lo patológico, y lo patológico se debería solucionar y superar.

Cuanta exclusión, desvalorización y vergüenza produce la estigmatización pública sobre nuestros cuerpos y la exigencia a la corrección. A esta desobediencia corporal es a la que nos invita a revelarnos. ¡Que difícil¡  pero no imposible,   todo movimiento de revuelta interior implica valor.

¿Cómo nos abrazamos en lo diverso? pero aceptándolo de verdad, no como un mero hecho de complacencia hacia los otros o un fenómeno enigmático sin solución, ¿Cómo tomamos suficiente fuerza para nuestras luchas, en estos tiempos que lo requieren con tanto ahínco?

Para levantarnos y levantar al mundo hacen falta gestos, deseos y profundidades para ello.  Respiremos estos aires revueltos, sintamos en nuestra cara la frescura del otoño,  envolvámonos honesta y cariñosamente con nosotros mismos y con generosidad y hospitalidad hacia los otros.

¡Sintámonos bambúes nobles y flexibles a campo traviesa¡  ¡Vengan vientos, vengan todos, de Norte, de Sur, de Este y de Oeste.   No estamos solos, somos miles.

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Ma. Alejandra Carrillo hernández

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2 Comentarios

Gaby carrillo

Leer este tipo de contenido, que sale de lo.común o de lo que está.de.moda, ayuda a tener otras miras, a aprender y enfocar nuevos temas , que tienen que ver con nosotros mismos, con quien somos en realidad, no con quien debemos aparentar ser..
Me encanta , ojalá publiquen más
Saludos desde Bolivia.

Marco

Excelente columna.

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Ma. Alejandra Carrillo hernández

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