Un golpe de realidad

¿Qué pasó? ¿Quién lo hizo? ¿Dónde fue? Son las preguntas después del gran sismo del 17 de diciembre. Un suceso que tocó a fondo el territorio cambiando algunas cosas importantes para la gente importante, o sea, para todos y todas.

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Nada permaneció de pie como esperábamos. Hubo y habrá siempre que luchar, orientados, con sentido e instinto social. Estudiar y aprender del mundo nuevo (…) El nuevo alfabeto de la revolución está en la pantalla, el celular y el ordenador

Un golpe de realidad para una situación que se trató de fragilizar por todos los medios, creando inseguridad, incertidumbre, miedos, vacíos y vacilaciones imaginarias, sobrepasando lo evidente, lo posible, lo inmediato, lo palpable, el sentido común de lo corriente, de la vida diaria, de lo que se puede y no se puede sin acudir a la fuerza y la violencia. Un golpe de realidad que reinstala todo. Un viento fuerte, nacional y poderoso, que ingresa a todos los espacios, que sopla intenso en todos los rincones, que no distingue ni perdona situaciones exclusivas, que conmueve todo con su músculo esencial, que las lleva hacia formas distintas, de nuevas geometrías, de otros calces y vistas, convivencias y conversaciones. Que alivia y relaja, que vuelve a la calma, que devuelve al país de siempre, a lo normal.

Un mandato general de realismo. El término de una ebriedad inducida para vendernos un modelo de constitución engañosa, estrecha y selectiva. Un golpe maestro. Una estocada dura, honda, irremediable. Un vertiginoso movimiento de rescate de las capas más sensibles de una sociedad maltratada con cansancio y malevolencia. Una mano mayor de nadie, de todos, del silencio, del sigiloso caminar adormecido de una población de todas las edades, sexos y costumbres. Un despertar de asombro. Un empujar de fuerzas reunidas sobre el muro de sombras en que habíamos caído; paso obligado para despejar terreno y salir del sonambulismo, abrasados, recogidos, arrugados, despreciados, arrastrados a lo indigno por querer tomar lo nuestro.

Se habían puesto en acción estrategias diversas en cuya infalible eficacia ingenuamente se creyó. Sus autores fueron sus primeras víctimas. Artes imaginarias. Malabares del dramatismo. Virtuosismos de titiritero. Siniestras magias del cinismo. Elaboradas máscaras del disimulo. Alquimias de ocultismo. Es lo visto, vivido y sufrido en la mudez del dolor y las carencias. Monstruo derrumbado, siniestra construcción aventada por un poderoso temporal colectivo de multitudes en callados y tranquilos movimientos, con millones de sufragios de papel y la leve marca ciudadana: En contra. No más y no menos que ese milagro determinó un sismo no menor, registrado como gran golpe de realismo y nuevo despertar.

Todo ha sido tranquilo. Como si nada hubiera pasado. Nada serio por supuesto. Nada confesable. Un acto cívico impecable. Uno más de la serie al que seguirán otros con la fantasía de nuevas presentaciones, diseños, artilugios de terror y nuevos transformers. Tomamos nota para aprender en que teatro estamos, cual es la trama, los personajes, las lenguas, los cifrados, los códigos y las cuentas. Todo es de una complejidad exquisita, maravillosa, y también así, casi como en un teatro invisible a sus espaldas, se juega nuestro destino de pueblo y de pais.

Es notable observar los cortinajes del escenario, las galerías, los asientos, la tramoya, las vestimentas. Las técnicas utilizadas. Los malos y los buenos. Los grandes actores y los de relleno. El sonido, las imágenes, los colores, los efectos especiales, y el famoso distanciamiento, esencial para una época en que los grandes medios buscan identificar a auditores y espectadores con artes engañosas. Brecht también está presente. No podía faltar en este drama intenso en que se juega fuerte, hasta se paga con la muerte. Conocemos la trama, pero cuesta tomar distancia cuando somos los actores y hay en nuestro entorno tanta industria, tanta maravilla alegórica, tanta imaginería sospechosa, tanto tributo oculto, tanta pasión retenida, los poderosos a la sombra de los muros en sus torres de cristal y granito.

Extraño resulta todo esto. Cuesta pensar. Cuesta descifrar la tecnología encriptada, la clave hermenéutica sin echar mano a la metafísica ni al espiritismo. Hay que describir de alguna forma lo ocurrido. Fue un día tranquilo y sereno en que cayó un rayo al atardecer, rasgando de golpe todo la trama, de arriba abajo, de parte a parte, dejando al descubierto otro rostro, otras caras, otros cuerpos, con signos y señales que ha costado reconocer. Efectos tal vez del golpe súbito del despertar en que la realidad entera se parte en fragmentos de cristal para después recomponerse. Puede ser. No es seguro. Costará entender lo que ha pasado y seguirá pasando. No es fácil armar el nuevo puzzle con otros actores, máscaras y relatos. Un mix de alto poder y productividad potencia la industria del entretenimiento, cine, TV, medios, redes y espectáculos combinada con industria de opinión, sentimientos y emociones, marketing, publicidad y encuestas, agregando la industria del deseo y el consumo que vende tangibles e intangibles, incluyendo modelos de gobierno y de poder, de ingeniosas e imperfectas constituciones.

Este híbrido poderoso produce otro real. Sabemos que esto ya no permanece anclado a una esencia que lo produce desde un ideal superior como creímos con Platón. La fe en los grandes relatos ya fue hace tiempo desalojada de la tierra en que vivimos. Desde entonces su función fue reemplazada y transferida a la producción capitalista que desde siglos produce todo. Para conquistar, dominar y poseer un capital, una ciudad, un país, un territorio ya casi no se hacen necesarios ejércitos poderosos como en tiempos de Maquiavelo y aún más allá en los reinos antiguos. Ahora quienes los obtienen y explotan operan con poderes blandos, software, datos e información, más allá de la verdad, lejos de la antigua realidad. Estas se han debilitado. Se han hecho humo en un incendio global del que quedan sólo las cenizas. Ha cambiado el paradigma. En la crisis epistémica el poder cambió de manos por medios digitales, intangibles y virtuales. El dominio de los grandes actores se ejerce desde el ciberespacio, con sus medios y herramientas con las que generan y transan en cuotas lo nuestro, lo propio, lo de todos, nuestra identidad, verdadero producto de su industria.

Conquistar ciudadanía y mantenerla en estas condiciones se torna más esencial, crítico y desafiante. Se hace necesario conocer a fondo el arte y las industrias. Saber cuándo y cómo aplicarlas. La lucha popular ya no ocurre en las trincheras, las barricadas, las noches en el barro. Cada día menos en calles y plazas. Poco importan fierros, cascos y garrotes. Todo se decide en la imaginación, la ciencia, la electrónica y las pantallas. La economía es sobre todo economia de la atención, conquista de la mente, manejo del alma. El sudor ha sido reemplazado por el ánimo. La dialéctica del orden y la anarquía se ha convertido en esencial. Son ya imaginarios producidos, proyectos industriales, lucha de narrativas y relatos que se ganan y se pierden a veces con una hoja de papel y un simple lápiz, lo que no ahorra guerras y batallas duras y sangrientas. Asi lo impone el capitalismo, el desvanecimiento de la verdad y la ruina de lo real. En este mundo vivimos y luchamos, en el jugamos nuestras cartas de ciudadanía, nuestros derechos y nuestra libertad.

Hoy vale más un filósofo que un soldado. El mejor soldado es el buen filósofo, liviano, flexible, sutil, desmadejado, resistente, claro, firme y rotundo. Estar en terreno es entrar en la imaginación. Luchar es operar en ese campo irsuto, mezcla combinada, híbrida, material e inmaterial, de múltiples dimensiones, espacios y tiempos, lenguajes, códigos, signos y datos, utópicos y distópicos. Todo producido, nada inmediato. Sólo saldos, trozos, restos de origen naturxl, escombros, sangre derramada, hierros retorcidos, oxidados, campos de guerra después de la batalla, de las muchas que ha habido y de muchas que vendrán.

Todos hemos sido heridas, amores y dolores, sueños y esperanzas. Nada permaneció de pie como esperábamos. Hubo y habrá siempre que luchar, orientados, con sentido e instinto social. Cada cual a su manera. Estudiar y aprender del mundo nuevo, imágenes y cosas, datos y códigos. El nuevo alfabeto de la revolución está en la pantalla, el celular y el ordenador. Se requieren nuevas especialidades en inteligencia, en imaginarios, en alegorías, sutiles diferencias y distinciones. Soldados, fusiles, tanques y misiles siempre habrá de sobra. Filósofos quedan pocos. Poetas aún menos. ¿Son acaso especies en extinción? Esperemos que no. Por la suerte de todos y todas. Por la vida de esta tierra en que nacimos y aún permanecemos.