"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Así dicen que dice un antiguo proverbio chino que permite explicar con cierta claridad el llamado efecto mariposa: cada cosa que hacemos, por mínima que parezca, tiene consecuencias que variarán en función de cualquier cambio que operemos en las condiciones iniciales de nuestra acción.
Dicho de otro modo, un cambio menor en una acción implicaría, eventualmente, un cambio mayor en los resultados de esa acción. Así, la mariposa que aletea en Tokio puede provocar un tsunami al otro lado del planeta.
“A otra cosa mariposa” es un refrán coloquial de origen español. Incluso hay quienes ubican la cuna de esa expresión en las Islas Canarias, donde se sabe que hay mariposas y que en algún momento también hubo muchos perros (de ahí el nombre de las islas).
Lingüistas y filólogos concuerdan en qué se trata de una manera informal de hacer ver al interlocutor que, sobre el tema del que se está hablando, no hay ya forma de llegar a acuerdo y que es mejor continuar la cháchara en otra dirección.
Hace algunas semanas, el presidente de la República, Sebastián Piñera, zanjó la polémica por la renuncia de Jacqueline van Rysselberghe a la Intendencia del Bio Bio, afirmando antes las cámaras de TV que "ella renunció y nosotros aceptamos su renuncia, por lo tanto, como dicen mis hijos, a otra cosa mariposa”.
Tal vez funcionó con la Intendenta y con algunos otros temas en los que para el ejecutivo es preferible no seguir dando vueltas. Pero la lógica del “a otra cosa mariposa” encuentra hoy un muro eventualmente infranqueable en el “efecto mariposa”.
No basta ya con pasar apresuradamente a otro tema en la agenda.
La aprobación del estudio de impacto ambiental del proyecto HidroAysén provocó una incomodidad social que se ha expresado de manera analógica, con miles de personas protestando en las calles y digitalmente, con el recalentamiento de las redes sociales, que es donde hoy nos enteramos de aquello que pasa en el mundo y donde el mundo, sí, el mundo, se entera de lo que nos pasa a nosotros.
Ese movimiento, si se sigue sosteniendo, podría tener una consecuencia similar al del aleteo del coleóptero que provoca un maremoto miles de kilómetros de distancia. Incluso si ese aleteo proviene solo desde la irracionalidad y la emocionalidad -como señalara el ministro Hinzpeter, en una notable demostración de carencia de inteligencia emocional-, su efecto podría ser el de parar o cuando menos postergar el proyecto energético de mayor impacto ambiental que se conozca en la historia de Chile.
De cualquier modo, la simple sensatez indica que para la autoridad debería ser más productivo pensar en el “efecto mariposa” que en limitarse a dar vuelta la página y lanzando un “a otra cosa mariposa” hacer caso omiso de lo que está pasando en el país.
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