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Sobre las protestas, cuidado con creer lo que queremos creer

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A raíz de opiniones que pude leer en redes sociales sobre el trágico accidente del avión Hércules C-130 que viajaba rumbo al continente antártico, afirmando que había sido derribado por aeronaves de combate de Estados Unidos provenientes del portaaviones Abraham Lincoln. Otros. Que el accidente fue orquestado por el gobierno para desviar la atención de la opinión pública y de paso deshacerse del general Daniel Ortiz, quien se negó a decretar toque de queda en Chillán. Paralelamente, decían que el accidente aéreo del 2 de septiembre del 2011 en Juan Fernández, donde murió el animador Felipe Camiroaga, habría tenido un objetivo semejante.

Las últimas manifestaciones y protestas ciudadanas han estado generando diversas noticias falsas, una de las primeras fue el falso incendio del Hospital Sótero del Río, un falso documento del Frente Amplio explicando la estrategia a seguir para que el clima de violencia se extreme, carabineros consumiendo cocaína, que resultó ser un repelente contra los gases lacrimógenos. Carabineros robando televisores y en realidad los estaban recuperando, el Presidente Piñera en un matrimonio en Cachagua que resultó ser una foto del mes de julio, la supuesta burla contra los heridos oculares de la diputada Paulina Núñez al divulgar una foto que resultó ser del 9 de abril cuando se sometió a una intervención ocular, etc.

Es decir, las noticias falsas abundan y muchos motivados por sus prejuicios  las creen simplemente porque quieren creer en ellas.

Las personas aprenden de la sociedad en la cual viven, la mayoría de nuestras creencias van surgiendo a partir de la experiencia y del testimonio de personas de confianza, como profesores, parientes y amigos. Esta forma de transmisión social de conocimiento ha sido esencial en la construcción de nuestra cultura y sociedad. Lamentablemente y como en muchas otras cosas hay un “pero” y en este caso es su punto débil y es que también difundimos ideas equivocadas. Algo que se agudizó por culpa de Internet y las redes sociales.

La confianza social influye en las creencias y habitualmente confiamos más en información que nos llega de conocidos y/o miembros de grupos a los que pertenecemos y que coinciden con nuestras ideas y opiniones. Es decir, recolectamos información que va en concordancia con nuestras ideas, luego la compartimos y si no verificamos su procedencia y veracidad, sufriremos las consecuencias de creer y difundir cosas equivocadas, ejemplo: nunca fuimos a la Luna o la Tierra es plana o el calentamiento global es un invento chino o los carabineros consumen cocaína mientras controlan las protestas.

Existen además las mentiras deliberadas con el propósito de desinformar y de hacer daño estimulando nuestros prejuicios y sesgos de confirmación. Se aprovechan que las personas, al confiar en la fuente y no corroborar la información, las comparten masivamente entre sus amigos y conocidos, algo que hacen sin la intención de mentir, por eso, se llama información engañosa.

Nuestras creencias sobre la realidad determinan cómo votamos, que compramos y a quien aplaudimos. Debido a ello, existen grupos e individuos poderosos que buscan modelar y encauzar las creencias y pensamientos de la ciudadanía, incluso las científicas. Resulta ingenuo creer que la industria soborna de forma generalizada a científicos corruptos, quizás suceda en casos aislados. Pero, hoy existe una herramienta más eficaz, sutil y eficiente que están empleando los Estados y otros grupos de poder que es necesario entender para minimizar su influencia en nosotros mismos. Se llama “Divulgación selectiva” y es cuando se informa y destacan únicamente las partes favorables de una investigación o hecho, dejando fuera y ocultando aquellos que los refutan.

Las “Noticias Falsas” se propagan como un virus, como una epidemia de información engañosa y de falsas creencias que a su paso van contagiando mentes

Buenos ejemplos de divulgación selectiva son la defensa del cigarrillo por parte de las empresas tabacaleras que desmentían su relación con el cáncer, algo que hoy nadie se atreve a negar. El Cambio Climático ha estado acompañado con la desinformación desde que los científicos lo descubrieron, impulsada por la poderosa industria del petróleo y el carbón, alimentando así a negacionistas y retrasando al mismo tiempo políticas y medidas para frenar o retardar el calentamiento global, tal como ocurrió en la recién terminada COP25.

En nuestro país existe un ambiente propicio debido a la desconfianza generalizada hacia las autoridades y medios de comunicación (se lo ganaron por méritos propios). Lo que es aprovechado por grupos extremistas, sean de derecha o izquierda, que buscan polarizar a la ciudadanía para que vean a los que piensan distinto como enemigos y no como  personas con un punto de vista contrario al nuestro, con quienes debemos sentarnos a conversar, donde ambos tendremos que ceder en algunos puntos para ganar en otros y así llegar a consensos y acuerdos democráticos.

Para explicar esto último lo voy a hacer con dos casos diametralmente opuestos, uno es con la UDI, partido que llegó a acuerdo y cedió en algo que hace algún tiempo era intransable para ellos y es apoyar el paso hacia una nueva Constitución. Y el otro ejemplo es mostrar el fruto de polarizar a la ciudadanía con la agresión que sufrió el diputado Gabriel Boric por un grupo de exaltados manifestantes mientras se encontraba conversando en una banca del Parque Forestal, estos manifestantes, que no entienden que es hacer política y construir democracia, que sin pensar atacaron a uno de los principales artífices de que hoy estemos hablando de tener una nueva Constitución, que se legisle para que exista paridad de género e  independientes y pueblos originarios tengan representación. A mi modo de ver estos exaltados irracionales son fruto de dos defectos del modelo de sociedad que fue impuesto en la dictadura, primero, que un gran porcentaje de los jóvenes que egresan de colegios y universidades no entienden lo que leen y menos lo que escuchan y lo segundo es que nos convirtió en consumidores y no en ciudadanos, con todo lo que ello implica.

Hoy, al comenzar un proceso constituyente debemos estar atentos, la información falsa y/o engañosa va a tender a aumentar en las redes sociales con el propósito de influir en nuestras opiniones y decisiones, principalmente, en aquellos perfiles de usuario definidos por la red social como indecisos e influenciables.

Para concluir, las “Noticias Falsas” se propagan como un virus, como una epidemia de información engañosa y de falsas creencias que a su paso van contagiando mentes. El mejor antídoto para disminuir las posibilidades de ser contagiados y caer en estas trampas “caza bobos” es informarnos y educarnos para razonar de forma escéptica, objetiva y actuar en consecuencia, es decir, verificando la fuente, buscar en otras fuentes para ver si la información se confirma o se refuta después de analizar los hechos. Así, estaremos actuando y trabajando para entrar al selecto grupo de los ciudadanos consientes e informados y dejar atrás el ser considerado un ciudadano indeciso, manipulable y de actuar irreflexivo.

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