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¿Shalom o miljamah?

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Existe la posibilidad de que este titular no esté escrito correctamente. Me parece que el hebreo no tiene signos de interrogación y, si los tuviera, es probable que no se utilicen de esta forma.

Antes de continuar, preciso aclarar que, que yo sepa, no tengo ancestro cercano alguno israelí. Tampoco judío y, por tanto, menos sionista. Convencido estoy de que existió el Holocausto tanto como repudio la barbarie que el Estado de Israel comete día a día con el pueblo palestino. Tampoco creo en Dios, pero respeto a quienes sí lo hacen. Sin embargo, considero la violencia religiosa un acto de intolerancia necesario de erradicar.

Buscando en traductores online descubrí que el vocablo shalom (que por cierto en hebreo se escribe distinto) quiere decir “paz”. Y miljamah, “guerra”. Dos formas de acometer la relación entre dos partes, dos pueblos. La confrontación o la confianza.

Fue un letrero escrito en hebreo en un terreno cerca de Bahía Murta el que llamó mi atención. Más bien no fue el mensaje, sino el revuelo que causó en internet. Tan así que incluso Radio Santa María de Coyhaique publicó una nota bajo el título “Diversas reacciones genera en redes sociales cartel escrito en hebreo en la zona de Murta”. En la nota, lo cual corroboré con una amiga conocedora del idioma, señalan que dice “todos los hermanos son bienvenidos”. A la frase se sumaba la bandera israelí y, al parecer, el internacional signo de la paz.

La discusión sobre el interés del pueblo judío por ocupar la Patagonia se arrastra por décadas. Primero tenemos el Plan Andinia, que nos habla de la idea de comprar masivamente tierras en esta zona con el fin de instalar un futuro Estado de Israel. La propuesta se sustenta en el libro de fines del siglo XIX “El Estado Judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía” de Theodor Herzi, político que sentó las bases del sionismo moderno. En su obra, Herzi menciona el mecanismo de adquisición de territorios con fines de asentamiento, tanto en Palestina como en el extremo sur de América. Eso fue en concreto (más la ayuda bélica de grandes potencias) lo que ocurrió en el lugar donde Israel existe formalmente desde 1947. “El Estado Judío…” fue utilizado como fuente principal por el profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires, Walter Beveraggi, para denunciar el Plan Andinia en 1971. Un profesor de ultraderecha.

Luego está el constante flujo de jóvenes de esa nacionalidad que llegan a estas tierras con tecnología de última generación e instrucción bélica. Algo nada de extraño considerando que en el suelo de Abraham nadie se salva de hacer el servicio militar. Tampoco aportan las prácticas turísticas de muchos de estos jóvenes, reconocidos en Aysén como regateadores en extremo (llegando a ser molestos), muchas veces aprovechándose de la hospitalidad local para provecho particular. Lo he constatado personalmente en muchas ocasiones, y flaco favor le hacen a su nacionalidad quienes así se comportan.

Convengamos en que no son los más simpáticos del planeta y su Estado es un despiadado vecino, pero tampoco hay que desconocer que han sido perseguidos en todo lugar donde han vivido y que si yo tuviera mucho dinero quizás también me compraría un gran terreno en esta bella tierra.

Y, por último, están las grandes compras de terrenos. No es raro que cada vez que ocurra se aluda al sionismo internacional que intenta ejecutar el Plan Andinia. Y cuando es con fines de conservación y turismo -y no de depredación- más desconfianza todavía. Porque, para qué estamos con cosas, tal celo no lo vemos cuando forestales como Mininco o Arauco adquieren extensos territorios para seguir con su modelo de monocultivo. Tampoco con las salmoneras chilenas o extranjeras.

Es momento de que este tema salga del reclamo de redes sociales y la conversación a la hora de once o la cerveza en el local nocturno. Lo único que permite ello es que se siga cimentando un odio atávico hacia israelíes, judíos y sionistas, más aún cuando muchas personas no distinguen entre la nacionalidad, la religión y la ideología política.

Convengamos en que no son los más simpáticos del planeta y su Estado es un despiadado vecino, pero tampoco hay que desconocer que han sido perseguidos en todo lugar donde han vivido y que si yo tuviera mucho dinero quizás también me compraría un gran terreno en esta bella tierra.

Sería positivo poder discutir abiertamente este tema, donde quienes tengan puntos de vista divergentes puedan ponerlos en la mesa, con los antecedentes a disposición. Y así enriquecer un debate hasta hoy alimentado por el desprecio cultural, el resentimiento y por cierta pereza intelectual que, carente de espíritu crítico, repite sin informarse más allá de un blog conspirativo. Mal que mal, el odio generalizado a un pueblo no es un valor del cual debamos enorgullecernos, más aún cuando este muchas veces es insuflado por un nacionalismo que honra la bandera mientras permite que se destruyan los ecosistemas y se mercantilice hasta el más ínfimo recurso natural.
Y si me preguntan, por sobre miljamah preferiré siempre shalom, peace, Frieden, paix, paihuen o como sea que se le llame a la paz en cualquier rincón de este hermoso planeta. Que es lo que esta Patagonia debiera estar siempre, además de prístina naturaleza, dispuesta a aportar.

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3 Comentarios

Aljamahiriya

Los emisarios de ZioNazi no pasaran en esta tierra, que será defendida por nuestros hermanos patrióticos del hezbola chileno.

    Rodrigo

    He escuchado tanta estupidez, pero ninguna supera a esta!!

jessica gallardo valdivia

ya ockey yo no estoy encontrada de que vengan a nuestra patagonia pero los incendios mas grandes an sido hecho por ellos por eso no quiero que se compren nuestras tierras son mal portados prepotentes miran en menos a la gente y se rien de nosotros entre ellos no me gustan y punto una vez de paseo en TRANQUILO a mi hijo de 6 años lo estaban tratando mal y mirandolo desafiante y amenazando hasdta que yo apareci NO ME GUSTAN vienen a destruir nuestra patagonia