Todos los años, los 1 de noviembre los cristianos celebran el «Día de todos los santos» en memoria de todas aquellas personas que fallecieron. Pero ya desde hace mucho tiempo, en la noche previa se lleva a cabo la famosa «Noche de Brujas» o «Halloween», que es una conmemoración de origen Celta Pagano -quienes creían que los espíritus de los muertos volverían a ser mortales y para ello, encendían hogueras y vestían diabólicos atuendos para espantar a las almas malignas-.
Debido a este acto de repulsión hacia ellos, los Celtas dejaban dulces y comida en las puertas de sus hogares para no formar malas relaciones. En el Siglo XVI, dicha tradición se llevó a Norteamérica de mano de unos inmigrantes irlandeses, quienes caminaban por las calles en la noche con una calabaza y una vela encendida adentro haciendo referencia a la leyenda de Jack-o’-lantern. Ya en la actualidad, la fiesta es todo un carnaval en el mundo y no existe edad para celebrarla; los niños disfrazados van de casa en casa preguntando «dulce o travesura», haciendo referencia a la vuelta de los espíritus o a la maldad de estos.Creo que nos encontramos viviendo en una sociedad donde se necesitan cambios; los cuales puede hacer cualquier persona, pero que haya dejado la máscara en la casa. No dejemos que el parecer, el estar y el ser se conviertan en el trío de la inseguridad cotidiana.
Y de esta manera ha sido ya desde un tiempo. En lo personal creo que la inseguridad del ser humano lo ha llevado a quedarse con el disfraz puesto. Caemos involuntariamente en el fenómeno del parecer, estar y ser; parecemos ser cierta persona, estar mintiéndole a nuestros ideales y ser quienes no queremos ser. Enfrentamos los problemas de una forma para luego hacer otra cosa. Somos de tal manera con unos y con otros nos convertimos en quienes no queremos. Decimos algo mientras por dentro nuestro intelecto sabe que nos estamos contradiciendo de una manera increíble.
Las ganas de vivir una realidad que no nos pertenece hace que aquel disfraz que parecía temporal se convierta en una especie de capa que nos acompaña cotidianamente. Digo esto porque son innumerables las veces en que los prototipos de las personas nos juegan en contra; nos hacemos esclavos de los dichos y de las referencias, pero al momento en que nos damos el permiso de sacarle la careta a las cosas visualizamos desde otro punto de vista los defectos y las ventajas, pero desde un lado más vivo, desde del cual el hombre puede llegar a conmoverse. En lo personal no creo que exista acto más puro que el sentir ganas de dejar de lado el pasado para vivir el presente y construir un futuro, y esa sensación se produce por medio de la conmoción.
Es por eso, que les dejo la invitación. Creo que nos encontramos viviendo en una sociedad donde se necesitan cambios; los cuales puede hacer cualquier persona, pero que haya dejado la máscara en la casa. No dejemos que el parecer, el estar y el ser se conviertan en el trío de la inseguridad cotidiana, ni que las tradiciones o fiestas se vean reflejadas en nuestra realidad, por lo que saquémonos el disfraz y guardémoslo en algún lugar para volver a vestirlo solamente los 31 de octubre.
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