Es momento de cursar proyectos para rearmar sus colecciones de discos, los libros que atesoraban, que ilustradores vuelvan a dibujar lo que antes fue una fotografía, que los propios fotógrafos ayuden en la reconstrucción de un archivo familiar, que los audiovisualistas y los animadores digitales recreen pasajes de esa vida que se fueron junto a VHS o CDs carbonizados en esos minutos fatales.
Si es por lo que leo en redes sociales, parece que bajó bastante el número voluntario que viaja a Valparaíso a ayudar.
Es probable que siga, pero con menos difusión ni selfies.
Parece que ya pasó el tiempo del arroz, el pañal y la ropa.
Y está bien, hubo sobreproducción, me cuenta alguien que viajó esos días a la zona, y que vio la ropa tirada en la calle por ser ya demasiada. Incluso ropa nueva, con etiqueta, me dicen.
Ya nos sonreímos todos con esa tragedia de la gift card canjeada por camisetas de fútbol, según nos contaron los medios de comunicación.
Ahora viene la etapa más dura, la más complicada luego de la emergencia extrema, el volver a sus casas, a sus nuevas casas. Las había de diferentes medidas, de materiales diversos. Esperemos que todas las familias puedan sonreír de la misma manera cuando ya todo vuelva más a la normalidad.
Pero, aparte del arroz, el pañal, la ropa y el techo, hay varias otras necesidades que quizás ni siquiera aún aparezcan, y tiene que ver con la historia de cada familia, con sus recuerdos, su patrimonio histórico.
¿Cuántos discos, libros, álbumes fotográficos en papel y digitales desaparecieron junto a las llamas?
¿Cuántas fotografías de esas vacaciones entrañables al sur, a Argentina, al norte? Ese viaje en tren que hasta hoy recuerdan los padres de la casa que hicieron cuando niños, ese video grabado del nacimiento del primer nieto, esa imagen con el futbolista del momento e ídolo eterno, con el músico preferido.
Hoy es tiempo de recuperar esa historia, ese patrimonio que le pertenece a cada familia y que el fuego arrebató.
Es momento de cursar proyectos para rearmar sus colecciones de discos, los libros que atesoraban, que ilustradores vuelvan a dibujar lo que antes fue una fotografía, que los propios fotógrafos ayuden en la reconstrucción de un archivo familiar, que los audiovisualistas y los animadores digitales recreen pasajes de esa vida que se fueron junto a VHS o cds carbonizados en esos minutos fatales.
Es hora de los artistas, de los proyectos Fondart, de los crowdfunding, de proyectos que involucren estar con las familias, conocerlas y reconstruir, de alguna manera, esos recuerdos que también hacen hogar, más allá de una nueva casa.
—–
Foto: cÁmARa AccióN / Licencia CC
Comentarios