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Por qué Chile no existe

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Chile no existe. Lo que existe son individuos chilenos que el 18 nos juntamos a bailar cueca, que nos pintamos la cara de rojo cuando juega la selección y que aportamos a la Teletón una vez al año. Lo que existe son individuos que nos relacionamos, no porque queramos o porque relacionarnos constituya un aspecto fundamental de lo que significa vivir en este país. En Chile, nosotros nos relacionamos porque no tenemos otra opción.

Los que vivimos en este país vemos todos los días cómo el nivel de agresividad y violencia parece aumentar día a día. Nos enojamos fácilmente y reclamamos de mala manera cuando exigimos que se nos respete algún derecho. Pareciera que siempre andamos a la defensiva. Sentimos que los demás no están allí para ayudarnos sino que están allí para impedir que logremos lo que buscamos.

¿Por qué ocurre esto? ¿A qué se debe? En esencia, esta sensación de indefensión que permea nuestras vidas en Chile no sólo se debe a que nos sentimos solos, sino a que realmente estamos solos. Vivimos inseguros y la inseguridad siempre genera agresividad.

Hemos escuchado, en varias oportunidades, que en Chile tenemos la suerte de no estar sufriendo las consecuencias de la crisis económica y social que se vive actualmente en Europa. Es cierto, “esa” crisis no se vive. Pero se vive (y se ha vivido) otra crisis mucho más profunda, estructural y a la vez menos evidente. Más profunda porque afecta nuestro sentido de pertenencia. Más estructural porque tiene el poder de afectar las bases del actual sistema económico. Y menos evidente porque es difícil reconocer la existencia de esta crisis y, una vez reconocida, es difícil saber a quién culpar.

En, en cambio, Europa se sabe quién es el culpable. Se sabe a quién reclamar y a quién exigirle que cumpla con sus obligaciones. Es el Estado. Es el país en su conjunto el que se hace (y se ha hecho) responsable por el bienestar de sus ciudadanos y es, por lo tanto, el país (a través del Estado) el que debe responder cuando sus ciudadanos sienten vulnerados dichos derechos.

Pero en Chile, Pinochet y los Chicago Boys terminaron con el concepto de país. Lo hicieron atomizándonos. Nos dividieron. Rompieron los lazos y las conexiones sociales, endosando las responsabilidades de nuestro bienestar en nosotros y sólo en nosotros. El país se desentendió, se lavó las manos. Usted se desentendió de su vecino y a mí me obligaron a desentenderme del mío. Ahora cada uno vela por su propia salud. Cada uno se preocupa de su propia jubilación. Cada uno verá si puede o no puede dar una educación digna a sus hijos.

Por eso, mientras que en Europa los gobiernos recortan los aportes públicos en salud, en Chile la salud es un tema individual, personal y privado; mientras en Europa se recorta el gasto público en educación, en Chile la educación es también un tema individual, personal y privado; y mientras en Europa se hacen recortes a las pensiones de los ciudadanos, en Chile cada uno se preocupa de sus pensiones. Francamente, aquí no hay nada que recortar. No es la función del Estado entregar esos servicios. Es, dice la historia oficial, función del individuo entregarse a si mismo esos servicios.

Entonces aunque en Chile la realidad es que la gran mayoría de los chilenos no podemos proveer salud o educación de calidad a nuestros hijos, ni una jubilación digna para nosotros mismos, de todas maneras sentimos que la culpa es nuestra. Pensamos que si sólo hubiéramos trabajado más. Si sólo hubiéramos ganado más. Si sólo hubiéramos estudiado más. El problema es que, en la mayoría de los casos, por mucho que trabajemos, nunca tendremos suficiente para tener acceso a educación, salud y jubilaciones dignas. Con uno o dos sueldos mínimos, es francamente imposible. Pero el sistema impuesto a sangre y fuego por la dictadura de Pinochet nos tiene convencidos de que las responsabilidades, y por lo tanto las culpas, son siempre personales. Como si fuéramos ermitaños, viviendo aislados los unos de los otros. Como si fuéramos átomos auto-suficientes, cada uno viviendo en su propia isla.

Como chilenos, no hemos construido un país. No hemos construido una comunidad solidaria donde cada chileno sienta que pertenece a esta sociedad, donde sintamos que nos necesitan y que, de presentarse el caso, el resto de los chilenos va estar allí para ayudarnos. Chile no existe. Lo que existe son individuos chilenos que el 18 nos juntamos a bailar cueca, que nos pintamos la cara de rojo cuando juega la selección y que aportamos a la Teletón una vez al año. Lo que existe son individuos que nos relacionamos, no porque queramos o porque relacionarnos constituya un aspecto fundamental de lo que significa vivir en este país. Como T. Hobbes y J. Locke ya nos dijeron, si vivimos en sociedad es sólo porque a veces nos conviene; porque peor sería vivir sin leyes, sin gobernantes y sin un país (o sin la ilusión de “país”). En Chile, nosotros nos relacionamos porque no tenemos otra opción.

No existe un país que esté detrás de nosotros. No nos sentimos apoyados o respaldados por el resto de la sociedad, por lo que nos sentimos indefensos ante las inclemencias del sistema económico. Cada uno debe velar por sí mismo. Si el día de mañana nos quedamos sin trabajo (los que tenemos la fortuna de tener trabajo), ¿quién va educar nuestros hijos? ¿Quién va cuidar de nuestros hijos cuando estos se enfermen? ¿Quién nos va ayudar a vivir una jubilación digna? Pues nadie. Si usted tiene la buena fortuna detener una familia con recursos, entonces su familia podrá ser su salvación. Para el resto de nosotros, nos quedamos sin salud, sin jubilación y sin educación de calidad para nuestros hijos. Por eso, Chile no existe.

*Ignacio Moya es magíster en filosofía . Columna publicada originalmente en Cambio 21.  Blog: http://ignaciomoyaa.wordpress.com/

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Comentarios

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11 de octubre

Parece algo extremista tu posición, Ignacio… Yo creo más bien que el Chile que tenemos dista de el que en realidad queremos…

Según la historia, mucha gente marchó a la guerra para poder vivir en un país o un territorio libre de la opresión y en paz… Así tal vez creo que dado el Chile que tenemos, debemos tomar las acciones que nos parezcan necesarias para lograr el que queremos…

Ya sé que faltan las herramientas que quisiéramos tener para conseguirlo, pero, todas las que no tengamos y que son necesarias, debemos procurar construirlas con el aporte que podamos hacer…

En mi caso, propongo la creación de una Cámara Ciudadana Digital y otras cosas que me parecen necesarias para que podamos ampliar el horizonte de las perspectivas que tenemos como sueños alcanzables… Otros puede que visualicen cosas distintas a las que yo, sin embargo, me parece que dada cualquer situación en la que nos encontremos y que no satisfaga nuestras espectativas, debemos ser propositivos, proactivos y constantes para alcanzar los anhelos que tengamos…

Seguro que si lo piensas un poco, a partir de los propios argumentos del Chile que piensas que no existe, podrías imaginar uno que sí existiera, siendo necesario ciertos «accesorios» o hitos para conseguirlo, y llegado a ese punto sin duda verás que el camino que creías que te llevaría a la solución, en realidad te llevará por nuevas aristas que surgieron y que debes satisfacer…

Ojalá lo pudiéramos hacer de forma colectiva, pero, es obvio que no es posible, motivo por el que más aún parecen necesarios los esfuerzos individuales, ya sea el tuyo o el mio, por si alguna vez surja alguien que sume consciencias y opiniones que puedan lograr el Chile que todos queremos, o la existencia de el que tú piensas que no existe…

11 de octubre

Agradezco tu comentario y tus observaciones. Sin duda que es importante proponer soluciones (como la creación de una Cámara Ciudadana Digital) y también es importante diagnistocar bien para proponer las mejores soluciones.

Luis Loyola

11 de octubre

Debo reconocer, que este articulo apunta a algo que es obvio para cualquier Chileno y es la división interna de nuestra sociedad, que en términos urbanos podemos dividir en «flaites», «trabajadores»,»profesionales» y «empresarios».

La culpa de esta división no es de pinochet, ni de los chicago boys y menos del sistema neoliberal, hecharle la culpa a estos, solo demuestra nuestra idiosincrasia «siempre la culpa la tiene otro, menos yo». La culpa es de cada Chileno, mía, tuya y nuestra.

La educación en casa de Chile es pésima, nosotros formamos a los niños que el día de mañana gobernarán este país y ¿que les enseñamos? En el colegio, no prestes tus materiales, en el liceo estudia mucho porque tienes que dar la psu y en la universidad estudia para que sea profesional y tengas un buen pasar, pero no se les enseña el amor a la otra persona, a respetar los derechos de los demas aunque eso no te guste, a apoyar al que sea menos favorecido que tu.

En resumen, este país esta mal hecho porque nosotros lo hemos hecho así y no va de la mano con el gobierno, esperar todo del gobierno para mi es como «quedarse en casa y
esperar que me den todo» . La cultura parte en casa y creo que ahí estamos mal.

12 de octubre

Me parece incorrecto ligar la idea de sociedad con el Estado o país. No son lo mismo. De hecho la comparación con Europa es quizás errada, pues esos pueblos y esas sociedades existían antes que existieran sus estados.

Y entonces sería bueno preguntarse ¿Hasta qué punto la pertenencia a Chile ha sido más bien una ficción construida desde el Estado y por tanto frágil?

Me parece que problema no es sólo qué tipo de Estado tenemos –que es finalmente un arreglo institucional- sino que tipo de sociedad tenemos y por tanto cuáles son las instituciones informales que nos han sustentado, mantenemos, fortalecemos o reproducimos.

Pienso en el análisis de Weber con respecto a la ética protestante…¿Cuál ética nos marca como sociedad a nosotros?

Saludos y paz

13 de octubre

Hola Jorge,

La relación entre Estado y Sociedad es, a estas alturas, una relación de co-dependencia. El Estado es un reflejo de los valores sociales predominantes (o de los valores que se han imuesto a la fuerza cóo ocurrió en Chile). Al mismo tiempo, el comportamiento de la sociedad es un refleja el tipo de Estado que se ha construído.

Que el Estado se vea fundamentalmente como un arreglo institucional (un especie de «acuerdo» o «contrato») ya presupone una cierta visión ética del ser humano. Siempre en todo están presentes las visiones éticas.

Por eso ver y analizar el tipo de Esatdo que una sociedad se ha dado a si mismo es también ver qué tipo de sociedad es la que puede dar origen a ese tipo de Estado.

Un Estado no-intervencionista y que se desentiende de las responsabilidades sociales (como ocurre con el Estado chileno) es un Estado que refleja ciertos valores que permean la sociedad. Valores, por lo demás, que fueron impuestos a la fuerza por la dictadura. Desde el Estado, y con la complicidad de otros poderes, se puede cambiar los valores de una sociedad.

Entonces para resonder tu última pregunta, estamos marcados por una ética atomista, individualista, contratista.e instrumentalista. Por eso tenemos (o seguimos teniendo) el Estado que tenemos.

Saludos,

Sabrina Oporto

07 de noviembre

Absolutamente de acuerdo.

Iván V. L.

27 de febrero

Magíster en filosofía, he ahí el problema, subjetividad absoluta, la idiosincrasia del izquierdista chileno moderno, disconformidad crónica provocada por la pseudo cultura de moda aplastada por la cultura básica.

Hay desde barrenderos felices hasta empresarios tristes en esta argamasa social, pero los pseudo filósofos absolutistamente subjetivos son los que no existen, Chile sí, es una nacion con historia y una mezcla de costumbres como cualquier otro país latinoamericano.

Saludos, ser sin autoestima, te espera una tina tibia y un cuchillo precioso.

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