La Mesa de Seguimiento a la implementación de la ley 20.500 ha realizado tres seminarios en Santiago para apreciar mejor cómo se avanza (o no) en la comprensión y aplicación de esta ley, a dos años de su publicación. Principalmente se ha preferido que participen los COSOC que se hayan creado y las organizaciones vecinales que todavía los están creando, a fin de escuchar sus opiniones. Otras organizaciones, como ICAL y Ciudad Viva, también han hecho sus análisis.
En general se avanza lentamente y estamos en un período más bien de aprendizajes y de aletear en el nido antes de lanzarnos en vuelo libre.
Se ha notado la lentitud en los niveles comunales y en el nivel gubernamental, ya sea por ignorancia o por mala intención, pero allí donde se ha percibido que las herramientas de Participación Ciudadana van más allá de la sola ley 20.500 nos hemos encontrado con que tenemos derechos en los temas ambientales y otros, ya sea por aplicación de la ley del Medio Ambiente o de la Irradiación de Antenas y no siempre los sabemos utilizar.
Por ejemplo en Lo Barnechea han surgido airados reclamos contra el Proyecto ANDINA 244 de Codelco, por el daño a los glaciares y el efecto que resulta en los suministros de agua y por el uso de caminos que pasarán de ser meramente turísticos a vías de uso para camiones de la minería. Curiosamente esta preocupación transversal de la Municipalidad, sus autoridades y los vecinos no ha sido tratada por un COSOC específico, pero si por las entidades que agrupan a personas afectadas.
Algo similar ha ocurrido con todas las comunas de la 5ª Región que están afectadas por el mismo proyecto y otras de la Región Metropolitana (como Tiltil o Maipú) que también ven daños en su vialidad o en su suministro de aguas.
Empieza a notarse que hay contradicciones entre los vecinos, cuya necesidad primordial de agua se ve amenazada como ya ha ocurrido en el norte grande y el norte chico (llegando a casos extremos como en Chañaral y Caimanes), versus gremios como el de los mineros que señalan que los trabajos para aumentar la producción de cobre son necesarios, dado las bajas de los precios internacionales y los aumentos de los costos de producción. En estos casos la opinión de los trabajadores es muy similar a la empresa (privada o estatal).
Surgen entonces temas que nunca se previeron al pensar en la ley 20.500 y los vecinos de una determinada comuna que la aplicarían. Resulta que una determinada faena minera puede afectar el suministro de agua potable y de riego. Y esto no es sólo en el caso del cobre, sino en todos los casos de actividades extractivas depredadoras, como el cobre, las frutas de exportación, las maderas o los peces.
Para la minería se necesitan enormes cantidades de agua y de energía eléctrica, se construyen y proyectan obras gigantescas, pero solamente para proveer fondos al erario nacional sin que esa enorme demanda corresponda a las necesidades reales de la población, que son mucho menores. Más bien se construyen para favorecer a las enormes empresas que se dedican a exportar y sin pensar en los efectos depredadores y contaminantes.
Se ha notado la lentitud en los niveles comunales y en el nivel gubernamental, ya sea por ignorancia o por mala intención, pero allí donde se ha percibido que las herramientas de Participación Ciudadana van más allá de la sola ley 20.500 nos hemos encontrado con que tenemos derechos en los temas ambientales y otros, ya sea por aplicación de la ley del Medio Ambiente o de la Irradiación de Antenas y no siempre los sabemos utilizar.
Así hemos descubierto que hay zonas mineras que son como terceros países insertados entre los que conocemos, como por ejemplo la zona minera establecida entre Argentina y Chile para provecho de las empresas (privadas o estatales) que quieran explotarlas. Lo mismo ocurre entre Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, tanto para minería como para café o maderas. O bien entre Brasil, Argentina y Uruguay para la carne, la soja y otros productos agropecuarios.
Esta repartición de territorios ha pasado casi “piola” pero es la proyección del capitalismo hacia el siglo XXI; la institucionalidad la proporcionan los respectivos gobiernos y ahora se afanan por mejorar la logística a través de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) que es uno de los proyectos capitalistas más ambiciosos del planeta, el cual se inserta específicamente en América del Sur. Constituye una complementación entre el empresariado local y transnacional, así como una reconfiguración capitalista del territorio para hacer más expedita la circulación masiva de mercancías que necesita la economía mundial/global.
Las implicancias del IIRSA van desde un deterioro más acelerado de los recursos y territorios suramericanos, hasta el total despojo de cualquier comunidad que viva en un lugar de valor para este mega-proyecto capitalista. Con esto se reafirma el carácter histórico de esta zona del planeta dentro del entramado extractivo, es decir su condición periférica de espacio de extracción de recursos con bajo nivel de procesamiento y altamente contaminantes para que el corazón capitalista siga funcionando. El IIRSA constituye uno de los ejes guías y estratégicos de lo que algunas autoridades llaman comúnmente: progreso o desarrollo.
Ya no importa tanto la propiedad de los recursos, sino el uso que se le da en el actual mundo globalizado. Nuestras materias primas las compra “alguien” y luego las embarca a otros lugares del mundo, allá se fabrican componentes y estos se arman o se envasan en otros países para volver a los nuestros como importaciones. Nosotros pagamos un ojo de la cara (o nos endeudamos en créditos espantosos) para comprar artefactos, alimentos procesados, medicamentos o autos en los cuales vienen incorporadas nuestras materias primas. Las primeras colaboraciones ciudadanas entre países vecinos ya se están dando, como por ejemplo en https://www.facebook.com/ObservatorioTrasandinoDeAguas
Será tarea de los COSOC y CSC, ponerse de acuerdo con los otros actores (sindicales, ambientalistas, etc.) para que en conjunto analicemos si se necesita realmente una producción desenfrenada de materias primas, más allá de las necesidades reales de nuestras comunidades, o bien daremos preferencia a una vida menos consumista, más austera y más respetuosa del medio ambiente.
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pamela ramirez
Estos seminarios ademas de aclaratorios han servido para ampliar los temas ciudadanos en los que hay que trabajar y que son transversales si hemos despertado de un letargo y nos queda la organizacion absoluta para ejercer derechos